🍒Cherry🍒 (Luzuplay)

XXIX

Narra Borja

- [...] Por lo que la colinesterasa es una enzima bastante importante para el diagnóstico de intoxicaciones por insecticidas y hepatitis. - Mi cabeza estaba en otra parte y no en la clase de fisiología.

Concretamente en la cena del día anterior con Raúl en su restaurante favorito.

La noche anterior, en un restaurante italiano

- Ya pensaba que no llegarías. - Raúl estaba bebiendo de su copa de vino.

Raúl se había aficionado al vino.

- Había tráfico. Perdóname. - Murmuré sentándome.

- No pasa nada. Es comprensible. - Raúl mostró su sonrisa. Como la echaba de menos.

- Es tu restaurante favorito, ¿Cierto? - Asintió.

- El servicio es bueno, la comida es buena y no es muy caro. - Aclaró. - Pensé que sería un buen lugar para una... ¿Cita?

- ¿Con que es una cita? - Le mire. ¿Era una cita?

- Según como salga esto. - Raúl rió y yo sonreí. - ¿Vino? - Asentí acercándole la copa.

[...]

- Estuve hablando con mi madre de ti. - Dije nervioso. El tema era ya serio. - Y llegué a la conclusión de que eres más importante de lo que creía y quería recuperarte.

- Bueno, mis días en Francia fueron más de desconexión que de reflexión. Te eché mucho de menos, pero necesitaba tiempo para mi y para reflexionar sobre lo que quería. Y Alexandre me ayudó en eso. - Respondió con una melancólica sonrisa. Alexandre. Alexandre era el nombre del francesito del teléfono. - Por cierto, la próxima vez que te tires a un italiano, no le hables de mi. No sabes lo pesado que se hizo. - Rodó los ojos y yo respondí con una carcajada.

- Bueno, intenté canalizar la frustración y me quedé en el intento. - Ambos reímos.

Al menos esa pequeña complicidad seguía y no se había esfumado.

Actualmente

Pero no. No éramos pareja. Eramos simples amigos.

Simples amigos que se veían a escondidas como dos adolescentes, pero al fin y al cabo amigos.

Y, como éramos amigos, no podía hacer nada al verle coquetear con los de cursos superiores.

Medicina, farmacia, enfermería, biología... Todos conocían a Raúl. Por un motivo u otro, pero le conocían.

Se acercaban a él con excusas tontas, pero él no aceptaba ninguna de esas peticiones. Solo les sonreía y les rechazaba de la mejor forma posible.

Y es que, ¿Quién no se enamoraría del tatuado de ojos castaños?

Pero ese era otro tema.

- ¿Señorito Luzuriaga? - Levanté la mirada.

Mierda.