Capítulo 33 - Ana

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Capítulo 33 - Ana

No puedo creer haber pasado la noche en la misma cama con Damián. Es temprano y repaso las últimas 24 hs. En realidad, lo que me acuerdo porque tengo muchos espacios completamente vacíos. Podría quedarme horas viéndolo dormir, verlo respirar lento, como sube y baja su pecho... me obligo a levantarme, me lavo los dientes, y me pongo a preparar el desayuno. Me siento mejor, de hecho, mucho mejor. No se prácticamente ninguno de los gustos de Damián, asique hago panqueques, ¿A quién no le gustan? Estoy terminando cuando lo escucho llegar.

−Ana, ¿me queres matar de un susto?

Siempre tan exagerado. Me acerco despacio y le doy un beso en la mejilla.

−Buen día.

Le regalo mi mejor sonrisa.

Me pregunta si estoy mejor y la verdad que sí, estoy mucho mejor. Estoy renovada. Le pregunto qué quiere desayunar, a ver Damián si me dejas conocerte un poco más.

−Lo que tomes vos.

Evidentemente hoy no va a ser el día para saber que le gusta.
Se acerca por atrás, me pide que lo deje ayudarme, pero me niego. No puedo tenerlo tan cerca y menos sintiéndome mejor. Me besa el cuello y absolutamente todo mi cuerpo le responde. Se me pone la piel de gallina, al ver que cumplió su objetivo se va y me espera en el living. Tengo que mojarme la cara y respirar profundo para poder continuar.
Preparo una bandeja con dos tazas de mi té favorito y pongo de todo un poco de lo que encuentro. Hay bolsas de supermercado, son cosas que tiene que haber comprado él. Señor control tenía que estar en todo.
Dejo la bandeja haciendo equilibrio. Estoy nerviosa, tengo un cosquilleo y la sensación de no poder quedarme quieta.


−Traje de todo porque no sé qué te gusta.

−Gracias, huele delicioso.

Debo estar roja como un tomate.

− ¿De qué es Ana? – El aroma o el sabor del té le llamo la atención-.

−Vainilla y caramelo. Es mi preferido.

Creo que le gusta, no puedo estar segura. Me cuenta que habló con Julia y que van a pasar por acá, que Clau se queda cuidando a Nancy.

Tendría que estar contenta pero no lo estoy, quiero más tiempo de este Damián.
Después de tantos meses de sentirme ignorada de golpe soy su centro de atención, por la razón que sea, me hace sentir tan bien.
Le pregunto si Nancy está mejor y me dice que sí, eso me pone feliz. Lo único que espero es que Diego este más calmado.
Suena el celular de él y se queda mirando la pantalla, ¿Será de nuevo eso tan grave? A los pocos segundos suena el timbre y se levanta rápido para abrir. No me da tiempo a preguntar nada. Se abre la puerta y entra Diego corriendo, me levanta del sillón y me besa profundamente, todo al mismo tiempo. Respira agitado, tiembla y está frenético.

− Die, ¿estás bien? – casi no puedo hablar porque mi boca la ocupa él-.

− ¡Si, pero te necesito!

Me alza y me apoya contra la pared para poder meter sus manos por abajo del remeron, lo miro a Damián que está congelado, ¿Que estará pensando?
La erección de Diego me empuja y me trae a tierra, le devuelvo el beso y lo empujo con mi cadera, me retuerce los pezones y se me escapan los primeros gemidos. En ese instante Damián se levanta del sillón y se acerca con Julia.
Esto es lo que le gusta, pienso... Yo tratando de conocerte más cuando no debería, cuando en realidad ya sé lo necesario.
Tengo a Damián detrás de mí, en pocos segundos me saca el remeron para dejarme casi desnuda.
Si esto es todo lo que voy a conocer de él, quiero hacerlo al máximo.
Me bajo de Diego y me giro para quedar frente a Damián, asaltaría su boca con mi lengua, pero creo que no tendría retorno. Le saco la remera y dejo marcadas mis uñas al paso de mi mano.
Me pregunta al oído si estoy bien, la verdad que no. Estoy desesperada por más. Pero no sé qué es más.

−Te dije que no soy de cristal.

Esto es lo que querés Damián, ¿Qué estás esperando? ¿Qué me ponga de rodillas?
Se queda un instante pasmado, pero está completamente enfocado. Todo este tiempo compartido mantuvimos a raya lo que deseábamos.
Me lleva hasta la habitación, me deja en la cama y sé que lo que quiere es tener el control asique lo cedo. Me saca la ropa interior, me besa por todos lados hasta que se detiene en mi sexo y aprieta con su lengua. Abandona un instante la tarea solo para subir y lamer mis pechos y pezones que se endurecen al primer contacto. Vuelve con su lengua a mi sexo, siento que voy a explotar en cualquier momento, lo desee tanto que no sé cuánto puedo tardar.
Lo escucho entre gemidos roncos.

−Todavía no Ana

¿Cómo espera que frene el orgasmo? No tengo tanto control como él.
De golpe Diego me toma de la mano, está acostado desnudo al lado mío, Julia lame su erección de arriba a abajo, ¿En qué momento entraron? Damián me gira y me deja de espaldas a él, me muevo en la cama esperando sentir su miembro entrar, pero no sucede. Me vuelvo hacia él.

Quiero verte bailarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora