Capítulo 26 - Ana

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Capítulo 26 - Ana

Estoy esperando a que Lau se conecte. Veo mi reflejo y hay algo que me cuesta reconocer. Hay una parte mía que siento y veo distinta. Me cuesta registrar que es o a que se debe, pero está y eso es indudable.

−¡Jo! ¡Ana estas hermosa!

− No exageres Lau. – Nunca se me dio bien esto de recibir cumplidos-.

− Bueno, quiero detalles de hoy.

Miro al techo como si eso fuera a darme alguna certeza de lo que pueda o no llegar a pasar.

−No sé Lau. Llegó el día. El que se supone que va a ser el último día. Y tengo la sensación de que hubiéramos vivido mil cosas juntos, como si hubieran pasado años.

− Pausa ahí. ¿Cómo es eso de "se supone", no estas segura?

−No estoy segura de nada. Me lo repito una y otra vez a mí misma y hace cinco minutos se lo repetí a Die también.

− ¿Qué cosa?

− Que esta es la última noche Lau. Que no se, quizás nos sirva a modo de despedida.

Nunca vi una mirada así en la cara de Lara y desde ya, nunca la vi tan muda.

−¿Hay algo que quieras decirme querida, aunque sea darme ánimos?

− A ver querida – y simplemente así, mi humor mejora un 50%- lo de una pareja abierta no me parece una locura. Lo que me parece una locura es hacerlo estando con la pareja... -decide frenar- no quiero decir algo que te lastime estando tan lejos.

−Larga todo Lau, lo necesito. Me siento perdida.

− Ana, abrir la pareja cuando está casi rota es cuanto menos arriesgado. Y llamame loca, pero vos estas distinta. Hay otra confianza en tu mirada y eso lo celebro. Pero cuidate por favor. Cuida tus sentimientos.

Diego golpea la puerta y tengo que despedirme rápido para así poder irnos. Tengo atragantadas las últimas palabras de Laura.
Le repito a Diego que esta noche es la última y él lo confirma con su mirada. El silencio entre ambos es abrumador. Todo el camino es igual. Al llegar, tocamos timbre y entramos. Esta vez nos recibe Damián, nos saluda, pero no me mira y eso me hace sentir más chiquita que la cabeza de un alfiler. Pasamos a la sala donde nos recibe Julia. Hoy quisiera que no esté tan radiante como siempre, pero es innato en ella. Me abraza y hay algo en ese gesto tan cálido tan de Julia, que me hace sentir mejor. Charlamos sobre su tía, sobre lo mal que estuvo Diego. Me impresiona la cantidad de veces que se hisoparon. Damián sigue sin cruzarme la mirada y ya no entiendo porque está tan enojado.
Comemos algo ligero, brindamos por qué la salud nos acompañe y podamos volver a la normalidad. Normalidad.
Después de reír tras algunas anécdotas de Julia, Damián golpea la copa con una cuchara.

−Bueno, creo que están... estamos... listos para el último paso. El último juego y después les tocará decidir si continúan o no.

No sabe que ya decidimos que hoy se termina esta locura.
Nos sentamos en los sillones, hay unos cartoncitos en la mesita esperando. Damián explica que tienen prendas, y que las vamos a ir cumpliendo a medida que nos toque. Son prendas de a dos, los dos caballeros o las dos damas deberán realizar la misma prenda. Habla como si tuviera 70 años, pero no puedo negar que le pone imaginación y empeño a cada juego.

−Una cosa más... - Hace una pausa- Hoy no hay límite.

Trago saliva, miro a Diego que está muy concentrado, y ni siquiera nota mi eventual pánico.
Empezamos a jugar. Algunas consignas eran contar alguna intimidad, sacarse algo de ropa o simplemente tomar un poco de alcohol. Son prendas sencillas y lo agradezco, porque entre el vino y las risas logre relajarme un poco.
Hasta que empezaron algunas prendas más...picantes.
Era el turno de ellos cuando salió "besar en el cuello".
Diego titubeo. No sabía si acercarse a mi o a Julia. Damián con una sola mirada le indicó que fuera con Julia y que él vendría conmigo. Me quedé totalmente inmóvil mientras se acercaba por detrás del sillón. Me corrió el pelo hacía un costado. De golpe pude sentir su tibia lengua rozar la piel de mi cuello. Inmediatamente todo el cuerpo me traiciona y responde a su encuentro. Esa lengua que... más rápido de lo que esperaba rompió el contacto y volvió a su lugar dejándome con ganas de más y con una sensación de soledad horrible. Esa que vive en mi desde la adolescencia.
Es nuestro turno, Julia toma una carta y la lee en voz alta

−Striptease.

Aplaude divertida. Se para y pone música suave de fondo. Yo miro para todos lados, ¿de dónde está saliendo el sonido? Cualquier cosa con tal de distraerme en este momento.
Julia se posiciona frente de Diego bailando lento y me distraigo viéndola. Es tan sexy que me cuesta apartar la mirada de ella. Es probable que el juego de las prendas haya acabado acá.

Quiero verte bailarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora