Capítulo 40 - Damián

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Capítulo 40 - Damián

−Ya vomitó todo lo que tenía adentro. Ahora que descanse y tome líquido despacio, es muy importante que la hidrates.

Lo despido a Julio en la puerta, una vez más le agradezco en silencio que no haga preguntas.
Vuelvo rápido con Ana. Está en mi habitación, recostada en mi cama, completamente pálida y muy delgada... no puedo evitar notar que perdió peso desde la última vez que la vi.
¿Qué sería de ellos en este momento si no nos hubiéramos metido en su vida...? ¿Estarían juntos y felices? ¿Estarían matándose? Separados probablemente no.
Ana se retuerce en la cama. Acaricio su mejilla y corro un mechón de pelo.

−¿Damián?

−Tranquila, tenés que descansar.

Acerco un vaso con agua con un sorbete para que pueda tomar.

−Toma despacio por favor...

Apenas bebe un poco y se queda dormida. Tiene vómito en el pelo y en la ropa, pero no quiero despertarla. Busco una toalla y con un poco de agua la limpio. Le humedezco la frente, el cuello... me detengo justo antes del pecho.
Me invade la rabia y es imposible controlarla. Agarro una remera y un bóxer míos. Los dejo en la punta de la cama para cuando despierte y salgo de la habitación.
Me pongo zapatillas y salgo a correr. ¿De dónde viene tanta ira? No lo sé con certeza, pero necesito descargarla ya. Decido correr acá en casa, no puedo ni quiero dejarla sola.
Después de media hora vuelvo, agitado y empapado en sudor. Y sobre todo con más calma. Voy a la cocina, abro la heladera para tomar agua cuando percibo que no estoy solo. Es Ana, no esperaba verla levantada. Esta sentada en la isla del centro, con mi ropa puesta y hielo en la mano.
Me recuerda a aquella noche... Una remera más para guardar a escondidas.
Ana me mira con ojos tristes, preocupada, ¿Es miedo? Noto como una lágrima cae lento por la mejilla. Estoy parado en la puerta de la cocina, sorprendido porque no esperaba encontrarla acá. La primera sensación es de alegría, ella está bien. Hasta que me transmite todo eso y quiero correr a ella. No freno ningún impulso y me acerco.
La miro a los ojos. Seco sus lágrimas, la tomo del cuello para besarla, me acerco a sus labios, pero me rindo y bajo la cabeza. Lo sentí una vez y vuelvo a sentirlo hoy, soy su esclavo.
Ana toma con sus manos mi cuello, están tan frías que me produce un escalofrío... Me levanta la cara, me acaricia los labios, el mentón. Ella también lo desea.

−Soy un asco.

Lo dice y lo siente. La tomo fuerte de la cintura y la acerco a mi todo lo posible. Levanto su rostro, le beso los ojos, la punta de la nariz, el mentón y finalmente me acerco a su boca, esos labios que hace meses necesito sentir. Al principio es un roce pequeño, quiero disfrutarlo...
Ana acepta el beso y se entrega a las ganas. Despacio nuestras lenguas se investigan suavemente. Lento, pero sin pausa. Mi corazón va a explotar, mi entrepierna va a explotar, la cabeza me va a explotar...es una sensación que no sentí nunca en la vida.

−Jamás vuelvas a decir algo así Ana.

Baja la mirada y se aferra con sus piernas a mi cintura.

−Me siento así, no puedo evitarlo.

−Bueno... entonces yo te voy a hacer entender lo maravillosa que sos.

Esta vez tomo su boca sin anticipación ni permiso. Ana me levanta la remera y me la saca y por un segundo me dejo llevar. Estoy deseoso de ella, agitado y preparado para ella, pero necesito que me escuche.

−Espera Ana -Me sale un gruñido, necesito respirar-. Me muero por penetrarte, por poseerte toda. Me cuesta frenar, creeme. Pero necesito que hablemos.

Otra vez aparece en su mirada el miedo, ¿Pero miedo a que Ana? Asiente con la cabeza, se separa un poco, agarra un hielo, lo pasa por los labios y lo muerde, lo pasa por el cuello, ¿Lo está haciendo apropósito?

−Me vas a matar Ana...

Se sonríe con esa mueca pícara que me encanta y deja el hielo.

−Veni, vamos a darnos un baño juntos primero.

La llevo upa, con su cabeza apoyada sobre mi hombro. Entramos al baño, enciendo la ducha, pronto el vapor inunda la habitación. La desvisto lento, y ella hace lo mismo conmigo. Entramos a la ducha dejamos que el agua caiga sobre nosotros. Ana empieza a enjabonar mi cuerpo. Primero los brazos, después el pecho, me mira a los ojos y se muerde el labio y sigue bajando hasta tomar mi miembro. Empieza a masturbarme sin dejar de mirarme. El agua corre y se lleva toda la espuma y Ana decide arrodillarse y con la vista clavada en la mía se mete en la boca mi erección que late fuerte al primer contacto con su lengua. Me asusta lo que siento. Tengo que apoyarme sobre el vidrio frío para no caerme. La boca de Ana, su lengua, toda ella envuelve mi sexo que va a explotar. Percibe mi excitación y aumenta el ritmo. Es increíble, no aguanto más y acabo en su boca. No me equivocaba cuando pensaba que su boca y su mirada serían una combinación imposible de aguantar.
Se levanta satisfecha, relamiéndose. La tomo de la cintura, la estrecho contra mi cuerpo y la beso, una y otra vez, por todas las veces que me aguanté.

−Ana, ¿Qué voy a hacer con vos?

Esa pregunta es para ella y es para mí... después de hoy no creo poder aguantar separarme otra vez. No sin saber si vuelvo a verla.

− ¿Qué voy a hacer yo con vos Damián?

Se pone de espaldas para agarrar el shampoo. Empieza a lavarse el pelo y es completamente hipnótico ver cómo la espuma cae por su espalda y se escurre por el centro de su culo. Lo acaricio, es perfecto, suave...

−Ana...
−¿Qué? - Responde gimiendo-.

_ ¿Tuviste sexo anal alguna vez?

Mi pregunta la sorprende. Todo su cuerpo se tensiona.

−Probamos a veces con Diego, pero nunca con... buenos resultados.

−Anoche casi te entregas por completo... ¿Qué pasaba si yo no llegaba?

− ¿Estás seguro de querer hablar ahora de eso?

Su tono cambia, está entre enojada y avergonzada. La sostengo para que no se mueva. Me enjabono bien las manos y las paso por su sexo. Eso la obliga a arquear cada vez más la espalda y a refregar su hermoso culo por todo mi miembro que ya está listo de nuevo. Gime y es un sonido tan maravilloso. No dejo de estimular su clítoris. Cuando siento que está cerca, llevo la punta de mi erección a su culo que me espera con ansias. Su cuerpo responde.

Quiero verte bailarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora