❝𝐋𝐀 𝐎𝐓𝐑𝐀 𝐏𝐎𝐓𝐓𝐄𝐑❞ ᵃ ᵍᵉᵒʳᵍᵉ ʷᵉᵃˢˡᵉʸ ᶠᵃⁿᶠⁱᶜ ✓

La segunda prueba⁴¹

Como la siguiente prueba sería en febrero y ya diciembre terminaba, con Harry, cada uno por su lado, comenzamos a investigar sobre el huevo.

Al abrirlo largaba unos gritos que se retumbaron en toda la sala común haciendo que varios de mis compañeros me ordenaran llevarme el huevo a otro lado.

—En Hogwarts hay un baño de mujeres que nadie usa, creo que se encuentra en el segundo piso —me explicó George una tarde que nos encontramos en los pasillos del castillo.

—¿Por qué nadie lo usa? —pregunté con el huevo bajo el brazo.

—Creo que hay un fantasma molesto.

Le agradecí y me di vuelta para ir hacía allí pero él agarró mi mano y me atrajo hacía él. Espero a que la única chica que estaba con nosotros en el pasillo doble la esquina y beso mi mejilla. Yo le sonreí.

—iré contigo, tal vez sea de ayuda —me dijo.

El baño de las chicas estaba desierto a pesar de estar impecable. George recorrió el baño quejándose que el de varones no estaba ni cerca a parecerse a eso.

Yo me senté en el piso y comencé a observar con más detenimiento el huevo. No parecía tener alguna cosa que pueda presionarse o romperse.
Él se sentó a mi lado observando el huevo también y a mi de vez en cuando.
Luego de un rato levantó la vista como buscando algo.

—Isabella —me llamó.

Yo levanté la cabeza y él puso sus labios en los míos. Disfruté sus labios por un momento pero luego me separé rápido.

—George alguien puede vernos.

—te dije que nadie viene aquí, por eso lo hice —agarró mi barbilla y volvió a besarme.

Esta vez le seguí el beso, él tenía razón, si nadie venía nadie podía descubrirnos.

Amaba sus besos, tenía una forma muy dulce de besarme y extrañaba hacerlo (la última vez fue en navidad y no habíamos tenido la oportunidad de estar solos).

—puj busquense una habitación —una voz femenina hizo que nos sorprendieramos y nos separemos.

Miramos a todos lados y encontramos a un fantasma sentado arriba de una de las puertas de los baños. Era una niña, tenía dos colitas y lentes grandes y redondos.

Ninguno dijo nada de la vergüenza y seguímos con el huevo.

Lo abrí y otra vez los gritos que salían de él inundaron el baño.

—cierra eso —lloró la fantasmita— parecen cantos de sirenas, ¡Horribles criaturas! Me persiguen cuando termino por accidente en el lago.

—¿Hay sirenas en el lago? —le pregunto.

—Por supuesto que las hay, son horribles y molestas.

—Gritos de sirena... —piensa George— Charlie nos contó que son horrorosos también, puede ser una pista.

—Sirenas, el lago, ¿La próxima prueba será en el lago?

—puede ser.

—Pero no puede ser así de fácil, debe haber otra cosa, algo en el huevo. ¿Habrá una forma de entender lo que gritan las sirenas en el huevo? —le pregunté a la fantasma.

—Y yo que sé. Ve al lago y pregúntale a ellas —dijo irónicamente.

—Espero que estés dispuesta a ayudarme a resolver esto porque voy a estar aquí hasta que lo haga y tendrás que aguantar esos gritos una y otra vez —la amenace.