Capítulo 5 - Ana

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Capítulo 5 - Ana

Entro a casa con las mil bolsas del supermercado, apoyo todo en la mesa de la cocina. Dejo el bolso y la campera, me saco las zapatillas, pongo a lavar el barbijo... todo un trámite.

Mientras limpio con alcohol cada compra, pienso en lo mucho que extraño abrazar a mi mamá, lo que me cuesta verlos de lejos y solo una vez cada tanto. Lo cierto es que hasta hace unos meses nos veíamos una vez por mes. Nunca fuimos muy unidos, vivíamos discutiendo. Y ahora con todo el brote del COVID quisiera poder tenerlos más cerca. Supongo que es el miedo a perderlos...

Anoche anunciaron que seguimos por 15 días más en cuarentena, ya vamos cerca de 80, o no sé, perdí la cuenta, nunca imaginé nada igual. La risa de Diego me saca de mis pensamientos, las carcajadas son cada vez más fuertes, está hablando por teléfono.

−No puedo creer que hayas hecho eso, no puedo parar de reirme Julia, si, si... dale, mañana te mando el cierre, chau.

Entra a la cocina todavía sosteniendo el teléfono y empieza a ayudar con las compras mientras yo lo miro esperando una respuesta.

Pasa por detrás mío y me da un beso en la cabeza, deja el celular y agarra otra bolsa.

Estoy un poco extrañada, ¿Estaba hablando con Julia?

Como la respuesta no llega trato de sonar despreocupada y le pregunto quien lo había hecho reír tanto.

−Era Julia, me hizo tentar de risa...

Si, te escuché, te escuchó el vecino también.

−Me estaba contando que hace un tiempo, cuando recién empezaba, entregó los planos a un cliente y el tipo le dijo "¿Dónde está el arquitecto?" −Lo dice imitando la voz del sujeto en cuestión− y Julia le explicó que la arquitecta era ella, y el tipo no le creía, un tarado... Julia se enojó y le rompió el plano en la cara y se fue.

−No debe ser fácil para una mujer abrirse camino en una profesión de "hombres", no puedo creer que todavía queden tantos dinosaurios dando vueltas. −Y aunque sonrío no puedo evitar sentir una pizca de celos.

−Si, admito que me cuesta un poco...

_ ¿Qué es lo que te cuesta? ¿Que las mujeres seamos capaces de hacer cualquier actividad que nos propongamos y además triunfar? -Me estaba poniendo roja y no estoy segura de cuál era la razón real-.

_Ana, pará, no te enojes... No es excusa, pero no crecí con ideales de nada, la figura masculina que tuve toda mi vida fue la de un tipo que no movía un dedo y mi mamá le daba todo servido.

_Ya se Die, pero vos no sos así...

Veo ingresar la oscuridad en sus ojos otra vez.

_Me dijo Julia que Damián necesita hablar con vos, es por un favor, no entendí bien, seguro después te llama.

Cambió de tema otra vez, como siempre que hablamos de su familia o de su padre. La voz de mi conciencia me castiga celebrando que al menos hablamos de algo.

_Ok. - Hablar con Damián después del sueño que tuve no me causa mucha gracia, pero intento no darle importancia- ¿Y hoy que hacemos? -Le pongo mi mejor cara de pícara esperando recuperar un poco de la intimidad que tuvimos-.

_Tengo mucho trabajo, ¿vos a qué hora das clase? más tarde podemos ver una serie si queres.

Lo que quiero es estrangularlo, ahorcarlo, clavarle el taco del zapato. Resignada le doy la espalda y me pongo a acomodar lo que queda de las compras.

_Hace una semana pegué los horarios en la heladera, así no me tenes que preguntar a cada rato.

Me da un beso a modo de disculpa y vuelve al trabajo.

Quiero verte bailarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora