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Theodore

Lydia ya había dejado de ahogarse pero sus mejillas se encontraban sonrojadas y sus ojos marrones estaban llorosos, que evitaban mirarme mientras tomaba agua. No me esperaba esa reacción con la pregunta que le hice, supuse que se pondría más roja que de costumbre pero solo eso. Continuamos con el almuerzo que también era media tarde, pero en silencio ¿De qué herida hablaba William? ¿Le hice daño a Lydia?

Una vez que terminamos de comer, mi compañera se ofreció a lavar los platos pero mi querido primo rápidamente lo guardo en el lavavajillas.

-No te preocupes Lydd, esto los va a limpiar mucho más rápido que tú.

-Ven, vamos a afuera-Dije mientras la tomaba de la mano y la sacaba de la casa.

Si bien solo llevaba un día y medio encerrado –aproximadamente- como para olvidar como se sentía la calidez de la luz de sol en mi piel, fue una experiencia demasiado agradable de volver a experimentar. Me voltee a observar a la joven que todavía mantenía agarrada con mi mano y se me fue el aliento, el suéter de hilo color celeste que traía puesto le quedaba precioso ya que resaltaba un poco el ligero tono bronceado de su piel, la cual en algunas partes se veía dorada gracias a los rayos del sol; sus ojitos estaban algo achinados por estar parada frente a la gran estrella diurna y su pelo oscuro estaba atado en un desordenado rodete.

-Te ves hermosa.

-¿De verdad? –Me pregunto con cierta duda en su voz y miro al suelo.

-Por supuesto que sí, siempre te ves hermosa Lydia y quien te haya dicho lo contrario, lo matare-Respondí con tanta naturalidad que me asusto, yo nunca fui un hombre de actos violentos.-Lo siento, no quise arruinar las palabras lindas con mi nuevo salvajismo...-Agregue un poco apenado.

La bella sigma levanto la cabeza ante mis palabras, y me observo a los ojos, poso una delicada mano sobre mi mejilla y la acaricio con su pulgar.

-El salvajismo esta en nuestra naturaleza, pero si te incomoda, es algo que se puede controlar- Me dijo.- La marca saca a relucir nuestros comportamientos más oscuros, con el tiempo desaparecerán casi por completo-Me explico, y asentí con lentitud procesando sus palabras.

Cuando me explica cosas de este nuevo mundo al que pertenezco ahora, se vuelve más preciosa de lo normal, iba a besarla pero algo de lo que dijo quedo resonando demasiado fuerte en mi cabeza.

-¿Marca? Lo que tengo en el cuello ¿es eso? ¿Me marcaste?-Pregunte un poco exaltado, la loba comenzó a ponerse nerviosa, por lo que soltó nuestras manos y dejo de acariciar mi rostro.

Ese pequeño acto genero una extraña punzada de dolor, no me gusto que me soltara, su tacto es agradable.

-Sí, pero lo hice para salvarte... y tú me dijiste que lo entendías-Me chillo nerviosa.

-Creí que te referías al hecho de entrar a mi mente e invadir mi privacidad-Le respondí de la misma forma.- ¿Qué viste ahí?-Pregunte.

-Nada, salvo por tu miedo –Respondió aunque su ceño se frunció casi de inmediato -¿Hay algo que no puedo ver? ¿Qué escondes Theodore Irwin? Somos compañeros de vida y no tenemos que tener secretos –Me hablo con molestia, parecía enojada pero luego se tapó la boca- Oh, por la Luna ¿Por qué te hice una escena de celos?

¿Qué fue eso? En menos de un minuto atravesó como tres emociones distintas ¿estará por entrar en esos días?

-Lydia, no escondo nada ¿sí? Es solo que me da vergüenza que pudieras ver lo que hay en ella... mis sueños más que nada-Confesé sintiendo mi cara algo roja.

Ella giro su cabeza hacia un costado, algo que hace cada vez que no entiende alguna cosa -y que me recuerda tanto a un perrito- hasta que se tapó su rostro completamente avergonzada.

Mi LobaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora