Capítulo 23 - Ana

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Capítulo 23 - Ana

Suena el timbre y me despierto de golpe, Diego está dormido sobre mi regazo. Me duele todo. Me levanto despacio, pero se despierta.

−Mi amor, seguro llegaron de la obra social. Quédate despierto ¿si? Ya vengo.

Salgo rápido y efectivamente eran ellos. Dos médicos, una mujer y un hombre. Tienen unos enormes trajes, parece que la nave va a despegar en cualquier momento. Le pido a mi cabeza que se concentre y deje de pensar tonterías. Los invito a pasar, y una vez en el living les pido que me esperen. Tienen actitud de cansados. La cara prácticamente no se les ve detrás de todo lo que tienen puesto. Trato de apurarme y de apurar a Diego.

−Die, están en el living esperando.

Por supuesto estaba dormido.

−Dale Diego, no me hagas enojar, levántate.

−Shhhh.

−Diego Javier Santos, levantate ya.

Abrió los ojos, me sonrió. Esta vez me hizo caso, y en pocos minutos estábamos con los médicos.

El doctor preparó todo para realizarle el hisopado, mientras ella lo revisaba y le preguntaba por los síntomas que tenía. Les ofrecí algo para tomar, pero lógicamente se negaron... Cuando vi el largo hisopo tuve que desviar la vista porque me dio mucha impresión.

−Bueno, ya está, máximo 48 hs les enviamos el resultado. Fíjense por favor si los datos de contacto están bien.

Nos entrega una planilla dónde está mi celular y mi mail.

−Si, está perfecto. ¿Y ahora como seguimos?

−En principio no se alarmen, no tengan contacto con nadie. Si en los últimos días vieron a alguien pueden avisarle por las dudas. Y, si ven que el cuadro se agrava antes del resultado vuelven a llamar.

−Perfecto, muchas gracias. Los acompaño a la puerta.

Cuando vuelvo, Diego ya estaba metido en la cama.

− ¿Necesitas algo?

−Ana te juro que nunca me sentí así. No puedo estar ni parado.

−Tranquilo mi amor, trata de comer eso te va a ayudar. Y tomar agua. Te voy a traer unas frutas, ¿querés?

−A vos te quiero Ana.

Me agarra de la mano y me da un beso. Nos quedamos unos segundos así y después me voy a preparar un plato con frutas.
Estoy cortando unas naranjas cuando suena el celular.

−Hola.

−Ana, ¿cómo están? – Es Damián-.

−Recién lo hisoparon a Diego.

−Que bueno, fueron rápido.

−Si.

Todo lo que puedo decir son monosílabos.

−Ana, es lógico que estés preocupada.

Toda la angustia que tenía contenida desde anoche, no puedo contenerla más...Damián logra eso, me desarma con las palabras justas.

−Voy para allá.

−No, estoy bien. Bueno, no. Pero es como vos decís, es preocupación. Por Diego, pero...

Freno de golpe.

− ¿Pero?

−Pero nada, ya se me va a pasar. Gracias por hacerme quedar siempre como una llorona.

−Un placer.

Cortamos y me doy cuenta de que la angustia crece cada vez que pienso en ellos. En ambos ¿o solo en Damián?, me pregunta la voz de mi conciencia.
Vuelvo a la cama y le doy de comer en la boca a Diego.

− ¿Me pareció o anoche hablaste con Damián?

−Te pareció bien. Les avise temprano para que Julia no vaya a ver a su tía.

−Tenes razón. Hay un cliente también que...

−Shhh ya se. Me pareció mejor esperar el resultado para avisarle. No quise decidirlo sin preguntarte.

−Si, mejor avisémosle. Ahora lo llamo.

−Die... algo más.

Me mira y me abre la boca para que le dé más fruta.

−A la madrugada, ¿te acordás?

−Si, me metiste en la bañadera y abusaste de mí.

Nos reímos con ganas.

−Dijiste algunas cosas... no se... estabas delirando...

− ¿Que dije? No me hagas caso Ana estaba volando de fiebre.

−Si, bueno, la fiebre casi no te bajo con el baño y no teníamos más ibuprofeno.

−Ana, ¿qué es lo que te da miedo decirme?

−No quería dejarte solo... Damián trajo el ibuprofeno.

Listo lo dije, rápido. Como cuando se arranca una curita.

− ¿Y eso te preocupaba? Después voy a agradecerle. Nosotros hubiéramos hecho lo mismo ¿no?

Tiene razón, ahora que lo dice así, me siento una exagerada. No sé porque me pareció un acto imperdonable.

−Veni, abrázame.

Quiero verte bailarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora