🍒Cherry🍒 (Luzuplay)

LXIV: capítulo final

Narra Raúl
El día anterior

- [...] Y si quieres, cenamos fuera y luego vamos a tu casa a ver algo. - Comentó Borja cerrando el libro de medicina.

Los exámenes habían terminado y tanto Borja como yo habíamos terminado otro año más. Iba a hacer tercero de enfermería y, Borja, cuarto de medicina.

Pero en Italia.

Estábamos en mayo, a medianos más concretamente, hacía buen tiempo y Borja y yo estábamos mejor que nunca.

Todo iba bien.

Desayunos, comidas, cenas y citas eran la rutina en la que estábamos desde que terminamos exámenes.

- Claro sin problema, ¿Podemos ir a un japonés? - Pregunté terminando de guardar apuntes de la carrera.

- Por supuesto. - Respondió él abrazándome por las espaldas.- Lo que quieras.

[...]

La cena fue bien, todo fue bien.

Pero se hacía raro y, por algún motivo, mi cuerpo me decía que algo malo iba a pasar.

Llegamos a casa, el viaje había sido silencioso por el cansancio acumulado por ambas partes.

A pesar de todo, Borja no dejó de acariciar mi mano en ningún momento.

Simplemente éramos nosotros en una pequeña burbuja romántica y amorosa.

Borja aparcó el coche y salimos del garaje yendo hacia mi piso. Me abracé a él escondiendo mi cara en su pecho.

- ¿Podemos aplazar lo de la película? Estoy cansado. - Murmuré mirándole. Él asintió acariciando mi mejilla.

- Lo que quieras. - Dijo en voz baja dejando un beso en mi frente.

[...]

La mañana siguiente

Me desperté a la mañana siguiente, Borja no estaba a mi lado ni parecía estar en casa.

Habíamos dormido juntos, eso seguro, pero ahora toda mi casa estaba en silencio.

La luz de la mañana se colaba por la ventana junto a una brisa primaveral. No era fría, pero tampoco cálida. Tenía la temperatura perfecta.

Salí de la cama y fui al baño, me di una ducha rápida pensando en si Borja tenía que hacer algo hoy. Realmente no recordaba nada así importante, pero los imprevistos surgían.

Los espejos del baño se empañaron por la temperatura del agua, pasé la mano para limpiarlo un poco y empecé a secarme mientras seguía pensando donde podría estar Borja.

[...]

Fui a la cocina para desayunar y me dirigí a la nevera. Una carta pegada con un imán me llamo la atención. La caligrafía era de Borja y eso no significaba nada bueno.

Agarré la carta y encendí la cafetera. Iba a leerla y, como no parecía ser nada positivo, decidí seguir con la establecida rutina de "malas noticias" que tenía con Borja: preparar un café con nata y canela y acompañarlo con galletas o algo dulce y una vela aromática.