❝ La forma en que él la veía, la forma en que sus ojos siempre terminaban viajando hacia cada pequeño movimiento que hacía, como si verla fuera la más maravillosa forma de pasar el resto de su vida: eso fue lo que me quedó claro desde un principio.
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—¡Ahorita no es momento para ser cautelosos! —se alza su voz, estando a poco de convertirse en un chillido. —¡Pisa el acelerador!
—¡Deja de gritarme! ¡Vamos a chocar!
A pesar de lo que dice, Demian acelera por las calles poco transitadas para llegar a la escuela. Veinte minutos tarde y apenas es su tercer día, no puede creerlo.
Rápidamente, llegan al estacionamiento, el cual está completamente vacío de personas y casi repleto de autos estacionados. Suelta un respingo cuando su papá se detiene de golpe frente a las escaleras de la escuela.
—¿Quieres que te ayude a bajar?
—Quisiera que me cargaras hasta allá, pero será para la próxima —baja y da un par de saltos para llegar a la puerta trasera y sacar las muletas. Grita sobre su hombro, esperando que Demian la escuche. —¡Te llamo al rato!
Agradece que no haya ni un alma en el estacionamiento que le estorbe para pasar. Con una agilidad que le sorprende debido al yeso, sube los escalones y abre la puerta de la escuela, encaminándose a su salón.
"No importa lo tarde que sea, no puedes entrar así" y con eso en mente, entra al baño a arreglar su cabello desordenado y a quitar la única gota de sudor de su frente.
Un toque apresurado en la puerta hace a la clase distraerse. El maestro Goldman abre, dejando ver a una alumna frente a él, con la respiración acelerada y la cara un poco pálida.
—Maestro, lo siento tanto... por llegar tarde —dice jadeando y tomando grandes bocanadas de aire, aunque tal vez exagera un poco con eso. —Yo... ¿me permite pasar?
—¿Señorita Reyes?
El salón entero escucha la conversación, pero tres personas de ahí se ponen más atentas al percibir la presencia de la chica, una de ellas, mucho más nervioso.
La chica asiente rápidamente y el hombre abre más la puerta. Oly traga saliva al seguirlo hacia su escritorio, consciente de las miradas que ahora están sobre ella.
—¿Motivo de llegar a esta hora?
—Tuve cita con el médico en el último momento y se tardó más de lo esperado —también exagera con eso, sólo un poco, y hace su mejor intento de expresión apenada. —Aparte de que, con estas muletas no puedo moverme tan fácil, pero si necesita una carta de mi médico para...
—No es necesario, señorita Reyes. Entiendo que estar en su condición temporal es bastante difícil en estos momentos, más si el aula está en el segundo piso —Oly le sonríe con pena, pero con alivio por dentro.
—No volverá a pasar, maestro.
—¿Tiene el libro de la clase? —baja la cabeza al negar rápidamente. —No se preocupe, de todas formas, ahorita iba a revisar si ya había llegado el siguiente paquete. Le traeré uno, tome asiento.
