XXXVIII

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Narra Borja

El fin de semana fue mas corto de lo deseado.

Raúl tarareaba mirando por la ventanilla, como siempre, mientras yo conducía hasta casa. ¿Debía preguntarle si quería quedarse conmigo o dejarle a él en su casa?

El manos libre sonó, Alexandre me estaba llamando. Por el tema de las pastillas, seguro. ¿Qué se supone que tenía que hacer? Apreté el botón para responder y, con una velocidad verbal que desconocía que tenía respondí.

- Estoy conduciendo no puedo hablar adiós. - Colgué rápidamente sin dejar que el francés respondiera.

- ¿Qué ha sido eso? - Preguntó Raúl girando su cabeza hacia mi.

- Nadie, publicidad o del banco seguro. - Respondí manteniendo la concentración en la carretera. Raúl hizo un sonido de asentimiento. - Te noto cansado cariño. - Murmuré acariciando su muslo suavemente.

- Los viajes en coche me cansan. - El menor hizo sonar su cuello.

- ¿Solo eso? - Asintió acariciando mi mano.

- No te preocupes, de verdad. - Apreté su muslo suavemente y seguí conduciendo.

Cuando Raúl y yo íbamos a alguna parte en coche, se creaba una atmósfera calmada y relajada. Cada uno se centraba en sus cosas y los roces y caricias eran puntuales pero suficientes para ambos.

Raúl tarareaba y miraba por la ventana. Se fijaba en el paisaje y se ilusionaba como un niño pequeño cuando veía animales.

Era la ternura personificada. Definitivamente.

- ¿Quieres quedarte conmigo o prefieres que te lleve a tu casa? - Pregunté bajando un poco el volumen.

- Me paso por mi casa a coger ropa y voy a la tuya. Si te parece bien claro. - Raúl estaba igual o más nervioso que yo. Eramos ridículos, en los momentos privados éramos dos personas con mucha vergüenza. Demasiada.

- Claro que me parece bien. - Sonreí. - ¿Por qué nunca conduces? - Pregunté. Raúl tenía el carnet, pero apenas conducía.

- No lo sé. Supongo que me gusta más ver a la gente conducir. - Respondió. - Es más relajante.

- Bueno, cuando quieras conducir mi coche pídemelo y será todo tuyo. - Raúl dio las gracias aunque sabía que nunca lo pediría.

[...]

Llegué a casa de Raúl y este se bajó cogiendo sus cosas mientras yo le esperaba. Llamé a Alexandre.

- ¿Ahora si me llamas? - Dijo satíricamente.

- Raúl está cogiendo sus cosas. - Respondí. - Así que no me preocupa hablar contigo. - Abrí la guantera sacando el paquete de tabaco y el mechero.

- ¿Sigues negándote a tomarte eso? - Preguntó, le escuché usar el mechero.

- No sabía que fumaras. - Encendí mi cigarro bajando la ventanilla.

- No me cambies de tema. Vamos Borja, si no sabes que será peor. Son por tu bien. ¿Sigues yendo al psicólogo? - Preguntó soltando el humo con suavidad.

Y en ese momento,l podía jurar que Raúl solía ser un adicto a como Alexandre soltaba el humo del tabaco.

- No. Obvio que no. No lo necesito. - Respondí de mala gana. - Estoy bien, se gestionarme solo. Tengo veintidós años, ¿Recuerdas? - Aclaré irónicamente.

- Y yo tengo veintitrés. No es malo necesitar ayuda. - Insistió. - Vamos Borja. Hazlo por ti o por Raúl, me da igual. Pero hazlo. - Su voz era suplicante.

- Raúl no tiene nada que ver, no le metas en esto. - Aclaré. - Alexandre, deja de fingir que te importo. Sé que te doy igual y esto lo haces por Raúl, porque probablemente te pidió que nos lleváramos bien. Y sé que me vas a mentir y decir que no, que son tonterías. - Murmuré.

- No vivo bajo las exigencias de Raúl. Es verdad que me pidió que nos lleváramos bien, igual que te lo pidió a ti, pero no lo hago por petición suya. Y tú tampoco lo haces porque él lo pidió. - Alexandre hizo una pausa. - Y no puedes decirme lo contrario.

- Venga ya Alexandre, no pongas esto a tu favor y actúes como si fueras un angelito. - Chasqueé la lengua dandole una calada al cigarro. - Haces esto por Raúl, y no pasa nada. Pero deberías saber que... - El nombrado salió de su casa y se acercaba al coche. - Te cuelgo. Hablamos más tarde. - Colgué el teléfono y apagué el cigarrillo dejando la colilla en el cenicero.

- ¿Con quién hablabas? - Preguntó entrando y sentándose.

- Con Chiara, tiene muchas ganas de verte. - Asintió con una sonrisa. - Has tardado mucho, ¿No? - Raúl se encogió de hombros.

- He dejado unas indicaciones a la persona que me limpia la casa. ¿Vamos? - Asentí encendiendo el coche y conduciendo hacia mi casa.

Odiaba tener que mentir a Raúl.

Notas

En un mes y siete días termino el curso olee, pero últimamente me siento incapaz de continuar con el curso y con todo y tengo cero motivación. Pero bueno.

Capítulo nuevo, de 720 palabras. Es corto y a la vez largo, pero no me disgusta como ha quedado.

Disfrutad❤️

🍒Cherry🍒 (Luzuplay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora