Capítulo 25 - Ana

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Capítulo 25 - Ana

Los últimos días pasaron volando. Casi sin pensar en Damián. La voz de mi conciencia se está matando de risa. Enfocada en el trabajo y en programar las clases abiertas en la plaza. Diego también está muy enfocado en el trabajo, con tantos días de reposo se atrasó todo y eso lo pone de mal humor.
Este último tiempo volvimos a estar distantes, creo que es justamente por estar enfocados en el trabajo y trato de restarle importancia.

Estoy escribiendo en un Excel las clases que restan de junio para ver qué día y como organizarme para empezar a dar encuentros presenciales, cuando Diego me interrumpe desde la puerta de la habitación.

−Ana, ya que tengo el resultado y es negativo, tendríamos que escribirles ¿no?

No llegué a alegrarme por el resultado que llegó hace unos días. Es como si estuviese un poco sedada.

−Si, avísales.

No puedo evitar estar cortante, fueron días difíciles. Dejar de pensar en Damián y en lo que siento no fue sencillo.

− ¿Y qué vamos a hacer con la propuesta?

¿Qué propuesta? Ya me había olvidado...me miento a mí misma.

−No sé, siento que estamos llegando al límite, ¿vos no?

Está sorprendido. Lamento defraudarlo, pero no sé si puedo seguir con esto.

−Perdón Die, si vos sentís que para estar bien nosotros tenemos que seguir, no sé... quizás no soy la mujer indicada para vos.

Se acerca rápido y me agarra las manos.

− ¿Que decís, te volviste loca? Pensé que vos también lo disfrutabas.

−Si, pero no sé cuánto más pueda aguantar.

_ ¿Cambió algo desde la última vez?

Veo que su mirada se oscurece, y a mí me agarra una sensación de vacío en la boca del estómago.

−No sé... vos te enfermaste y yo me asusté mucho. Y más allá de eso... sabes que siempre tuve muchas dudas. -Diego baja la mirada, no se lo veía venir- ¿Necesitamos un cierre no? Una última vez. Un último encuentro.

Quizás nos ayude. Quizás me ayude a cerrar el círculo con Damián para poder volver a ser solo Diego y Ana. Necesitamos recuperarnos y no me refiero a la salud, recuperarnos a nosotros a nuestro vinculo. Estiro la mano y empiezo a hacerle masajes, mientras escribe en nuestro grupo -no podía esperar- de golpe lanza un grito.

−¡Auch Ana!

Lo miro sorprendida, no estaba apretando fuerte como para hacerle doler, creo que ni siquiera tengo la fuerza necesaria para hacerlo. Me mira sin saber bien que decirme.

−Hoy cuando salí me caí y me lastimé.

Sigo mirándolo, pensando que me está haciendo un chiste y que ahora me va a decir la verdad. Pero no dice nada, miro debajo de la remera y veo una raya roja que le cruza toda la espalda.

−Ay Diego, ¿cómo te caíste? Tenes flor de golpe, ¿Te pusiste hielo o algo?

−No ví un escalón... fue de torpe.

Se sonríe, pero la sonrisa no le llega a los ojos.  

Quiero verte bailarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora