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El fin de semana acaba y yo termino en la universidad, sentada en un pupitre mientras que la profesora explica cómo hacer las poses de los figurines. Yo solo hacia bocetos, ya me sabia esto de memoria, antes de entrar a la universidad ya sabía hacerlos... aprendí por medio de tutoriales. La profesora borra el tablero dándole fin a la clase, yo meto las cosas en el morral y salgo del salón. Camino por los pasillo hasta encontrar el camino que conduce hasta la cafetería, llego me siento en una mesa y saco el celular, hay varios mensajes de Louis.

¿Dónde estás? Te tengo un pequeño regalo, es algo sencillo, pero significativo para mí, es bonito.

Entro al directorio, busco el número y marco, el teléfono empieza timbrar, y con el cuarto timbrazo él contesta:

ah... pensé que no ibas a marcarme—dice.

¿por qué no lo haría?—cuestiono.

No lo sé... pero ese no es tema, tengo un regalo para ti ¿está libre?

Sí, tengo el almuerzo libre, quizás no se quieras almorzar, yo invito.

¿quién eres tú y que hiciste con la niña mal?—ríe.

Idiota, solo soy amable...

Está bien, pasare por ti, espérame en el estacionamiento.

Ok.

Me levanto de la mesa y camino hasta el puesto de comida, pido una barra de chocolate y un jugo tropical, pago y camino hasta el estacionamiento. Los minutos pasan y pasan hasta que se convierten en media hora. El auto se asoma y yo me levanto de la banca, me siento el trasero dormido.

— Tengo mil maneras de quitarte ese lindo vestido—dice.

Ruedo los ojos y camino hasta el auto, abro la puerta y me siento a su lado.

— Abre la guantera—ordena.

Hago que él me dice y ahí una caja de color rojo con un lazo dorado.

— Espero que te guste mi regalo.

Cierro el compartimiento y centro la atención en el regalo. Le quito la cinta y luego el papel, destapo la caja y hay muchos trocitos de papel de diferente colores, meto la mano y toco algo que parece ser de vidrio, lo saco y es un portarretrato con borde de madera y tiene una foto de las que nos tomamos en el yate, en la que yo estoy sentada en sus piernas y él me está dando un beso en la mejilla.

Una sonrisa se dibuja en mi rostro.

— ¡Gracias ricachón! —grito

— Sabía que te gustaría ¿en qué lugar lo vas a poner?

— En mi cuarto, siempre está bajo llave, nadie lo va a ver—digo.

Llegamos a un restaurante sencillo, una fachada acogedora y adornada con mesas de madera, yo me bajo y aparto la mesa, mientras que Louis va a estacionar el auto. Me siento y de inmediato llega una muchacha y me entrega el menú, lo de un mirada rápida y luego le digo a ella que venga dentro de cinco minutos.

— ¿Qué vamos a pedir?—pregunta Louis que acaba de llegar.

— Pide lo que quieras, yo pago—le recuerdo.

— Creo que te han cambiado, tú no sueles ser así—ríe.

Resoplo y digo:

— No puedo ser odiosa con alguien que creo que me aprecia—explico.

El novio de mamá [L.T.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora