Capítulo 28 - Damián

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Capítulo 28 - Damián

Ana no responde mí mensaje, aunque sé que lo vio. Después de la charla con Gustavo la cabeza me va a mil. Pierdo el control cuando estoy cerca de ella, y ahora también cuando no lo estoy.
Después de correr durante una hora caigo exhausto, y finalmente tengo un plan o algo parecido.
Confundimos las cosas, no somos amigos. Decido volver a enfocarme solo en el placer. Que Ana haya ignorado mi mensaje es lo mejor. A partir de ahora y como siempre tendría que haber sido, somos dos parejas que disfrutan de estar juntos, y nada más.
Necesito de Julia más que nunca, pero está cuidando a Susy. No voy a molestarla con mis problemas, pero definitivamente en algún momento tenemos que hablar.
Suena el teléfono, es un mensaje de Gustavo.

***Damián, espero que nuestra charla te haya ayudado. Admito que me dejaste bastante intrigado. Tenemos un viaje a Argentina programado para resolver la venta de la casa, en cuanto podamos realizarlo espero que podamos vernos.
Contame que resolviste con Ana. Abrazos***

Verlos de nuevo... Julia va a estar feliz...

***Estaremos encantados de verlos, ojalá les permitan viajar pronto, decime Gustavo si podemos ayudarlos con algo desde acá. Respecto a Ana, no lo tengo claro. Por el momento enfocarnos solo en disfrutar.***

Su respuesta llega rápido.

***Cuidado con perderte en el placer***

¿Que significa eso? Revoleo el celular y llega otro mensaje, lo agarro con furia y decidido a romperlo contra la pared. Pero la pantalla me avisa que el mensaje es de nuestro grupo y me congelo antes de destrozarlo. Es Diego avisando que su hisopado dio negativo y que quieren vernos. Me pregunto si Ana está de acuerdo con esto. Evidentemente sí. También un mensaje de ella que no había visto y que borro sin leerlo.
Me grabo en la cabeza que somos compañeros de placer, y nada más. Se terminó el Damián que quiere salir corriendo cada vez que ella está mal.
Vamos a ver de una vez por todas si están listos para esto, basta de juegos preliminares.

***

Me debato entre escribirle a Gustavo o no hacerlo. Creo tener todo bajo control, pero no sé por cuanto tiempo.

Llega el día tan esperado, me resulta extraño sentirme calmado. Preparo el juego, el último. Me visto y al entrar al baño es inevitable que el recuerdo de la mirada de Ana gimiendo de placer me arrebate toda la paz que había logrado.

Suena el timbre. Llegaron. Abro la puerta y ahí están ellos esperando con ansiedad y nerviosismo. Ana está hermosa con un vestido corto que le queda increíble. Evito verla a los ojos, si lo hago estoy perdido.
No sé bien cómo, pero la noche pasa entre risas, charlas y brindis.
Tengo que concentrarme una y otra vez en el plan, me lo repito una y mil veces.
Sé que Ana me mira, ya no aguanto. Hay que terminar -o empezar- esto de una vez.

−Bueno, creo que están listos para el último paso. El último juego y después les tocará decidir si siguen o no.

No se esperaban que fuera tan directo. Explico el juego y les aviso antes de comenzar que hoy no hay límites. No quiero que queden dudas. Me prestan mucha atención igual que siempre.
Empezamos a jugar y admito que nunca estuve tan distraído. Al principio son prendas más bien aburridas que sirven para entrar en calor, hasta que finalmente me toca acercarme a Ana para besarle el cuello. Algo le pasa a Diego, está ausente, despistado, casi tanto como yo. ¿Será que hay algo que no nos dicen? Para evitar la mirada de Ana paso por detrás del sillón corro su pelo y lento paso mi lengua, el corazón me da un golpe fuerte en el pecho al sentir su piel tibia y su dulce aroma, necesito cortar el contacto rápidamente. Vuelvo a mi sillón e intento recuperarme, cierro los ojos y me concentro.
Escucho la voz de Julia que grita

−Streptease

Miro de reojo a Ana y sé que se muere de vergüenza. Mira a Julia moverse y de golpe la siento ida. No tiene que importarme, me lo repito de nuevo.
Carraspeo la garganta para traerla de nuevo al aquí y ahora, se pone delante de mí. Fugazmente se cruzan nuestras miradas, entiendo que está nerviosa, y no aguanto esos ojos, asique me acerco y se los cierro. De a poco se suelta y empieza a bailar. Automáticamente me arrepiento de haber puesto esta prenda. ¿En qué estaba pensando? ¡Si verla bailar me vuelve loco!
Abre los ojos, es la Ana decidida. Camina despacio, se saca el vestido y tengo que contenerme cuando se sienta arriba mío. Se acerca aún más a mí, necesito apartar la vista un segundo, para poder volver a tener el control, pero su voz me trae de regreso.

−No dejes de mirarme por favor.

Quiero verte bailarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora