Capítulo 31 - Damián

88 4 0
                                    

Capítulo 31 - Damián

Julia y Diego terminaron de bañarse, Ana les preparó ropa a los dos y algo de comer. Mi deseo durante toda la mañana fue estar de nuevo a solas con ella, quiero más de Ana. De la Ana de hogar, de la que prepara el desayuno, de la que es tímida y de golpe toma las riendas de todo.
Finalmente se van. Ana lo despide con un beso y le pide que le avise cuando Nancy tenga el alta. Con Julia nos saludamos de lejos, un detalle que Ana no pasa desapercibido.

− ¿Están bien?

Evidentemente ella también puede leerme.

−Si... atravesando una crisis.

Parece sorprendida, quiere preguntar más pero no se anima.

− ¿Qué querés saber?

−Damián, la llamada de la otra vez, me dijiste que era grave. ¿Estás bien? ¿Tiene que ver con Julia?

Definitivamente no esperaba que recordara eso... no sé bien que decirle.

−Por ahora está todo bajo control. Julia está al margen y preferiría que siga así.

Le dedico una mirada especial y directa a los ojos, para que entienda a qué me refiero.

−Parece que los secretos abundan.

Me larga esas últimas palabras y vuelve a la cocina. Me quedo de piedra.
Al minuto se asoma.

− ¿No pensas ayudarme?

Sonríe y me invita a cocinar con ella.

− ¿Qué hago?

Me mira, por un segundo se le ilumina la mirada. ¿Que será lo que estás pensando Ana?

−Prendé el horno porfi, hay milanesas, ¿Te gustan?

−Me encantan.

***


Comemos en el jardín, el día está hermoso. Charlamos durante horas. Me fascinan sus curvas, sus movimientos al hablar, como se toca la nariz o se muerde el labio cuando algo la avergüenza y definitivamente me cautiva el sol en su piel.
Mi tiempo se acaba cuando Diego la llama para avisarle que en un rato vuelve. Aunque me cueste es hora de irme. Prefiero no estar cuando él llegue.
El plan de mantener nuestra relación en el plano del placer se fue al diablo y me siento perdido. Se nota en Ana cuanto le importa Diego, lo ama con locura. Tengo celos. Si, celos. Y muchos.

−Si Diego está en camino, entonces ya me voy. Vas a estar en buena compañía.

−Ah...Si claro.

La ayudo a limpiar la cocina y a entrar las cosas del jardín. Se acerca y me abraza.

−Gracias Dam.

− ¿Dam?

−Aja...

−Me gusta.... de nada Ana, fue un placer.

Me acompaña hasta la puerta y me voy. Parece una despedida. Bueno, es una despedida... pero se siente como algo que va a ser permanente y quizás sea lo mejor. Me voy con esa horrible sensación y un nudo en el estómago. No hay forma de seguir viéndonos y esa certeza me genera un dolor que me atraviesa.
En casa está Julia, con una fortaleza que hoy le envidio. Me espera en el living tranquila, tomando vino blanco. Lo único que quiero es dormir, pero claramente no va a ser posible.

−Me parece que tenemos una charla pendiente y muy necesaria.

Me recuesto rendido en el sillón.

−Julia, lo que me mostraste en el video nunca voy a poder dártelo.

Soy sincero, lo más sincero que puedo.

−Me acuerdo que dijiste a muchas cosas que no antes, y después accediste. Y te gustaron...

Tiene razón, aprendí muchas cosas, aprendimos muchas cosas juntos...pero esto no puedo.

−Esto es distinto, me estás pidiendo que sea un sumiso que ceda absolutamente todo el control. Parece como si no me conocieras Juli, ¿De verdad te parece que es posible?

Se da cuenta que es en vano tratar de convencerme.

− ¿Es por Ana?

− ¿Que?

−Hoy vi como casi perdes el control.

−Si viste eso, si te diste cuenta lo mal que me hace, ¿Porque me pedís que me convierta en sumiso?

Igual que el otro día, damos vuelta mil veces sobre lo mismo.

− ¿Y entonces? ¿Qué vamos a hacer?

−No sé... bajar un cambio. Volver a reencontrarnos y ver qué nos pasa.

No se me ocurre que más decirle. Sé que la quiero, también me doy cuenta de que queremos cosas muy distintas en la vida y ahora también en la cama. Hoy no puedo dar un paso más. No podría soportarlo.

−Está bien... y sin mentiras.

Respondo que sí, pero no estoy totalmente seguro de poder cumplirlo. 

Quiero verte bailarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora