Capítulo 38 - Damián

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Capítulo 38 - Damián


Suena el teléfono, otra vez es número desconocido. Esta semana perdí la cuenta de los llamados que recibo. ¿Cómo puede alguien jugar con algo así?

− ¿No vas a atender? – Julia se queda mirándome o esperando una explicación-.

−No.

Respondo más cortante de lo que esperaba. Julia me mira y se va dando un portazo. No le encuentro solución a lo nuestro. Me refriego los ojos. Por más vueltas que le dé, por más que la quiera, nos están pasando cosas distintas.
"Te enamoraste" se aparecen una y otra vez las palabras que Gustavo uso en nuestra última charla. Lo que puedo afirmar es que desde que Ana cerró la puerta de su casa días atrás al despedirme, no dejo de pensar en ella. Me obligo a no escribirle ni llamarla, no quiero entrometerme más en su vida y en su relación. Julia vuelve a entrar y tira un sobre en la mesa.

−Estaba en la puerta, dice tu nombre.

Se va dando otro portazo. El sobre blanco sólo lleva mi nombre, lo abro y saco un papel.

"Vas a pagar por Emma"

Pierdo el equilibrio y me caigo. Me cuesta respirar, no es la primera vez que me pasa, es un ataque de pánico. Con dificultad llamo a Julio y le pido que venga.
Siento que voy a ahogarme. Intento recordar los ejercicios de respiración que me enseñó la psicóloga en Madrid. Inhalo lento y entre cortado y exhalo despacio. Repito varias veces hasta que logro que el aire fluya.
Escucho de fondo una discusión hasta que se abre la puerta. Entra Julio dando enormes pasos. Perdí la noción del tiempo.

− ¡Damián! ¿Qué te paso? – Julia se asusta al verme en el piso-.

− Explícale a tu mujer que me llamaste y que me deje hacer mi trabajo.

Le pido a Julia que salga que estoy bien, que tuve un pico de presión y que por eso lo llamé. Me mira con desconfianza, pero no pregunta nada y se va.
Julio me ayuda a sentarme en el sillón, me revisa y se sienta al lado mío.

−No tuviste un pico de presión Damián.

_Ya sé... lo dije por decir algo...

−¿Volvieron las pesadillas?

Julio sabe absolutamente todo. Cuando volví de Madrid me ayudó a poder volver a dormir, realmente no sé qué haría sin él.

−Ojalá... ss mucho peor.

Le muestro el sobre. Hablamos durante horas, me escucha, me guía y se preocupa como lo haría mi padre.

_Me tengo que ir, me llamas a cualquier hora Damián, toma esto. Si volves a tener un ataque te tomas una. – Me mira fijamente – Solo una.

Nos damos un cálido abrazo y se va. Julia entra minutos más tarde preocupada y enojada.

− ¿Damián estás bien?

−Si Juli, estoy mejor...

−Le dije de todo, entró corriendo sin dar ninguna explicación y traté de frenarlo. La próxima avísame por favor, Damián... soy una bestia.

Se agarra la cabeza, y para mi suerte se cree toda la historia del pico de presión. El teléfono vibra en la mesita ratona y se me pone la piel de gallina. Me acerco y leo Ana...Su nombre es una bocanada de aire para mí.

−Ana, que hermosa sorpresa.

No me deja casi hablar cuando la escucho gritar y llorar del otro lado

− ¿¿¿¡¡¡Vos sabías todo no!!!???

Ahí está de nuevo el impulso de salir corriendo hacia ella.

− ¿Estás llorando? Ana...

_ ¿Sabías todo no? ¿Tan estúpida me creen?

Le clavo los ojos a Julia, si esto es lo que pienso...

−Ana cálmate por favor, ¿Dónde estás? ¿Qué paso?

− ¡De Julia y Diego hablo!

El miedo y la preocupación desaparecen para darle paso la ira. Respiro profundo, sin dejar de mirar fijo a Julia. No es tonta y se da cuenta de lo que está pasando.


−Ana yo...

Me corta. No pude explicar nada.

Le pido entre dientes a Julia que se siente. Camino de un lado para el otro de la habitación como un gato encerrado. Llamo a Ana, una, dos, cinco veces, aunque sé que no me va a responder, la conozco.

− ¿¿¿Qué hiciste Julia???

−Calmate por favor, te va a subir la presión de nuevo. -Quisiera gritarle que mi presión está perfecta-Damián sentate, no pasó nada que no sepas.

− ¿Es un chiste? ¿Nada que yo no sepa?

−Te fui sincera sobre lo que me pasaba.

−¡Pero no que te pasaba con Diego!

Quiero romper algo. Le doy un puñetazo a la puerta y la madera se quiebra. Me lastimo, pero no me duele. Estoy sedado.

−Con Diego no me pasa nada, fue un experimento... él lo necesitaba igual que yo. Pero está muy enamorado de Ana y yo de vos Damián.

−No Julia, no me vengas con estupideces.

Trata de acercarse, pero me alejo. Tengo miedo de mí mismo en esta situación.

− Es mejor que te vayas con tu tía unos días, o donde quieras.

−Por favor, Damián... Podemos superar esto.

−No creo que podamos, ya era bastante difícil antes, ahora... es casi imposible... Y la verdad, tampoco sé si quiero...

− ¿Que? – Mis palabras le llegaron como un golpe-.

Es cierto. Estas últimas semanas nos hicieron notar lo distinto que somos. Aquello que tanto nos unía, ahora no aleja.

−Nunca voy a ser un sumiso y vos...

−Y yo nunca voy a ser Ana, ¿No cierto?

Me sorprende que diga eso, ¿Acaso ven algo que yo no?

−Mira Damián, si te enamoraste al menos tené la descendencia de hacerte cargo y no me hagas responsable solo a mí.

Tiene razón, es responsabilidad de ambos. Quisimos jugar y lo hicimos. No fuimos sinceros desde el inicio y terminamos así. De golpe es tan claro.

−Es cierto, llegamos hasta acá por malas decisiones que tomamos los dos.

−¿Qué te pasa con Ana Damián? Necesito saber...

−No sé, pero la verdad es que quiero descubrirlo.

Aquello que tanto me quitaba el sueño, aquello que me revolvía el cerebro finalmente tomó forma y se volvió muy claro. Quiero más.

***

Después de discutir con Julia decido llamar a Diego y para mi sorpresa el celular empieza a sonar y es él.

−Damián por favor decime que sabes algo de Ana.

¿Qué? ¿No sabe nada de Ana? Tengo que contenerme para no romper algo.

− ¿De qué me hablas? ¿Después de lo que pasó no está con vos?

−No, hizo un bolso y se fue. ¿Entonces ya sabes?

−Si Diego, me llamo enojada creyendo que yo sabía todo.

Me tomo un segundo a pensar. Seguimos hablando, pero estoy en piloto automático. Antes al menos pensaba que no estaba sola, ahora... me abruma saber que no es así.

−Diego...

No me escucha, habla sin parar.

− ¡Diego para!

Finalmente se calla.

− Pensa un segundo... ¿Dónde puede estar?

−Supongo que en la casa de Laura, tiene la llave porque está vacía y cada tanto va a limp...

Lo interrumpo, ya sé quién es y sé que la casa está vacía y que ella se la "cuida".

−La dirección Diego.

− ¿Qué vas a hacer?

− ¡Decime la dirección!

−Ya te la mando.

En unos segundos llega la dirección por WhatsApp y sin pensarlo salgo para allá.
No sé qué voy a hacer ni que voy a decirle. No tengo un plan y yo siempre tengo un plan.
Al llegar veo a Diego golpeando la puerta y maldigo no haberle dicho que iba a venir yo. Ya está. Estamos acá. Bajo rápido del auto a su encuentro.

− ¿Qué haces Damián? Soy yo el que tiene que estar acá, no vos.

−Diego cálmate.

−No, me cansé de estar siempre callado y decir a todo que sí, ¡Andate! ¡Ana es mi novia!

− ¡Te hubieras acordado de eso antes de jugar al sumiso con Julia!

Nuestros gritos alertaron a vecinos. Trato de calmarme, juro que lo intento. Pienso en Ana, si peleamos es peor para ella. Respiro profundo.

−Así no vas a solucionar nada.

En ese instante se abre la puerta y aparece una Ana deshecha y furiosa, que nos grita que va a llamar a la policía. La ahogamos estando los dos acá. Aunque me cueste me voy y convenzo a Diego de hacer lo mismo. Le ruego al universo tener la posibilidad de contarle mi versión a Ana, pero reconozco que este no es el momento.

Vuelvo a casa, el auto de Julia no está, mejor así. Caigo en el sillón como si me hubieran molido a golpes. Hasta hace horas pensaba que no iba a verla más. Me dolía, pero la creía feliz... ahora no me queda ni eso.

Me quedo dormido y veo a Emma. Nos abrazamos y al separarnos se desvanece...Despierto de un sobresalto, empapado y confundido, busco las pastillas que me dejó Julio y tomo una. Pasaron muchas horas, dormí mucho... Miro el reloj y la fecha en el celular y no entiendo nada.
Después de una ducha fría salgo del estado zombi en el que estaba. Suena Spinetta en mi Spotify. Me recuerda tanto a Ana, sobre todo esa canción. Ese pensamiento fugaz me lleva a otro, hoy Ana daba clase. Miro la hora. Estoy a tiempo. Me visto y salgo para allá. Me alcanza con verla bailar.

Quiero verte bailarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora