Capítulo 6 - Ana

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Capítulo 6 - Ana

Recién termino de tomar una clase de contemporáneo, los jueves son mi día de clase o de entrenamiento. Estoy transpirada tirada en el piso de madera del estudio. Cuando nos mudamos pude imaginarme inmediatamente bailando en este lugar. Reviso el celu y subo un mini videito de una coreografía que vengo trabajando.

Mientras respondo algunas consultas entra un mensaje de Damián:

***Hola Ana, el otro día me dejaste colgado en el teléfono, estás mejor?

Te paso mi idea de la sesión de fotos y vos decime si estás de acuerdo.

Sería ideal hacer las fotos el sábado, podría ser 19 hs? Si mal no recuerdo somos casi vecinos, puedo ir a buscarte y después llevarte, por supuesto.

Julia no va a estar ya que va a visitar a su tía y vuelve tarde.

El estudio que tengo en casa es amplio así que podremos mantener distancia, la ropa me llegó hoy y la dejé en su caja para que seas vos la primera en tocarla.

Si por alguna razón necesitamos acercarnos, usamos barbijo, te parece bien?

Por cuestiones obvias no vamos a contar con maquilladora ni peinadora, pero intuyo que juntos los vamos a poder resolver, el estudio está equipado con todo lo necesario.

Ah! la sesión va a durar entre dos y tres horas, el pago es en dólares y como te dije se encargará "Duque" de pagarte, para esto voy a necesitar que me envíes tu CBU y algunos datos más que me pide la marca y el sábado tendrías que firmar el contrato también. Si queres te lo envío y lo lees tranquila.

Espero noticias tuyas, ABRAZO***

¡Uau! Me pongo a saltar de felicidad, me entusiasma la idea y si bien las clases están funcionando bien, un ingreso extra siempre ayuda. Releo el mensaje un par de veces antes de responder. Con el maquillaje me llevo bien, el tema del pelo te lo debo Damián... pero bueno supongo que nos arreglaremos. ¿Me puso abrazo en mayúsculas?

***Hola, me parece genial. No hace falta que me busques, voy en auto, pásame la dirección exacta que no la recuerdo y soy un poco despistada. Con el maquillaje no hay problema, pero no te voy a mentir, con el pelo no me llevo bien, lo tengo súper largo y me cuesta un poco, el resto está perfecto y lo vemos el sábado!

ABRAZO (acompañado de un emoji sacando la lengua) ***

Lo lee enseguida, muevo el pie con nerviosismo esperando su respuesta.

.

***Nos vamos a arreglar, soy bueno con las manos. Ahora te mando la ubicación.

ABRAZO doble***

Me río al leer el mensaje, y nuestro chiste sobre los abrazos. La voz de mi conciencia, que está en modo "atrevida", se detuvo en el detalle de que es bueno con las manos. La ignoro.

Pongo música, y sigo con el entrenamiento. Diego entra en jogging y remera, hace un montón que no entrena conmigo, me pone feliz que esté acá.

Antes competíamos para ver quién hacia más flexiones o más abdominales, siempre me ganaba.

Después de un rato, estiramos un poco, y no puedo evitar y sentir un remolino de sentimientos. El sudor dibuja un triángulo en el pecho de su remera, tiene los bíceps marcados por el reciente ejercicio, sencillamente, no puedo apartar la vista. Le saltaría encima como hace unas semanas, pero me contengo. Necesito que él me demuestre su amor, su deseo, necesito que me vea.

−Hey, Ana, llamando a Ana...

No había registrado que me estaba hablando.

−¿Estás bien?

Creo que llegó el momento de hablar y dejar los miedos de lado.

−¿Seguís enamorado Diego?

La pregunta retumbó por toda la habitación, sonó mucho más seria de lo que pretendía.

− ¿Qué pregunta es esa?

−Es una pregunta sencilla, ¿seguís enamorado? ¿Me seguís queriendo y deseando como cuando éramos chicos?

Se me acelera el corazón.

−Por supuesto Ana.

Se ve que puse cara de no creerle nada.

− Ya sé que estoy...raro... desde hace un tiempo. Toda esta situación me pone tenso, mi mamá queriendo buscar a mi papá, mi hermana lejos...el trabajo...

Me obligo a seguir, a no frenar ahora que al menos me animé a plantearle mis inseguridades y también mis necesidades.

−Está bien Die, pero te pido que registres y que entiendas que hace meses que casi no hablamos, prácticamente no nos tocamos, y muchas veces me siento ignorada. Es como si yo no estuviese o peor, como si te diese igual.

Su cara se transformó. Se acercó a mi enseguida al ver que mi planteo iba en serio.

−Perdón Ana, perdoname, por favor, dame tiempo, te juro que estoy luchando con los fantasmas– toma mis manos casi como una súplica-. Te amo, desde que te conocí me enseñaste un mundo distinto, sé que va a sonar cursi, pero llenaste de color mi vida.

Uf, inevitablemente se me caen las lágrimas, suelto sus manos y lo abrazo.

−Die, está bien, estamos bien. Lo que sea lo vamos a superar juntos, contá conmigo, habla conmigo por favor, haceme parte, no me eches, no le tengo miedo a los fantasmas.

Nos quedamos así, abrazados. Sentados en el piso de madera. En ese piso donde imaginé bailar y volar, pero nunca llorar de esta forma. Y definitivamente nunca replantearme nuestra relación.

Respiro hondo y su perfume me llena. Siempre estuve enamorada de él. Desde que lo conocí en la secundaria, aunque casi no me registraba. Hasta que un día, el docente de cálculo matemático me hizo quedar como estúpida adelante de todos. Entonces aparecí para él, se acercó a hablarme y a ofrecerme ayuda. En ese momento estaba convencido que iba a ser maestro, que esa era su vocación, pero su padre siempre le dijo que eso era de maricon, y que ser maestro era optar por un camino fácil sin ambiciones.

Me da rabia cada vez que pienso en eso. Que aún después de tanto tiempo su padre tenga tanto poder sobre él y sobre sus decisiones.

Vuelvo a respirar hondo. Acaricio el piso y a Diego. Y atesoro todos esos recuerdos. Si, los malos también. Porque nunca hubo otro, siempre fue él... Ese adolescente con ideales y ganas de enseñar. Sé que todavía queda algo de ese Diego presente. Me aferro a eso.

Quiero verte bailarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora