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La mañana es ligeramente más soleada de lo esperado, pero es bien recibida por los habitantes de Forks. El hielo de derrite un poco, dejando un camino de agua encima de las banquetas y a lado de las llantas de los vehículos estacionados.

Algunas personas incluso han salido a las calles con una prenda menos que las habituales. Todos parecen disfrutar del viento no tan congelado y de los pocos rayos de luz que logran atravesar las densas nubes llenas de agua que decoran el cielo.

En la habitación de Oly, el frío sigue siendo ganador. Aunque no por mucho más.

La puerta es abierta de golpe. Entra un aroma a galletas recién horneadas —y no quemadas— junto a un aire tibio proveniente por el uso del horno. Todos esos componentes logran que una mueca de molestia se aparezca en el rostro adormilado de la muchacha tendida en la cama.

—¿Qué quieres? —gruñe sin siquiera abrir los ojos.

—¡Oly! ¡Salió el sol! ¡Es de día! ¡Levanta tu trasero de ahí! —su papá luce animado, como, realmente animado. Lleva su delantal mal amarrado y su cabello tan bien peinado como cada mañana. —¿Hola? ¿Te perdí en tu viaje mental al espacio exterior?

—Primera pregunta: ¿por qué? —deja caer el lado derecho de su cara sobre la almohada y mantiene su mirada frente al hombre que se supone es su papá. —Segunda... ¿por qué?

Demian lleva su cabeza hacia atrás con dramatismo mientras rueda los ojos. A veces, ese hombre puede actuar más raro que ella.

—Hice galletas porque se me antojaron y hay sol, ya te dije. Ahora baja o verás cómo te jalo de los pies.

Oly se decide por bajar, tal vez así mantenga su buen humor y pueda tomar otra siesta en un rato. Se pone la primera chamarra que ve y baja las escaleras con su cabello ya amarrado.

—¿De qué son las-

—Primero ve a sacar la basura —las palabras de Demian causan que su ceja se dispare hacia arriba. —¿Por favor?

Sale por la puerta de la cocina para tomar las bolsas que están en la parte trasera. Camina por el costado de su casa usando el pantalón de su pijama holgado que apenas logra rozar el césped. Está tan distraída por ver los árboles alzarse con gracia hasta el cielo que se asusta al escuchar una puerta de auto cerrarse con fuerza.

Sus ojos se abren de par en par al ver la figura femenina que avanza con duda hacia la acera de su casa. Su ropa es impecable; seguramente la planchó unas dos veces.

—¡MAMÁ!

Ya ha soltado las bolsas en cuanto corre. La joven viene con tanto impulso que hace tambalear a su madre al abrazarla; entierra la nariz en su cuello y sonríe al reconocer ese perfume que ha comprado dos veces para ella porque es su favorito.

Hello, stranger ━━Jasper HaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora