Capítulo 7 - Ana
Estoy preparando algunas cosas para la sesión, y también estoy a punto de cancelar... Desde el jueves a la noche que Diego se aisló en el estudio porque dice que se siente mal. Como si estuviese por engriparse, sin otro síntoma... Bueno si, angustia, miedo, bronca, etc.
Me repito mil veces que está bien, es parte del proceso, que tantas emociones contenidas hacen que el cuerpo explote, pero igual me da culpa irme.
Por supuesto hace dos días que casi no hablamos, solo le llevo comida. Es una buena excusa para no tenerme cerca y no contarme que le pasa. La charla del jueves me había dejado más tranquila, pero preocupada, no sé cómo ayudarlo y eso me atormenta.
Golpeo la puerta del estudio y hablo bajito por si está dormido.
_ ¿Die... y si mejor me quedo?
_Ni se te ocurra, estabas súper entusiasmada con la sesión, y yo estoy mejor.
_ ¿Me avisas cualquier cosa que necesites?
_ Siiiiii, -me lo imagino dando vuelta los ojos- quédate tranquila. Pasala bien mi amor.
_Gracias, chau. -Me despido acariciando la puerta y ese gesto me hace sentir una estúpida-.
Pongo la dirección en el GPS, son menos de 30 cuadras, es cierto que vivimos cerca.
La calle está prácticamente vacía, de Urquiza a Belgrano tardo menos de 15 minutos en llegar. Es temprano, busco la altura, y encuentro una casona enorme, con estilo colonial y todo el frente lleno de madreselva coronando un enorme portón de reja. Uf, lo que debe ser esto en primavera lleno de flores.
Respiro varias veces y busco el timbre que no encuentro por ninguna parte. Me muero de frío asique decido escribirle a Damian.
***Estoy afuera, me encantaría que me reveles el misterio del timbre jaja***
Las tildes se ponen azules, y después de unos segundos se prende una luz en la entrada y puedo ver más allá de las rejas. La casa es enorme, lo que no me extraña. No está lejos de la entrada y tiene dos pisos que se lucen ahora iluminados. Quedo realmente fascinada, pero espero que no se me note. Damián sale por la puerta principal, lleva el barbijo puesto, presiona un botón y una de las hojas del portón se abre. Camino hacia él, y arrastro una sensación en el cuerpo que me cuesta entender.
_Damián.
Me brota de la boca su nombre, me pregunto si genera este efecto en todas las mujeres.
_Si, ese soy yo. -Sonríe, se le nota por los hoyuelos que se dejan entrever a través del barbijo-.
_Pasá Ana que hace frío.
Su mirada se potencia por culpa del barbijo, y sus ojos ahora son de un verde tan intenso que es imposible describirlos. O quizás soy yo la que me potencio en su presencia.
Abre la puerta por completo para que pueda pasar y descubro una casa enorme, antigua. Es posible que mis ojos revelen mi curiosidad. Pisos y muebles de madera, todo es muy cálido. Intuyo que Julia tuvo mucho que ver con esto. ¡Julia!
_ ¿Julia? ¿Está bien la tía?
_Si, va todas las semanas. Le lleva comida, paga los impuestos, la ayuda con la casa. Se queda todo el día y vuelve cuando la tía está dormida. Es toda la familia que le queda, y tiene un vínculo muy especial, es como una madre.
_No tenía idea... – Desconozco casi todo de la vida de ella, no sé porque me extraña no saber de su tía-.
_Seguime Ana, ¿Queres algo para tomar antes de arrancar?
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Quiero verte bailar
RomanceAna se encuentra sola durante la cuarentena a pesar de vivir con el amor de su vida, quien parece estar luchando con sus fantasmas internos y no se da cuenta que la ha estado dejando de lado en todas sus decisiones. Pero todo cambia cuando reciben u...