❝ La forma en que él la veía, la forma en que sus ojos siempre terminaban viajando hacia cada pequeño movimiento que hacía, como si verla fuera la más maravillosa forma de pasar el resto de su vida: eso fue lo que me quedó claro desde un principio.
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Apenas está terminando de desayunar cuando escucha un motor afuera de su casa. Tanto su padre como ella arruga la frente y caminan hacia la ventana que da a la calle, y logran distinguir una camioneta roja desgastada.
—¿Qué hace Bella aquí?
Oly abre la puerta en el momento en que Bella está por tocar. Le sonríe, aunque parece más una mueca que nada, y arregla un poco el cabello que ha volado a causa de la ventanilla baja.
—Hey —Oly la saluda con una repentina gracia.
—Busqué tu dirección y quise venir... eh, para saber si quisieras que fuéramos juntas a la escuela.
—Suena a una gran idea —su papá aparece detrás de ella, con su taza de café recién hecho y los ojos más abiertos que hace unos minutos.
Ambas chicas ríen entre dientes.
—Déjame ir por mis cosas —abre un poco más la puerta, haciéndola un gesto con la cabeza ahora que se siente más en confianza. —Pasa, Bella, estás en tu casa.
Termina el resto de su desayuno en segundos. Con toda la rapidez que le otorga la muleta que debe seguir usando, va por sus cosas.
—¿Firmaste el permiso de la escuela? —le pregunta a su padre después de meter el papel doblado en un cuaderno. El hombre asiente una sola vez. —Gracias, Demian, ¡nos vemos al rato!
—¡Hasta luego, Olivia!
Una vez ambas dentro de la camioneta, Bella decide hablar.
—¿Le hablas a tu papá por su nombre?
—Es algo que a veces hacemos en juego —se encoge de hombros—: con que no lo llame "abuelo", todo está bien.
—Se ve que tienen una muy buena relación —traga saliva al traer a la mente su relación con Charlie: no es la mejor que digamos.
—No siempre fue así —Bella se mantiene en silencio, permitiéndole que continúe. —En mi etapa de adolescente rebelde era con quien peor estaba, no soportábamos estar en la misma habitación. Fue a poco tiempo de cumplir quince.
—¿Cómo se volvieron tan unidos? —pregunta con cautela.
Oly respira pesadamente. Tener que regresar en su mente al tiempo donde su vida era un desastre sigue sin gustarle.
—Pasaron cosas —responde mirando por la ventana los árboles y casas que pasan. No falta mucho para llegar a la escuela. —Tal vez maduré un poco, me gusta pensar que fue así.
Llegan a la entrada del estacionamiento y tienen que hacer fila por un rato.
—Por cierto, ¿cómo te encuentras? —añade Oly, ya sin rastro de pesadez—, ya sabes, del otro día cuando Edward te llevó a tu casa. ¿Te has vuelto a sentir así?
