El inicio de todo

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Tiempo atrás, hubo un huevo, del cual salió Arceus, pero no tanto tiempo atrás, dos pokémon se conocieron, y llevaban una relación bastante singular. Ellos eran una Vileplume y un Charizard, los cuales estaban saliendo y se querían como más que amigos, por más que las leyes de la biología lo creyeran imposible. Eventualmente, formaron una familia, una vez más ignorando toda regla de la biología, pero a ellos les daba igual.

Un terrible día, el padre tuvo que emprender un viaje de negocios, pero durante el viaje azotó un huracán, y nunca se supo más de él, pero tampoco encontraron nunca el cadáver. De igual forma, se lo dio por muerto y nunca más lo volvieron a ver.

La madre entró en un profundo estado de dolor y angustia tras la aparente muerte de su amado, así que echó a rodar tierras y entregó uno de los huevos pokémon a una charizard para que cuidara de él. En cuanto al otro huevo, ella le buscó otro padre, y lo cuidaron juntos. 

Pasó un mes, y el huevo de Charmander había eclosionado. Vivió una infancia feliz y tranquila en la que a veces tenía sueños relacionados con Cosmog por alguna razón inexplicable, pero nunca se olvidaba de amar y abrazar mucho a su mami.

El otro huevo, por otro lado, nada que eclosionaba, acaso estaba en estado latente? Los padres no podían explicarse ello, y por lo tanto poco a poco fueron perdiendo la esperanza de que eclosionara algún día.

En aquel tiempo, un terrible ladrón que nunca había sido atrapado rondaba por aquel bosque. Era ágil, rápido, fuerte, astuto y en más de una ocasión se había librado de la justicia. Se hacía llamar "El Terror Verde", y pobre de aquel que se lo topase de noche, pues no había escapatoria. Una noche, se decantó por asaltar un pequeño claro del bosque en el que estaban los padres y el huevo, y una sombra pasó por encima de ellos a la velocidad del rayo. La madre defendió el huevo a toda costa, pero nada detenía al Grovyle, quien estaba a punto de acabar con la vida de todos en el claro, cuando una luz celestial descendió de los cielos y envió a el lagarto por los aires. Lunala se apareció frente a todos, quienes ahogaron un grito de sorpresa y admiración. Intimidado por el enorme tamaño y poder del pokémon legendario, El Terror Verde huyó y se escondió en el bosque, mientras decía repetidamente "¡Que Arceus me guarde!" Una vez se fue el malhechor, Lunala se dirigió a los padres.

-Lamento que hayan tenido que ver eso, pensaba llegar segundos antes. -Dijo ella, con una nota de arrepentimiento en su voz.
-N-no se preocupe, señorita Lunala. A-agradecemos que haya v-venido a salvarnos de ese G-grovyle. -Dijo el padre, aún tartamudeando.
-Este huevo es especial, y por eso tarda tanto en eclosionar. -Continuó Lunala -Así como el otro eclosionó tan rápido, es especial también.
-E-espera... hay otro huevo? -Preguntó el padre ya calmándose.
-Sí... -Contestó la madre -Me recordaba mucho a su difunto padre, por lo que no tuve la fuerza de voluntad para cuidarlo.
-Lo lamento... -dijo el padre.
-Ejem, en fin... Este huevo está ligado a una antigua profecía, y como tal he de cuidarlo. -Dijo Lunala.- Espero lo entiendan.
-Oh... de verdad esperaba poder cuidar a mi hijo... n-no quiero entregarlo... -Dijo la madre agarrando el huevo.
-Esto es en serio, de no entregarlo algo horrible ocurrirá, las anomalías temporales no cesarán y el mundo se va a acabar. -Dijo Lunala en tono imperativo.
-Escuche, amiguita. -Dijo la madre, malhumorada- Me vale que el mundo se acabe, yo cuidaré de este huevo y punto pelota.

En ese momento, se escucharon ruidos y del cascarón del huevo salió un Oddish.

-Odd? -Dijo él.
-Awww, es tan mono! -Dijo la madre.
-Quizás se vuelvan a encontrar en un futuro, no es imposible. -Dijo Lunala intentando convencer a la madre.
-Agh... está bien, pero será bajo MIS condiciones. -Cedió ella finalmente. - PRIMERO y antes que nada. Su nombre se lo doy yo. Segundo, usted va a forzar un encuentro una vez haya terminado su viaje o misión, lo que sea. Y por último, usted lo va a cuidar con su vida y como si fuera su hijo propio.

Lunala rio, y una suave brisa azotó el claro.

-No se preocupe. Le prometo que lo cuidaré con mi vida. -Terminó Lunala, para agarrar el Oddish y empezar a preparar el vuelo- Quiere decirle unas últimas palabras?
-Sí... Cuídate mucho, hijo mío. -Dijo ella - Sé que algún día serás un gran campeón... mi pequeño Plantix...
-Bien dicho. Ahora, creo que tenemos que irnos. -Dijo Lunala. -Hasta que nuestros caminos se crucen de nuevo!

Dicho lo cual, Lunala emprendió el vuelo y llevó al Oddish hacia las nubes, comenzando así el origen de una leyenda.

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