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Lydia

Cambié el paño húmedo de la frente de Theodore, y lo observe con mucha preocupación, su fiebre era alta, al punto de hablar incoherencias. Más de una vez había intentado levantarse de la cama y tuve que usar bastante fuerza para que se quedara en esta.

-Theo, no te hundas en ese miedo. Yo estoy aquí, estoy bien.-Hable en voz baja, esperando que mis palabras lo hicieran volver a este plano.

Luka me había dicho cuál era el miedo del lobo, luego de que los hermanos Donato nos explicaron cuáles eran los efectos adversos que tenía lo que el devorador de miedos les hizo.

-Perdón, perdón. Te juro que yo no quería, perdóname Lydia.-Dijo entre sollozos.

Note como sus ojos, apenas entreabiertos, se encontraban idos y unas feas ojeras comenzaban a aparecer debajo de estos. Apreté con fuerza su mano, y continúe intentando que el sonido de mi voz lo hiciera reaccionar.

-Theodore, por favor, reacciona.-Suplique, pero nada paso, el seguía igual.

Mis sentidos captaron a Jessie llorando, lo que provoco que quisiera ir con ella pero tampoco quería dejar a Theo solo. Si bien mi hermana era una de las mujeres más fuertes que he conocido, de esta situación no podía salir sola, me necesitaba.

Me mordí las uñas de mi mano libre, el nerviosismo comenzaba a aumentar rápidamente en mi cuerpo, si no iba con la sigma podría perderla, pero si no me quedaba con Theo, lo perdería también, y por segunda vez.

-"Por la Diosa Luna, cuando se trata de cosas obvias no piensas, eres algo tonta"-Atenea se escuchaba demasiado tranquila, y eso me inquieto más, se supone que en estas situaciones, se debe de volver loca.

-"No me digas eso, estoy preocupada, se pueden morir y no puedo cuidar a los dos al mismo tiempo"

-"Si puedes, ponlos en el mismo cuarto"-Me respondió con obviedad.

Me sentí completamente estúpida, y no pude evitar darle la razón a sus dichos. Fui corriendo hasta el cuarto de mi hermana, y en un rápido movimiento la cargue sobre mis brazos, utilice mi lado sigma para poder controlarla ya que ella no paraba de darme golpes y gritarme que la soltara. Luka no me había dicho cuál era el miedo de ella, por lo que no sabía a qué me enfrentaba, y mucho menos sabia como hacerla volver.

Una vez que estuvieron ambos en la cama, coloque más paños húmedos sobre la cabeza de ellos. A diferencia de los ojos de mi mate, los de mi hermana se veían frenéticos y asustados, además se encontraban completamente plateados mostrando su lado más poderoso.

-Jessie, hermanita, despierta. Nada de eso es real, lo que sea que te atormenta no existe. Reacciona-Pedí mientras corría los cabellos que se le pegaban al rostro producto de la transpiración.

Al parecer en la mente de mi hermana ese gesto no fue algo dulce ya que intento morder mi mano, pero por mis rápidos reflejos solo alcanzo a rozar con sus dientes mi dedo anular, cortándolo un poco.

-Mierda-Me queje del dolor.

-No vuelvas a tocarme, o te mato-Me gruño fuera de sí. Instintivamente me aleje de ella.

¿Qué iba a hacer ahora? Mis intentos de ayudarlos parecían en vano, por lo que me sentía inútil. Seguí colocando paños húmedos en sus cabezas y los hacia beber agua para mantenerlos hidratados debido a que la fiebre los estaba haciendo sudar demasiado, de una forma que ni los sobrenaturales sufríamos.

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Me desperté porque sentí que mi hombro era movido con ímpetu, y con cierta ilusión observe al ser que me había despertado esperando que fuera mi hermana o Theo, pero en su lugar me lleve una ligera decepción cuando observe a Beth.

Mi LobaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora