🍒Cherry🍒 (Luzuplay)

XLI

Narra Borja

Estaba en el coche esperando que Raúl saliera de su último examen. En mi mano derecha colgaba el cigarro encendido minutos antes mientras que, con la izquierda, colgaba todas las llamadas de Alexandre.

Últimamente me llamaba mucho, por Raúl probablemente.

Y, aunque quisiera bloquear su número, si Raúl se enterara me mataría de mil formas distintas.

A la quinta llamada decidí responder al chico francés.

- Deja de llamarme o te aseguro que te asesino a sangre fría. - Respondí de mala gana. - ¿Qué es tan urgente para que me llames? - Jugué con el cigarrillo entre mis dedos.

- ¿Sabes algo de Raúl? Hace días que no me dice nada. - Comentó con preocupación.

- Está con examenes y ha estado estudiando para ellos. Apenas he podido verle. Ahora mismo está terminando un examen de comunicación terapéutica, cuando salga le llamas. - Colgué antes de que pudiera responder.

Puse la radio para intentar amenizar el tiempo de espera. Conociendo a Raúl estaría despidiéndose de sus amigos, a pesar de decirle que no lo hiciera para no llegar tarde al aeropuerto, mientras yo consumía cigarros tontamente.

Definitivamente no estaba siendo una buena semana.

Ya no solo por el estrés que suponía tener a Raúl de exámenes finales, si no por el vuelo a Milán que íbamos a perder como el menor no llegara ya y la constante insistencia de Alexandre. Entre otras cosas.

Un caos. Esa era la palabra perfecta.

- No me gusta que fumes en el coche. - Murmuró Raúl abrochándose el cinturón. ¿Cuándo había llegado?

- Cállate. ¿Cómo ha ido el examen? - Murmuré arrancando el coche y, finalmente, yendo al aeropuerto.

- Bastante bien. O eso creo. - Respondió poniendo la calefacción del coche.

Cierto, había olvidado que era diciembre y Raúl era friolero.

- Eres capaz de sacártelo sin problemas. Tienes la capacidad suficiente. - Apreté su muslo ligeramente y seguí el camino hacia el aeropuerto.

- Confías mucho en mi. - Respondió apoyando su cabeza en el cristal.

- Confío en ti porque creo en ti, eso ya deberías saberlo. - Seguí concentrado en la carretera. - Y te lo voy a repetir las veces que haga falta.

- Eres un idiota. - Murmuró con un suspiro.

- Un idiota que cree en ti. Y que te quiere. ¿Sabes italiano? - Apagué la calefacción que ya empezaba a sofocar.

- Cuatro cosas. - Raúl se encogió. - Y también te quiero. Mucho además.

[...]

Ya estábamos ambos en el avión, Raúl jugaba nervioso con los dedos mientras yo conectaba mis auriculares y escogía una de las playlists que tenía en el móvil.

No quería ir a Italia. Quería ver a mamá, pero con el ahorro de un viaje de tres horas.

Gruñí con la poca paciencia que me quedaba ignorando a la azafata de vuelo. Raúl cogió mi mano entrelazando nuestros dedos y le dió un ligero apretón.