La cabaña en el bosque

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Dew, Bri y los otros desaparecieron tras el follaje que envolvía el campamento, y Plantix se quedó solo allí. Consideró sus opciones unos momentos y se decidió por avanzar.

Había una pequeña costa un par de millas más allá, Plantix lograba escuchar el ruido de las olas romper contra las rocas. Decidió encaminarse hacia allá. El risco era relativamente alto y no se veía muy seguro, pero con dificultad por el hueso roto, al fin logro sentarse. Cerró sus ojos y decidió meditar un poco. Sentía la suave brisa mover sus hojas, y escuchaba el calmante ruido del oleaje. De vez en cuando una fuerte ola rompía contra el acantilado y unas pocas gotas salpicaban a Plantix. Se relajó, y sentía como si el viento del atardecer dorado quisiera susurrarle algo.

Mientras la noche caía, el viento y las olas se hacían más fuertes, generando una pequeña tormenta. La lluvia empezó a caer, aliviando las recientes heridas del herido guerrero. Pocas veces lograba estar en aquel estado de calma y paz total, sin nada que le distrajera. Concentró sus pensamientos en la gran masa de agua que había a sus pies. Sentía como se movían. Las ondas que la lluvia causaba sobre ella. Luego en el viento. Llevaba con él las gotas de lluvia y le acariciaba el rostro mientras se sentía elevado. Sentía como si estuviera ascendiendo.

Entonces hubo una luz. Plantix decidió abrir los ojos, y miró a su alrededor. Había anochecido ya, y sorprendentemente, unas esferas de agua se habían dejado elevar y ahora emitían una ligera luminosidad. Plantix se sorprendió e intentó manipularlas con la mente. En efecto, eran capaces de moverse. Él se encontraba fascinado y las usó para lubricar sus oscuras hojas. Estas crecieron y brillaron, tal y como lo habían hecho las esferas de agua antes. Intentó crear más esferas, y lo logró, pero en ese entonces apareció Lunala tras él.

-Veo que has dominado la técnica de manipular el agua con la mente calmada. -Dijo ella.
-Ahhh! -Plantix fue agarrado por sorpresa, y del susto, cayeron al agua las estructuras circulares.
-Jeje. Las esferas solo se mantendrán si te concentras en ellas. Si te sobresaltas o asustas, estas desaparecerán. -Dijo con cariño la diosa de la luna.
-Entiendo. Y con ello se pierden los efectos benefactorios? -Preguntó Plantix al ver que sus hojas perdían el brillo de segundos atrás.
-En efecto. Procura mantenerte calmado. -Dijo ella. - Y por cierto, mira! La magia del agua ha regenerado tu hueso con joyas de Diancie!
-Wow, es cierto! -Notó Plantix al ver que ahora se podía mover con normalidad. - Gracias por explicarme.
-No es nada, cari. Sigue así, estoy segura de que algún día serás el más fuerte de los guerreros.

Dicho esto, Lunala ascendió y desapareció entre las nubes.

Plantix decidió volver a hacer brillar sus hojas para guiarse entre la jungla nocturna, y hecho esto, decidió volver al campamento. Vio las tiendas de campaña abiertas y no escuchó ruido alguno excepto el de la lluvia y algún ocasional trueno, por lo que infirió que no había nadie. Decidió entonces explorar más allá la jungla misteriosa que se tendía ante sí.

Tuvo un par de pequeños enfrentamientos irrelevantes, y vio una pequeña luz en la distancia. Era una cabaña. Se dirigió allá sin pensárselo mucho. Había muchos pokémon gato y una voz anciana canturreaba.

Plantix tocó la puerta y entró. Había una Hatterene, muchos libros desorganizados y un calderón al fuego, varios muebles destrozados, desgarrados y con marcas de arañazos.

-D-disculpa, querido, en qué puede ayudarte esta anciana bruja? -Dijo ella con cierta dificultad.
-Venía de paso... no tengo muchos problemas, la verdad. -Fingió él.
-Conozco esa mirada. Hay algo que te inquieta, no? -Dijo ella.
-E-ehhh, e-esto, n-no creo. -Dijo, nervioso.
-Tienes problemas románticos? -Inquirió ella.
-B-basta, me estás poniendo incómodo. -Sudó Plantix
-Es eso? Vaya. Cuéntame, cuál es el problema? -Dijo ella dulcemente.
-N-no es n-nada! -Dijo él, asustado, intentando salir por la puerta que la anciana bruja había bloqueado. - D-déjame ir!
-Shhh, cálmate. No te voy a hacer daño. -Dijo ella.
-Egh, está bien... -Cedió él - Tengo miedo e inseguridad porque mi nuevo amor de temporada no dure...

La bruja analizó la situación.

-Cómo es ella? -Preguntó Hatterene
-Es una brionne dulce, divertida, y muy linda. Siempre apoya a los suyos sin importar qué. -Fantaseó él con un leve sonrojo.
-Entiendo... te daré un regalo perfecto! -Dijo ella con una sonrisa de oreja a oreja.

Puso varias bayas, sal marina y otros ingredientes en su calderón y removió todo muy bien. Al terminar había una especie de aceite azulado que olía a infusión tropical.

-Te daré esta flor. Riégala con esto un par de días y entrégasela a su amada. -Dijo ella dándole las cosas y abriendo la puerta.
-Gracias! -Dijo él para agarrar todo y salir de allí con miedo antes de que la bruja terminase.
-... Pero ten cuidado. Si ella no te ama al momento de regalarle eso, seréis víctimas de una terrible maldición. -Terminó ella, pero Plantix ya no estaba. - Chico? Chico? Estás allí?

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