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Lydia

Los pocos días que llevo en la mansión de Joseph me han resultado demasiado aburridos, pero sobretodo incómodos, ya que sus “empleados” no dejaban de verme todo el tiempo, haciéndome sentir que debo de cuidar mi espalda todo el tiempo, por miedo a que me ataquen.

Mire el paisaje que me ofrecía la ventana abierta, y que me relajaba de cierta forma, el inmenso bosque me transmitía siempre paz. No queria salir de la cama, no tenía ganas, además el ardor en la zona pecho me molestaba demasiado.

Le agradecia a la luna que Tomy, el joven al que Joseph había mandado a buscar cosas para arreglar las habitaciones, hubiera dejado tan impecable el cuarto, ya que había un agradable olor a limpio en el lugar. 

-¿Vas a pasarte todo el día en la cama?-Mire al vampiro por sobre mi hombro, este se encontraba apoyado en la puerta.
-Si, es cómoda y huele rico, no como el resto de la casa… deberias de poner sahumerios.-Le respondí mientras me acomodaba para mirarlo mejor.

Donato entró a la habitación como si fuera suya -cosa que sí era- y se tiró a la cama a mi lado, me miró a los ojos y frunció un poco los suyos.

-¿Otra vez el ardor?-Me pregunto un poco preocupado, era el único que parecía entender cuánto me molestaba la sensación, probablemente por su habilidad de ver en las mentes ajenas.
-Si, es como si me clavaran algo y lo retorcieran. Quema.
-¿Puedo?-No entendí a qué se refería, hasta que sentí su mano sobre la zona que me molestaba-Generalmente esto debería de hacerlo tu compañero para aliviar el malestar…

Se auto interrumpió cuando vio la mueca que había en mi rostro, mas que nada el puchero por recordar a mi Theo, además de que el ardor no ayudaba mucho.

-¿Qué estás haciendo?-Le pregunté extrañada, ya que sentía como el dolor desaparecía de a poco.
-Es otro de mis dones, puedo aliviar malestares físicos, tiene sus consecuencias usarlo pero no me importa tener que pagarlas, si con ello hago bien a otro ser.

Lo miré completamente enternecida. Sabía que él no era el típico hombre de piedra que trataba de aparentar, sino que era un vampiro demasiado bueno y dulce, y me agradaba que dejara de lado esa estupida actitud, aunque él no coincidiera conmigo.

Lo vi negar con una ligera sonrisa en el rostro, que me hizo sonreír un poco.

-Esto no va a durar para siempre, en algunos días el ardor va a volver pero momentáneamente vas a sentirte bien.
-Gracias Joey.-Respondí.
-Es la primera vez que alguien me pone un apodo, y es horrible, prefiero Joe.
-No puedes elegir tu apodo Joey.

Él bufó molesto, y yo sonreí como una niña buena.

-De verdad gracias, me siento mejor ahora.
-No hay de que.-Me respondió él.

Como seguía sin ganas de levantarme -y era obvio que Joseph lo sabía- apoyé mi cabeza sobre su hombre y decidimos charlar un poco sobre todo.

Atenea no estaba de acuerdo con esta situación, según ella estaba mal, yo estaba de luto por mi perdida y no podia estar con otro hombre en la cama; pero lo que ella no entendía, es que, yo no había olvidado a Theodore y no iba a hacerlo, su recuerdo estaba siempre conmigo, lo extraño todo el tiempo, y él motivo por el cual pasó tanto tiempo con Joseph es que él sabe hay en mi cabeza, entiende cada uno de mis pensamientos y sentimientos, me hace sentir contenida.

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Luego de nuestra charla, el vampiro me hizo salir de la cama con la excusa de que debía de comer algo, además de convencerme de salir a correr un rato.

Me comi dos manzanas, tome un vaso de agua, y saque a rastras al vampiro hacia el bosque, no puso resistencia.

-Pareces un labrador que está desesperado por correr un poco.
-Lo estoy, no corro hace días y tampoco me he transformado, tú estarías igual que yo si fueras un licántropo.-Él se sacudió como si le hubiera dado un escalofrío.
-Por la Luna, nunca vuelvas a decir algo así, es asqueroso, diu.

Lo golpee porque eso fue ofensivo pero solo se rió. Me asegure de esconderme bien para poder quitarme la ropa y transformarme sin que los curiosos ojos azules  de Joseph vieran algo de más.

Le salte encima una vez que termine de transformarme, lo que ocasionó que él cayera al suelo.

-No es gracioso Lydia, es una camiseta blanca.

Me reí internamente, y espere a que se levantara para poder comenzar a correr.

Jade

Mire a Theodore, quien estaba transformado y se encontraba sentado en el suelo, recibiendo un poco de sol. Asumí que estaba discutiendo con Osmon, ya que resoplaba y bufaba continuamente.

Yo por mi parte miré mi herida cubierta por vendas, no habia infeccion y eso me tranquilizaba, se debía además de la mezcla de hierbas medicinales que prepare gracias a uno de los conocimientos que me brindó hace mucho tiempo una bruja.

La señora Splinter ronroneo mientras se sentaba sobre mi regazo, agradecia que Theodore la hubiera bañado pero seguía sin ser fan de estos animales… o de alguno en particular, bueno, los licántropos no estaban mal, es decir, sirven como protección.

El lobo comenzó a retorcerse de dolor, no me sorprendió, ya que todavía no manejaba muy bien el tema de la transformación. 

-Maldita sea Osmon, no puedes hacerme esto cada vez que trato de controlarte.-Theodore se escuchaba muy molesto.
-Creo haberle dejado claro a ambos que debían de tener ropa cerca cuando esto sucediera, no tengo porque verte así-Dije con los ojos fuertemente cerrados.

Esto era lo que más odiaba de los licántropos, me parecía demasiado agresivo el hecho que quedarán completamente desnudos y se mostraran tan tranquilos ante ello, cuando no todos los seres estamos acostumbrados a esa situación.

-No estaba planeando volver a mi forma humana aún, mi estupido lobo se enojó conmigo y prácticamente me obligó a volver-El silencio inundó el ambiente pero solo por unos minutos-ya puedes ver Jade.

Abrí mis ojos y lo miré, se encontraba con ropa deportiva y su rostro reflejaba molestia.

-Llevan muy poco tiempo juntos, es entendible que no quiera dejarse controlar-Intente levantar su ánimo. 
-Lo sé pero no es eso, se enojó porque no quise ir a buscar a Lydia ya que según él está en esta parte del bosque. 

Fruncí mi entrecejo un poco molesta, tanto le costaba a ese saco de pulgas entender que no puede encontrarse con ella aún. 

-Me dijo que no va a dejar transformarme hasta que cambie de opinión, es un maldito amargado.-Continuo molestó.- ¿Cómo está tu pierna?

Sabía que el cambio de tema no era solamente para que dejáramos de hablar sobre él, sino que la culpa todavía persistía en él. 

-Esta mejor, duele pero no tanto y se siente raro al caminar, como si fuera un pato.
-Te dije que puedo cargarte y así no tienes que hacer ningún esfuerzo. 
-Y yo te dije que me gusta mantener mi espacio personal, pero gracias. 

Theo se encogió de hombros y se dirigió a la cabaña pero se volvió sobre sus pasos, por la mirada en su cara sabía que iba a pedirme algo.

-Jade ¿cuándo estés mejor de la pierna podrías ver cómo está mi familia? Necesito saber de ellos. 

Desde que alguien muy importante para mi me dijo que mi corazón era como una cebolla, con muchas capas y muy difícil de llegar, no había podido dejar de verlo de esa forma; pero Theo -con sus ojos perrunos- había logrado sacar las capas superficiales y hacerme un poco más blanda, además ayudaba el hecho de que es un gran chico.

-Claro que si, cuando logre caminar mejor iré a verlos. Lo prometo… siempre y cuando te portes bien.

Él asintió con demasiada efusividad para luego abrazarme, y después de eso retomo el camino hacia la cabaña.




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Hola! Espero que les gustara el capitulo de hoy.

Besos!!

Mi LobaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora