Un nuevo plan

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Era otro día normal en el Campamento. XPea y compañía habían decidido abandonar el Complejo Azulona, al menos de momento, alegando que había demasiado ruido y querían alejarse de las tensiones mundanas de la ciudad. Los rayos del sol penetraron grácilmente por la tela de la tienda de XPea, quien, después de la carrera que había tenido que aguantar el día anterior, estaba para el arrastre. Sin embargo, sus sentidos se aguzaron al caer la luz de las nueve, además del incómodo calor del saco de dormir.

- Cielos, si duermo más, me voy a cocinar.

Despertó a su Pokémon y se dirigieron juntos al centro de la plaza de acampada para ver si los demás ya estaban despiertos. En efecto, Flake estaba radiante, con una sonrisa de oreja a oreja. De BigBug no había ni rastro.

- Flake, has visto a BigBug?
- La verdad es que... nop.
- Me pregunto en qué andará ese tipo.
- Me encantaría saber qué fue a hacer en realidad. Se suponía que volvería para el alba.
- Alguna otra novedad?
- Ah, sí. Amelia pasó más temprano. Dijo que deberíamos encontrarnos con ella en Ciudad Azafrán, pero me daba pereza tener que ir. Además, no estaba de suerte porque era la única persona capaz de atenderle en el campamento, y aunque no fuese la mejor de tus rivales, tenía un asunto pendiente con ella.
- Ve al grano.
- La castigué y ahora está en la tienda de BigBug.
- Espera, qué?
- Lo que oíste.
- Puede ello explicar tu malévola sonrisa?

Flake se limitó a guiñarle el ojo.

- ... Eso no me dice nada bueno. Pero el guiño fue tierno.
- En serio?
- N-NO DIJE NADA!!

XPea salió corriendo en dirección a la campaña de BigBug. En efecto, en lugar de los tennis de marca del entrenador, había unas botas de cuero blanco. El chico suspiró y entró. Amelia estaba atada al saco de dormir, el cual a su vez estaba incorporado a la tienda. Y Amelia no era tonta: sabía que si se arrastraba toda la tienda se vendría abajo, asfixiándola. Para poner la baya zreza en el pokócho, Flake había puesto en su boca cinta adhesiva, para que no pudiera pedir auxilio.

- Vaya. Flake puede ser muy siniestra cuando quiere.
- ... - Amelia se limitó a poner los ojos en blanco. Luego señaló con la cabeza las cuerdas, las cuales XPea quitó sin poner peros. Acto seguido, removió la cinta bloqueando su voz. - Sí, lo es. Y si te dijera la de cosas que me hizo mientras estabas dormido...
- ...
- Seehhhh, tomaré eso como un no.

Al salir de la tienda, los entrenadores se pusieron su calzado y se reunieron con Flake. La discordia corría en el ambiente. Finalmente, después de una taza de chocolate y aclararse la garganta, Amelia habló.

- Escuchen. No debería estar aquí. Se supone que debería vigilar las acciones energéticas de la empresa de mi padre, pero no podía soportar ver un pokémon inocente sufrir. Rescaté a este pequeño de las garras del mal. - Dijo Amelia, liberando a un Rockruff de la pokéball. - Querían usarlo para generar energía corriendo en una rueda de hámster. Hasta la muerte.
- Eso es muy cruel... - Dijo XPea.
- Y eso no es todo. Mi padre siente que los pokémon tipo Roca guardan algún poder oculto reservado tras miles de años de instinto. Uno de sus últimos proyectos se centra en extraer energía mágica de los Carbink hasta el punto que mueren, con tal de invocar a un pokémon descrito en las mitologías de Kalos. - Prosiguió Amelia.

Flake ahogó un gritito.

- Pero... Stella es un Carbink! - Exclamó Flake
- Lo sé. Y mi padre está dando caza a todos los que logre atrapar, no importa qué conlleve. - Dijo Amelia. - Es cuestión de tiempo que aparezcan por aquí, y no me lo perdonaría si los lastimaran. Especialmente a BigBug.
- Entonces... viniste a salvarnos? - Preguntó Flake.
- Algo así. Y aún con la buena intención tuve que aguantar tus torturas. Juro que quemaré todo lo que usaste en la cima del Monte Corona. - Dijo Amelia volviendo a ver a Flake. - O podría hacer otra cosa... jeje.
- B-bueno... al grano. - Dijo Flake.
- Si el plan de mi padre resulta, empezarán a esclavizar pokémon para usarlos como herramientas, generadores de energía y otras cosas, por medio de esfuerzo inhumano. - Dijo Amelia.
- Qué sugieres? - Preguntó XPea.
- Debemos infiltrarnos y acceder a la torre de mando. Una vez allí debemos plantar reactores explosivos por todo el lugar, rescatando pokémon y venciendo entrenadores malvados. - Dijo Amelia
- Eso no es ilegal? - Preguntó XPea, quien no quería tener más incidentes con la policía después de lo del Área Safari.
- Lo es. Pero mi padre es terco como mula. Si no destruimos todo en lo que ha trabajado, lo continuará. Debemos ponerle un S T O P. - Dijo la peliblanca
- Quisiera poder consultarlo con mis pokémon... - Dijo XPea.
- Yo estoy lista para demostrarle a ese Emille de qué estamos hechos. No dejaré que se vuelva a burlar de mí. - Dijo Flake
- P-pero... es arriesgado... - Dijo XPea
- Esto es en nombre de los pokémon! No podemos permitir que una empresa como la de Emille legalice el uso de pokémon como objetos!! - Argumentó la aprendiz de profesora pokémon.
- Emmm... - XPea volvió a ver a sus pokémon.

Sin embargo, no obtuvo resultado alguno. Plantix alzaba la espada plateada al viento y Thunder parecía estar charlando sobre las miles de fotos que tomaría. Cookie causaba sus propias explosiones de polen, y DarkoBone había empezado a incinerar un árbol, riéndose del desastre que él mismo había creado. Al pobre entrenador se le cayó el alma a los pies.

- Supongo que no me queda de otra. - Bufó XPea.
- Ea, tampoco puede ser tan malo. Vamos a VOLAR UN EDIFICIO!! - Dijo Flake.
- Más despacio, Flake, que pareces Regieleki. - Dijo Amelia - Tendremos que dispersar las fuerzas del Team Revolution y frustrar planes secundarios antes de acarrear con el edificio. Así, serán más débiles y podremos garantizar una escapada de la Torre Industra.
- Entonces... qué hacemos mientras tanto? - Preguntó XPea
- Una buena idea sería buscar su siguiente medalla de Gimnasio. Las necesitarán para que sus pokémon se hagan más fuertes. - Dijo Amelia.

Finalmente, eso le sonaba bien a XPea. La pregunta era... quién tendría el honor de ser su próxima víctima?

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