Capítulo 22 - Ana

107 5 1
                                    

Capítulo 22 - Ana

Me quiero morir, me despierto de un sobre salto, me duele la cabeza y tengo un gusto asqueroso en la boca. Quiero que me trague la tierra apenas abro los ojos y recuerdo todo lo que pasó anoche.

Diego no está, intuyo que se fue a hacer compras porque la heladera está literalmente vacía.
Voy al baño, me lavo la cara y repaso cada momento de la noche anterior, decido que necesito un baño largo y tibio que me ayude a olvidar el papelón de anoche.
Después de tomar dos ibuprofenos me sumerjo en la bañera, y los recuerdos son inevitables, luchar contra eso va a ser imposible.
Cierro los ojos y la imagen de Damián no tarda ni un segundo en aparecer, mirándome fijamente mientras penetra a Julia, como si estuviera penetrándome a mí, ¿o habrá sido solo mi imaginación? Dejo fluir la mano hasta mi entrepierna.
El momento en que jugó con el hielo y el calor de su lengua, la desesperación que sentí cuando estaba detrás de mí, desesperación que me llevó a buscar contacto con su cuerpo. El orgasmo... el mío y el suyo. Sigo tocándome porque eso me ayuda a recordar mejor cada momento con él. Me asusta ese poder que tiene sobre mi cuerpo. Bueno, no solo sobre mi cuerpo. A pesar de la incertidumbre los recuerdos vuelven a mí y los disfruto. Mi mano sigue jugando sobre el clítoris muy decidida.

Repaso cada momento mientras el placer aumenta, anoche en la cocina mientras me recuperaba de todo lo vivido, la sincera y un poco exagerada preocupación de Damián, el acercamiento..., esa vez cumplió su promesa... Aunque en el fondo hubiera querido que la rompa. Diego entrando, abrazándome y... el clímax se rompe, de golpe me congelo.
Me sumerjo en el agua porque no quiero recordar nada más. Aguanto la respiración todo lo que puedo, pero no alcanza. Necesito aire, ya no aguanto más, o quizás un poco.
De golpe unas manos me arrastran afuera del agua y el aire se apura por entrar de nuevo en mi cuerpo.

−Ana, te volviste loca ¿qué hacías?

Todavía me cuesta respirar bien.

−Nada Die, ¿que pensas que hacía? – Respondo y mi voz sale entre cortada, sigo estoy tratando de recuperarme-.


−No se, te llamo y no respondes, te grito y nada...

Uau, se ve que me fui lejos porque no escuché absolutamente nada.

−Perdón, estaba concentrada, no te escuché.

−¿Concentrada en qué? ¿Me podes explicar?

−Para Diego, ya te dije que no hacía nada, aguantaba la respiración nada más. Me sirve para enfocarme.

− ¿No te parece peligroso?

−No, si no me hubieras sacado, en unos segundos hubiese salido sola.

−No se Ana, fue raro. ¿En qué necesitas enfocarte? ¿Es por lo de anoche?

−Hablamos cuando esté seca y vestida, ¿puede ser?

−Está bien, te espero en la cocina.

Diego sale del baño y hago el intento de relajarme en el agua. No estoy segura de lo que le dije, no estoy segura de nada.
Por alguna razón, quisiera poder hablar con Damián, agarro el teléfono y para sorpresa mía, tenía un mensaje de él.

****Estás bien? Algo pasó ayer que te hizo sentir mal de un momento al otro. Si no me queres decir que fue, está bien. Pero no me mientas Ana.***

¡Ah! Y también hay un mensaje en el grupo:

***Anoche quizás avanzamos más de la cuenta y de nuestra parte más de lo planeado, pero bueno, se trata un poco de fluir también, ¿no? Como "guías" en este camino nuevo les recordamos que es importante que hablen sobre cómo se sintieron, no escondan sensaciones o sentimientos.
Con Julia esperamos ansiosos el próximo encuentro. ***

Se ve que estás trabajando duro Damián... me pregunto si le contaste a Julia el jueguito que hiciste conmigo en el baño. Se me fueron las ganas de hablar, no sé qué mensaje me molesto más, o si fueron ambos.
Me visto y voy a buscar a Diego que está con el celular en la mano.

− ¿Leíste?

−Si, recién. Me parece que es un buen consejo, ¿no? – A pesar de mi odio repentino, hablar de cómo nos sentimos no es un mal consejo-.

−Si... si queremos que funcione tenemos que ser sinceros...

− Tuve un orgasmo.

Diego se queda mirándome como si no entendiera.

−Ayer durante el juego, Damián... me hizo tener un orgasmo.

Diego se para, se me acerca de frente...

− ¿Hicieron trampa?

Creo que esa parte es mejor guardarla solo para Damián y para mí, de todas formas, estoy convencida que de una u otra forma hubiera llegado al orgasmo, y eso es lo que más me enloquece.

−No... no hicimos trampa. Estaba excitada, nerviosa y Damián sabía lo que hacía. -Eso sonó más duro de lo que esperaba-.

−Bueno está bien.

Pone la voz ronca y me besa el cuello, y sé que quiere más. Pero ahora soy yo la que no puedo, soy yo la de los fantasmas.

−Espera, por favor, Diego ahora no. Hablemos... ¿cómo te fue con Julia? Los miré unos segundos y te vi entregado... y admito que me sentí celosa y excitada al mismo tiempo.

Diego frena, me besa con ternura y vuelve a su lugar nuevamente.

−Estaba igual que vos Ana, sin la suerte del orgasmo, pero lo disfruté, y también te miré, y también noté tu entrega, pero no sé... no sentí celos. Sentí que ambos explorábamos nuestros deseos más íntimos, aunque admito que saber que te hizo llegar al orgasmo me da un poco de rabia. Y ganas de hacerlo yo... – Su mirada aún está encendida esperándome -.

−Ya vamos a tener tiempo... – Me acerco, acaricio su cuello y el apoya su cabeza sobre mi pecho disfrutando-. ¿Hay algo más que quieras...contarme?

−Mmm, bueno hay algo más... Me sentí incómodo cuando literalmente, me retó por haberte dejado ir sola sintiéndote mal, fue... invasivo. Raro. Exagerado. Julia me dijo que es muy sobreprotector siempre... pero con ella no siento que sea así.

−Intuyo que a Julia no le debe gustar, es una mujer muy fuerte, que sabe manejar muy bien cualquier situación y protegerse sola.

− ¿Y vos? ¿No sos una mujer fuerte?

−A veces. No siempre.

− ¿Qué paso en la cocina Ana? ¿Fui yo?

Ay mi amor... no sos vos, son los malditos fantasmas.

−Lo que dije ayer, me sentí mareada y se ve que el helado no fue la mejor idea.

− ¿Seguro? ¿No pasa nada más?

−Hey, ¿por qué tantas dudas?

−No se... Ayer Damián me preguntó algo y..

− ¿Qué te pregunto?

Sueno desesperada.

−Si te había pasado algo duro en el pasado y yo solo puedo pensar en las cosas feas que viviste conmigo, si yo te marqué con mi pasado, me sentiría muy mal Ana, te pido perdón.

¡¡¡Maldito Damián... Maldito maldito!!!

−Diego, mírame. Sacate esa idea estúpida de la cabeza. Lo hablamos mil veces, por favor, ni se te ocurra pensar eso. Yo podría haberme ido en cualquier momento, pero elegí quedarme y elegí involucrarme porque te amo. Asique olvidate de esta estupidez. Vamos a cocinar algo rico así nos despejamos, vos anda a cambiarte ponete cómodo.

Nos besamos y se va a la habitación. Agarro el teléfono y le escribo a Damián:

***Si queres saber algo de mí, preguntamelo de frente y no metas a Diego. No te voy a mentir, pero tampoco te voy a decir nada más, está claro?
Ah! muy lindo el discurso de la sinceridad... calculo que con Julia ya hablaste, no? ***

¡Estoy furiosa! Entro al grupo, pero no escribo nada. Releo los mensajes, y tiro el teléfono. Pensar que hasta hace unos días atrás estábamos googleando que significaba fisting, no dejo de pensar que abrimos una puerta a un mundo totalmente desconocido y no dejo de preguntarme si vamos a poder controlarnos o si siempre caeremos rendidos a sus pies como hasta ahora.

Quiero verte bailarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora