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Sara

Observe la puerta de la habitación de Luka, donde este se encontraba encerrado por estar fuera de control. Me concentré en ignorar el sonido del llanto proveniente del piso inferior, mi compañero me necesitaba serena y tranquila, no preocupada y nerviosa.

Agradecía ser una mujer paciente, eso me brindaba una ventaja a la hora de rastrear, de aprender un hechizo, de tenerle paciencia tanto al Luka humano como al Luka vampiro, yo no tenía problema en ser paciente con él porque entendía que eso era lo que más necesitaba de mí. Tal vez mi mayor problema y defecto era ser miedosa, no tanto por mí, sino por mi loba Laila, desde que me había transformado por primera vez ella siempre fue así, y si bien durante muchos años mantuve sus miedos al margen luego del ataque del híbrido había perdido el control sobre ella, provocando que mi parte licántropo se bloqueara.

La puerta de la habitación se abrió, y por esta aparecieron los vampiros, Ezra, Joseph y Constanza, al último salió Alice y le dijo algo a Luka que no pude entenderle por lo bajito que hablo. Mis celos al igual que los de mi loba -que aparece en situaciones así- se hicieron presentes, pero ningún rastro de ellos fue mostrado de manera exterior ya que tenía un excelente control sobre las expresiones corporales, algo no menor cuando tienes un hermano que es un brujo negro y que de niño era un poco malvado, pero que se aburría rápidamente si no veía ningún tipo de mueca.

Joseph me observó con curiosidad, probablemente porque mi mente se encontraba demasiado ruidosa cosa que mi postura relajada no demostraba, los demás tendían a ignorar que yo había sido criada en "Los Guerreros de la Luna" al igual que Jessie y si bien mi entrenamiento no fue tan estricto como el de ella, habían forjado a una guerrera hecha y derecha que tristemente ahora se escondía bajo las sábanas cada vez que escuchaba un ruido extraño por la noche.

-Es todo tuyo-Me dijo el vampiro, le di una pequeña sonrisa, y me encamine hacia el cuarto pero alguien moviéndose a gran velocidad capturó mi atención.

-Ten, esto va a ayudarle a sentirse mejor, y no lo desates hasta que coma ¿sí? Es lo más seguro-Constanza me entregaba dos grandes y pesados termos que claramente contenían sangre.

-Gracias.-Conteste, me respondió con un asentimiento de cabeza y se fue de la misma forma que apareció.

Si bien casi no tenía relación con la hermosa vampira, bueno, en realidad no tenía relación con ella, algo dentro de mí me decía que su actitud de mujer fría era una fachada al igual que la de Ezra, tal vez para quedar mejor en el papel de vampiros, no lo sé y tampoco iba a preguntar porque no era asunto mío, pero siempre tenía ese presentimiento cuando los veía además Theo no sería su amigo si ella no fuera realmente agradable.

Con los dos termos en mano entre al cuarto de mi compañero de vida, era un lugar oscuro aunque siempre había sido así, poco tolerante a la luz, el lugar además se encontraba lleno de dibujos desde muñecos hechos con palitos hasta la pintura de un pajarito de la forma más realista que existía, Luka posee un talento nato para la pintura, y era una lástima que sus padres le insistieron a seguir una carrera que no le agradaba del todo ya que esa le aportaba un mejor futuro económico.

-Sara no quiero que estés aquí, puedo hacerte daño-Me advirtió pero lo ignore-Soy peligroso, soy un monstruo.

Ante ojos ajenos la imagen de Luka podía ser aterradora, encadenado con las muñecas ensangrentadas, los ojos rojizos y las venas bajo estos marcadas de un color oscuro con los colmillos largos lastimando su labio inferior, pero para mí -y para Leila- era la imagen del miedo a uno mismo, el no poder controlarse y causar daño, el despreciarte. Sabía muy que eran esos sentimientos, los experimente dos veces, la primera cuando me había transformado a los 12 años, y cuando lo había conocido, temía de mi naturaleza salvaje y el daño que podía ocasionar, pero a diferencia de mi loba no permití que el miedo me paralizara y seguí adelante, aprendí a controlarme con éxito, y sabía que el vampiro frente a mí, lo lograría también.

Mi LobaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora