❝ La forma en que él la veía, la forma en que sus ojos siempre terminaban viajando hacia cada pequeño movimiento que hacía, como si verla fuera la más maravillosa forma de pasar el resto de su vida: eso fue lo que me quedó claro desde un principio.
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La máscara en su rostro es demasiado incómoda, pero no quiere volver a recibir un golpe de Emmett por querer quitársela, así que deja caer nuevamente la mano que tiene libre contra la almohada, con un usave pat que alcanza a distinguir incluso en el estado en el que está. Logra girar el rostro hacia la derecha, ahora con dicho mencionado dentro de su —alterado— campo de visión.
A pesar de que el vampiro con complexión de oso revisa los exteriores desde la ventana de su habitación, sus ojos de oro no evitan recorrer cada parte con inquietud.
La última vez que Olivia estuvo en el hospital alguien la raptó y la convirtió en vampiro, dejándola abandonada a su suerte. Ahora, volver a uno que está plagado con cientos de pacientes y personal médico yendo de aquí para acá, tampoco ayuda mucho que digamos.
"Quince minutos" se mentaliza al cerrar los ojos y se muerde el labio inferior por la desagradable sensación que le producen los lentes de contacto, "sólo deberás aguantar quince minutos"
—¿Cómo se siente la máscara? —Emmett se pasea frente a la ventana con brazos cruzados. —Ya sabes, ahora que no necesariamente debes respirar.
—¿Alguna vez... has llenado una taza hasta derramarla... y que se desborde todo al piso? Bueno, multiplica eso... por... veinte.
—Tu sentido del humor sigue intacto —el pelinegro le echa una ojeada divertida, regresando su vista al exterior. —Eso es bueno.
—Al menos eso... quedó de mí... —y sonríe de manera cansada, hundiéndose contra las sábanas que ya no pueden producirle calor.
En medio de las pisadas, gritos y personas moviéndose afuera de su habitación —lo que es la cosa más molesta al no poder controlar sus sentidos—, la neófita distingue que las pisadas que han estado afuera desde que llegaron se han movido. Al instante, una cabellera rubia cobriza abre la puerta.
—Acaban de llegar —anuncia con calma. —Carlisle, Esme y Alice están con ellos.
Oly se remueve —o hace su mejor intento de hacerlo— en su lugar, apartando el rostro hacia el otro lado, obligando a los tubos pegados a su piel con cinta a moverse. Las agujas están bien puestas, aparentando estar debajo del mármol que la cubre de pies a cabeza. Prueba respirar y mover los hombros como le han indicado antes para así parecer que está viva y no una estatua en una cama de hospital.
El responsable del estado en el que está la voltea a ver. Como querían que el plan funcionara, por supuesto que necesitarían de las afiladas habilidades de cierto soldado inmortal de la familia. Y, para explicar en pocas palabras, así fue como Olivia se encuentra en esa cama de hospital, la más fuerte entre los vampiros presentes bajo el don de Jasper Hale. Es como si le hubieran dado un sedante para caballos; poco puede ser al quedar únicamente con el movimiento de limitadas partes de su cuerpo como el rostro y los párpados, contando los hombros y algo de los brazos.
