13. Peones gemelos.

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La vida es una partida de ajedrez, sin embargo no podía permitirme ser un peón.

... ... ...

Grant:

Y ahí estaba yo, al merced de Díos, sin embargo no sabía porque me sorprendía, ya que al final de cuentas,  todos estamos bajo sus pies ¿No? Pero claro, tenía que llenarme de valor, de fuerza, voluntad, y levantarme. Tenía que demostrar que podía ser rival incluso para Dios.

No puedo permitirme morir aquí... Y menos bajo esta cucaracha...

— Hey, idiota. — Agarré el brazo del que sostenía mi corazón y le sonreí mientras escupía sangre. — ¿No te enseñaron a no tomar lo que no es tuyo?

— Es irónico que lo preguntes. — Respondió dándole un apretón a mi órgano vital. Sentí caer por un momento, pero eso no me impidió seguir agarrando su brazo. — Tu eres un ladrón de vidas. Robas y robas para conseguir la inmortalidad, o acaso... ¿Es para revivir a tu esposa?

Espera... Si es Díos, y está en todas partes, debería saberlo ¿No?

No tiene sentido que lo pregunte.

— Ja... Dime tú, ¿No se supone que lo sabes todo?

— Desgraciadamente aquellos con el poder de Lucifer, o el mío, están fueran de mi omnipresencia. — Respondió brindándome un gran dato. — Puedo leer el pensamiento y el futuro de toda la humanidad, a excepción del tuyo, y los que están bajo tu sombra. — Resaltó esa última palabra mirando en dirección a la habitación de mi esclava.

Eso significa que no tiene influencia total sobre Elena y Annie... Interesante...

— ¿Y esto qué es? ¿Un preámbulo antes de mi muerte? — No pude evitar reírme a carcajadas, sin embargo me costó ya que tosía sangre. — ¿Sabes? Acabo de darme cuenta que no vas a matarme.

— Oh... ¿Si? ¿Estás seguro?

Vaya... Dios es bastante ingenua...

— Totalmente. — Respondí. — Sería inútil contarme todo esto si así fuera, y además... — La agarré suavemente del mentón y dejé un ligero beso ahí. — Díos no tiene las agallas para matar, por eso a través de la historia siempre envía ángeles, o como lo ví recientemente, envía un caballero blanco. No viniste a matarme.

Nuestras miradas estaban retándose la una a la otra, no había ni una señal de que alguna retrocediera. Era el poder de los cielos contra el poder del infierno, sin embargo aquel choque de voluntades fue interrumpido por una risa bastante familiar.

Lucifer...

— ¡Claro que ella no va matarte! — Corroboró el rey del infierno mientras aplaudía nuestra escena. — Veo tantas cosas aquí. — Parecía maravillado, como si estuviera viendo una obra de arte. — Veo odio, orgullo, rivalidad, poder, debilidad, muerte, vida... Desde aquí parecen el mejor cuadro jamás pintado.

— ¿Qué haces aquí, Lucifer? — Preguntó su opuesto soltándome del cabello.

— Pues... No me pareces muy justa. — En un parpadeo apareció a su lado tomándole de la mano. — Además, lo que estás agarrando no es tuyo. — Le abrió los dedos sin ningún esfuerzo, tomó mi corazón y sopló en el. Fue algo extraño pero me causó un alivio indescriptible. — Toma, caballerito. — Se acercó metiendo mi corazón nuevamente con extremada delicadeza. — No intentes este truco en casa, o te aseguro que vas a morir.

Fiu... Jamás estuve tan feliz de ver a este niño...

— Sigues siendo tan entrometido como siempre. — Recalcó la mujer bajo el nombre de Díos. — Solo quería hacerle saber su lugar como la pequeña hormiga que es.

Grant, el caballero negro. [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora