Capítulo 9 - Ana

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Capítulo 9 - Ana

Hace dos días que solo salgo de la habitación para ir al baño. Me aprovisioné de comida chatarra y agua, corrí la cama y la clase del lunes la di aca. No quiero ver a Diego, ni cruzármelo. El primer día se acercó varias veces a tratar de hablar, pero parece que ya se cansó.

Ayer revise el home banking desde la computadora y tenía la plata depositada de las fotos. Me caí de la cama al ver la cifra: $150000, quedé de piedra... Nunca pensé que iba a ser tanto, lo cierto es que lo hubiese hecho solo por el gusto de hacerlo. Estuve a punto de escribirle a Damián, pero después de la "invitación" que nos enviaron me pareció que no era lo mejor. Así que, plata ganada plata gastada... Me compre un celular nuevo, se supone que llega hoy.

Decido salir a prepararme un té. Hoy hace particularmente mucho frio. Cuando el agua está a punto de hervir, suena el timbre.
¡Llegó mi teléfono nuevo!
Al volver ya con mi paquete, Diego está esperándome en la puerta de la habitación, nos quedamos unos segundos mirándonos... Es como si no fuéramos los mismos. Lo que tanto temía está a punto de suceder y siento que no tengo fuerzas.

_ ¿Podemos hablar Ana?

_ ¿De qué querés hablar?

_De nosotros...

_Yo ya dije todo lo que tenía para decir.

_Ana, a vos se te dieron fácil las cosas en la vida, tus papás te apoyaron siempre, no tuviste que luchar con tu familia, haces lo que te gusta...

Mientras lo escucho hablar, se me llenan los ojos de lágrimas, es bronca, es angustia...sigue hablando, pero ya no escucho, es como si sintiera un zumbido en los oídos. No quiero explotar, pero lo hago. Otra vez.

_ ¿Vos me estás diciendo Diego que yo no entiendo? ¿Que yo no tuve que luchar? ¿De verdad me estás diciendo eso? Es cierto, no tuve un padre borracho o golpeador, pero ¿Te olvidas que mis papás querían que estudiara medicina o derecho o alguna carrera con "futuro"? Que me quemaron la cabeza con eso toda la vida. Tuve que trabajar muchísimo para que se dieran cuenta que iba enserio. ¿Te olvidaste que no quisieron pagarme ni una puta clase al principio? Todo muy lindo cuando era una nena y lo hacía por hobbie, pero cuando decidí que quería esto para mi vida, me dieron la espalda. ¿Te acordas que del colegio me iba a trabajar a MC Donald para poder tener un sueldo de mierda pero que me permitía estudiar lo que amaba? – Mi voz es cada vez más alta y entrecortada -.
¿Que aún después con la aceptación y ayuda de mis papás me costó un ovario y medio hacerme un camino en la danza? Mil castings fallidos, mil tropiezos, que decidí quedarme en Argentina y mil cosas más. ¡Qué raro que no te acuerdes porque estuviste ahí! -Pienso un segundo, pero las palabras se me juntan todas en garganta y no puedo callarme-.
¿Sabes que creo? Que vos no tuviste huevos suficientes para perseguir tus sueños, que todo lo que te dijo tu papá lo aceptaste como cierto, y dedicaste tu vida a un trabajo que odias, y lo peor es que no soportas que a mí, supuestamente el amor de tu vida, ¡Me vaya bien haciendo lo que amo!

Diego está paralizado mirándome fijamente. El silencio recae sobre ambos y yo me siento encerrada en mi propia casa.

_Creo que no hay vuelta atrás... es mejor separarnos un tiempo.

Paso por el costado de la puerta, entro a la habitación, busco un bolso y empiezo a poner ropa, busco las llaves de la casa de Lau que está vacía. Sé que ahí voy a estar tranquila, las echo en el bolso. Diego tarda unos minutos en darse cuenta lo que estoy haciendo.

_Ana, espera, ¿qué haces?

_Me voy a la casa de Laura. – No tengo ni un rastro de seguridad encima-.

_Por favor no...

Diego quiebra en llanto, se arrodilla y me abraza las piernas para que no pueda moverme. Me toma por sorpresa y me destruye.

_Ana no te vayas, no me dejes, vamos a solucionar nuestros problemas. – Tiembla el piso para ambos-.

_Es...Por un tiempo, para que veamos qué nos pasa, que te pasa... Por favor levantate.

Me desarma verlo así, y ser yo quien le ocasiona toda su angustia. Dejo el bolso y me siento en el piso, solo en ese momento él suelta mis piernas.


_No necesito tiempo, te amo, perdón por lo que dije, perdón por estos meses, voy a trabajar para cambiar. Ayudame, no me dejes. Sos lo más importante de mi vida.

Entre lágrimas se acerca y me besa, y yo accedo a su beso dulce porque lo necesito. Nos miramos, volvemos a reconocernos, nos acariciamos, limpiamos nuestras lágrimas, nos besamos con los ojos abiertos, como queriendo comprobar que esto es cierto. Nuestras lenguas piden más, me levanta del piso, y quedo aferrada a él rodeándole con mis piernas la cintura. No dejamos ni un segundo de besarnos, me lleva hasta la cama, me deja caer suavemente, escucho como el bolso cae al piso, el beso se detiene y ya lo extraño, se saca la remera y se desabrocha el pantalón. Se acerca y lentamente me saca la ropa. Cada vez que una parte de mi cuerpo queda desnuda, la llena de tibios besos, tengo la piel de gallina, pero no es frío, es excitación y amor. Levanto la pelvis para sentirlo, sé que eso le gusta, y a mí me vuelve loca. Su erección crece, quiero tocarlo, pero no me deja, me sostiene los brazos por encima de la cabeza. En eternos segundos ya lo tengo adentro mío, llenándome. Acaricia mi clítoris mientras me penetra lentamente. Aferramos nuestras manos como si nuestra existencia dependiera de ese lazo, nos besamos, nos lamemos, me pone de espalda y vuelve a llenarme, sostiene mi cabello y me besa en el cuello, mientras recorre con su otra mano toda mi espalda, y vuelve al clítoris y lo masajea, siento que voy a explotar, aumenta el ritmo cada segundo.

_Juntos Ana.

Quiero verte bailarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora