PRÓLOGO

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Me levanté del suelo del departamento, con un fuerte dolor de cabeza, no hay nada que deteste más que las visiones; hacen que pierda el conocimiento y después me duele todo. Procedí a beber un vaso de agua, para quitar el mal sabor que me ha dejado la visión, los gritos desconsolados de la muchacha todavía resuenan en mi mente.

Mire por la ventana, afuera se está desatando una terrible tormenta ¿cuánto tiempo llevo inconsciente? Me coloque un piloto ridículamente amarillo, pero no tengo tiempo que perder, tal vez si me apuro puedo llegar a evitar ese trágico final, creo que es por eso que la Diosa Luna me dio esa visión.

Llevo conmigo una linterna que no ilumina nada y un botiquín de primeros auxilios, ese chico no es el único que lo necesita, hay varios que también están heridos pero no de gravedad.

Supe que había llegado tarde cuando escuche los mismo gritos que en mi visión, si bien ya los había escuchado antes, escucharlos en vivo y en directo es aún más desgarrador, al punto que mis ojos se aguaron.

Observe desde mi posición como un vampiro intentaba llevarse a la fuerza a la chica castaña, alejandola del cuerpo sin vida que hay en el suelo.

-Lydia, por favor muévete, esas cosas aun están aquí, y hay que irnos, o todos vamos a morir.-Conozco al vampiro, su sangre es de las más poderosas que existen, además tiene siglos de existencia.

-Dejame, sueltame. No me importa morir, quiero morir.-Le gritó la tal Lydia en respuesta.

-Joseph no acaba de ser golpeado hasta dejarlo inconsciente por defenderte y Theo no murió para que digas eso, ahora mueve tu culo y vámonos.

Creo que decirle eso a una chica que está completamente en shock no puede servirle demasiado, ya que ella sigue insistiendo en quedarse y morir. Ezra tomó el rostro de la joven, la miró fijamente y luego Lydia se desmayó. Solamente quedan ellos dos en lo que parece haber sido un campo de batalla, aunque el vampiro con su característica super velocidad desapareció en lo que abri y cerre mis ojos.

Las criaturas que nombró Ezra aparecieron e intentaron tomar el cadáver del muchacho rubio, y yo no puedo permitir eso. Tome la pequeña ballesta, y la apunte contra esos monstruos, rocíe la punta de la flecha con una poción que he preparado hace unos días, esto no iba a matarlos pero iba provocarles una horrorosa irritación al punto que sentirían como si les acabara de caer ácido. Dicho y hecho, los dos seres salieron despavoridos y largando unos chillidos que me pusieron la piel de gallina.

Me acerque al cuerpo inerte en el suelo, su sangre se estaba mezclando con el barro del bosque, está completamente empapado y pálido por la cantidad de sangre que está perdiendo, ¿lo peor? las heridas que hay en todo su torso, son demasiado profundas, creo que le estoy viendo las tripas. Una arcada me golpeó de lleno, pero no puedo dejar que mi pánico a la sangre me invada, con mucha decisión intente vendar sus heridas, si bien considero que  es en vano, la Diosa Luna me mostró esto por una razón.

-No puedo salvarlo, maldición, él está muerto. ¿Para que me mostraste esto sabiendo que no iba a poder hacer nada por él?

Le grité al gran astro blanco que resplandecía entre la oscuridad de la noche y la lluvia torrencial.

-¿Acaso estas muy aburrida allá arriba que buscas divertirte con mi desesperación?-Volví a gritarle. Se que la Diosa me está escuchando, tenemos esa clase de raro vínculo.

No quiero darme por vencida con él, pero ya lleva muerto un demasiado tiempo, no hay nada que pueda hacer por este humano. Comencé a ponerme de pie cuando la luz de la luna se hizo más brillante, y ante mis ojos se materializó una joven preciosísima, aunque su cuerpo no era de carne y hueso, parecía más como un holograma. Es tan brillante que mirarla demasiado me hace doler los ojos.

-No me divierte tu desesperación, si hice que vinieras hasta aquí fue porque sé que Theodore necesitará de tu ayuda.

-Diosa, no es que yo quiera contradecirla pero el chico en cuestión está muerto-Le respondí y procedí a correrme el pelo mojado del rostro. Si sigo aquí afuera, estoy segura de que terminaré con un resfriado.

-¿Segura?

La mujer ante mi se arrodillo frente al muchacho y colocó una mano en su pecho, y muchas luces salieron de esta. Observe atónita como la sangre volvía a donde pertenecía, y las heridas comenzaron a cerrarse casi en su totalidad pero lo que mas me asombro fue verlo abrir sus ojos resplandeciendo en un color dorado y dar una bocanada de aire. La Diosa Luna lo trajo del mundo de los muertos, algo que no debería de sorprenderme , es decir, es una Diosa pero es que es algo tan irreal que es difícil de creer, aun viéndolo con mis propios ojos.

La Diosa me dejo en claro que él muchacho iba a necesitar de mi ayuda, y a regañadientes tuve que aceptar, yo no soy la niñera de nadie, pero no se le puede decir que no a la Diosa Luna o a una de sus hijas, puesto que algo me decía que la joven que había aparecido ante mis ojos era la chica de la leyenda que recitan los licántropos como si se tratara de palabra santa.

Mire al muchacho de nuevo, y con un largo suspiro me coloque a su altura e intente ponerle mi sobretodo amarillo, después de lo que me pareció una eternidad lo logre, y comencé a arrastrarlo por el bosque de regreso a mi departamento. Diosa, como pesa. No estoy segura de a qué hora llegue a mi departamento pero con todo el esfuerzo del mundo logre rescotarlo sobre mi cama, dormía como si de un tronco se tratase.

Pasé los siguiente cinco días velando por su bienestar, tuve que cancelar muchos de mis trabajos puesto que no sé en qué momento se va a despertar y no quiero que este solo cuando ocurra.

Abrí mis ojos porque comencé a sentir como me falta el aire y llevé mis manos a mi cuello, encontrando en este una mano que está provocando mucho daño. El joven que fue traído del mundo de los muertos me está ahorcando, y su brillante mirada me está poniendo muy nerviosa.

-¿Quién eres?¿Dónde estoy?¿Qué quieres conmigo?-Sus colmillos están más crecidos de lo normal y su voz está distorsionada.

-Déjame respirar y podré responderte-Me gustaría decir que esa mísera oración, fue con un tono mandón y autoritario pero fue todo lo contrario, mi voz sonó chillona y desesperada, nada raro cuando están intentando asfixiarte.

Theodore me soltó, pero su posición me recordaba a un lobo que estaba listo para atacar en caso de ser necesario. Acaricie mi cuello, e inspire repetidas veces intentando llenar mis pulmones de aire.

-Habla-Me ordenó, y pude ver las garras creciendo en sus manos ¿Pero este chico no era humano?

-Soy Jade, y la Diosa Luna me envió para ayudarte-Le respondí, y le conté todo lo que había pasado, lo que lo dejó demasiado en shock.

-No recuerdo nada, ¿qué demonios me hiciste?-Me rugió.

-Ya te dije que la Diosa Luna te trajo a la vida de nuevo, y ella quiere que te ayude. Yo tampoco entiendo mucho el por y para que de eso pero no voy a decepcionarla, y te ayudare en lo que sea necesario. Ahora relájate y dime que es lo último que recuerdas.

Theodore permaneció en silencio por un buen tiempo, en el que sus garras, colmillos y ojos volvieron a la normalidad, lo que me permitió respirar aliviada; cuando comenzó a contarme lo que había pasado lo escuché con suma atención, intentado comprender qué quiere la Diosa Luna con este chico y conmigo.

De lo único que estoy segura es que las cosas van a comenzar a ponerse feas, y que si o si voy a tener que intervenir.


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Hola! Aquí esta después de mucho tiempo la 2da parte de Mi Humano, espero que les guste.

Besos!!

Mi LobaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora