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Theodore

 La señorita Splinter, descansaba sobre mis hombros, como solía hacerlo en la cabaña del bosque; y mis ojos habían encontrado consuelo, en la única cara que no parecía molesta conmigo, Constanza, probablemente era porque se sentía en deuda, ya que morí para salvarle la vida... aunque su rostro de muñeca tenía la misma expresión de siempre, que nada de lo que escuchaba era lo suficientemente interesante como para que su atención estuviera puesta al cien por ciento.

Me extrañaba no ver a Luka o a Sara, y me alegraba de cierta forma, no solo porque aún me ponía nervioso tenerlo cerca, sino, porque no estaba seguro de soportar sus ojos molestos junto a los de Beth.

El semblante de los hermanos de Lydia, era aún peor que el de mis propios familiares. Lionel, parecía a estar a tan solo tres minutos de darme una paliza y Jessie, al parecer estaba planeando una forma de tortura nunca antes vista, sus ojos resplandecían cada tanto de color plateado, amenazantes. Era como si ellos dos supieran algo que yo no había dicho ¿sabrían acaso de Jade? El corazón me latía tan rápido y tan fuerte, que probablemente todos en lugar estaban a punto de quedarse sordos.

-Theodore ¿Por qué le ocultaste esta información a tu manada?- La voz de Rufus sonaba molesta, a pesar de que intentaba aparentar serenidad.

La palabra manada me sonó rara, yo no nos veía como una manada, solo éramos un grupo de gente rara con poderes sobrenaturales que le pasaban cosas aún más raras. Las manadas confían entre sus miembros, y pues, yo no confiaba en todos los presentes, desde que la Diosa Luna había mejorado mis poderes, sentía en el ambiente una extraña esencia que me erizaba los vellos de los brazos pero, no podía saber de dónde o de quien venía dicha esencia.

-Porque... ese lugar tenía que seguir siendo secreto-Esa era una mejor respuesta que "pues las vibras de este lugar no me gustan como para andar contando mis sucios secretitos, chismoso".

Osmon gruño en mi mente, le estaba faltando el respeto a su Alfa al mentirle, que también era mi tío, obviamente se iba a poner a gruñir, es lo único que sabe hacer.

-Entiendes que nos ocultaste información que nos servía para vencer a esas cosas que te asesinaron ¿acaso quieres que sigan deambulando por el bosque matando seres inocentes?-La voz de Alice, me sonó demasiado irritante, su tono era tan chillón que combinaba demasiado con el mechón verde estridente de su pelo.

Me dieron ganas de arrancarle el piercing de la ceja que tenía elevada, en su expresión de "eres más idiota de lo que imaginaba", por lo que no pude contener el gruñido que salió de mi garganta. De la sorpresa me tape la boca, la Sra. Splinter salto de mis hombros asustada, y me gruño un "hiss" en respuesta mientras todo su pelaje se erizaba, para luego correr a refugiarse debajo del sillón.

-Perdón Alice, no quise gruñirte, lo juro. Es que aún no se controlar la parte sobrenatural del todo-La voz me salió un poco entrecortada de los nervios, todos los ojos me observaban juzgando mi actitud reprochable.

¿Era muy cobarde si huía de esa situación? Quería buscar un refugio, igual que había hecho la gata y ocultarme hasta que todo pasara. Esa era una de las razones por las que la había mantenido oculta la información de la cabaña, en mi egoísmo –que nada que ver tener con mantener oculta a la pelirroja que me había cuidado por petición de la Diosa- ese lugar en el bosque era seguro, si todo salía mal, podía ir ahí junto a Lydia y mantenernos a salvo de esos híbridos; podíamos estar a salvo ocultos y ser felices juntos de una vez por todas... Tampoco podía decirle eso a todos los ojos curiosos que me juzgaban, pero, podía confesárselo a la loba que se había refugiado en su habitación y era resguardada por un vampiro decrepito.

Mi LobaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora