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Lionel

Estaba furioso, en lo único que podía pensar era en golpear a Theodore. El muy infeliz había estado, no solo viviendo en una cabaña con todas las comodidades otorgadas por la Diosa Luna, si no que –y esto era lo peor- durante ese tiempo, había estado acompañado por una joven.

Mire a Jessie, creo, que estaba más enojada que yo pero había un rastro de tristeza en sus ojos desde que regreso en la madrugada. Me dolía ver a mis dos hermanas sufrir.

Una mueca estúpida se instaló en mi rostro, la sigma me miro raro y se dispuso a observar el bosque nocturno a través la ventana de la cocina, fue un gesto muy involuntario pero, me resultaba demasiado gracioso que si bien nunca me había gustado la idea de tener hermanos y ahora tenia dos.

Cuando era niño, me encantaba ser hijo único, era la mayor adoración de mi padre, era su mayor preocupación y me daba todo lo que quería... hasta que llego Lydia a nuestras vidas. La primera vez que vi a la mocosa, estaba cubierta de tierra y no dejaba de llorar –cosa que me pareció insoportable- mi padre me pidió que le tuviera paciencia, acababa de perder a sus padres y eso me hizo sentir empatía por ella, ya que yo también había perdido a mi mamá... o bueno, es algo más complicado que eso.

A medida que crecíamos, acepte que ella era mi hermana adoptiva pero nos tratábamos como mejores amigos y hasta ahí, nuestras personalidades y al igual que nuestras aspiraciones, eran tan diferentes que peleábamos más de lo que hablábamos. Después de que escapara de la manada para irse con su compañero, el principal motivo por el que salí en su búsqueda fue por mi padre, el hombre estaba destrozado luego de perder a su pequeña y si yo la traía de regreso, volvería a ser el orgullo de sus ojos. Si, estúpidos celos fraternales, al final, no volvimos ninguno de los dos... Por la Luna, mi padre de estar con el corazón roto, soy un pésimo hijo.

-¿Estas bien? Primero sonríes de la nada y luego hueles a culpa ¿te pasa algo?-Jessie me saco de mis pensamientos, no me miraba, seguía con la vista absorta en el bosque.

-Sí, solo estoy haciendo catarsis-Conteste, pero no me respondió.

Busque algo para tomar, pensar en mi padre y en como debía de encontrarse ahora, me hacía sentir pésimo, yo ahora contaba con una nueva manada y me había sumado otra hermana, la cual, estaba seguro que adoptaría encantado.

La joven sigma, se gana tu corazón muy rápido, no estoy seguro en que momento comencé a considerarla como una hermana más, creo que puede ser cuando velo por mi bienestar cuando dormíamos en un árbol y yo sentía que me iba a morir por culpa de mi terror a las alturas, o pudo ser antes de eso, no lo sé, la cosa es que cuando me di cuenta ya éramos tres hermanos, como si desde siempre lo hubiéramos sido.

Me gustaba tener dos hermanas, que además eran sigmas, porque eso significaba que podían cuidarse por sí solas, pero a la vez me disgustaba un poco, ya que, como soy el hermano mayor, es mi deber cuidar de ellas, evitarles el dolor y toda esa cháchara pero resultaba ser un fiasco en ello, porque ahora las dos estaban tristes y no sabía qué hacer para cambiar eso... al parecer no era bueno cuidando a los demás.

-¿Dónde está Theodore?- Joseph apareció en el momento justo para evitar que me sumiera en pensamientos negativos.

-¿Por qué quieres saber?-Pregunto en respuesta Jessie.

-Lydia dice que le pasa algo, cree que está a punto de perder el control.-Le contesto el vampiro.

-Pues, yo lo veo bastante bien-Comento la sigma.

Mis ojos, que hasta ese momento, habían estado moviéndose entre el vampiro y la loba durante la conversación, ahora se concentraron en encontrar a Theo en la negrura de la noche. No tarde mucho, estaba sentado debajo de un árbol, con la cabeza entre las piernas y sus manos agarrando de sus cabellos. Entonces, eso era lo que Jessie miraba tanto, lo estaba vigilando, tal vez, para saber si iba en busca de la joven desconocida para contarle que su novia se había enterado de todo y que ambos iban a terminar siendo bocadillos para perro.

Mi LobaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora