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Abro los ojos, miro hacia un lado y esta el reloj, son las ocho de la mañana y la cita es a las diez. Salgo de la cama y voy hasta el baño, tomo una rápida ducha y salgo. Del closet agarro un vestido de flores y lo acompaño con unas sandalia, me suelto el cabello y me maquillo. Salgo del apartamento y bajo hasta el estacionamiento, localizo mi auto... el que Louis me compro, a veces mi orgullo quisiera dejárselo en la puerta de su casa... pero luego recuerdo que no voy como una salchicha en un bus y se me pasa. Subo y lo enciendo, salgo del edificio y tomo rumbo a la clínica en donde me hice los exámenes.

Una llamada entra al teléfono y contesto por el radio, ya que está conectado por medio de bluetooth, en la pantalla aparece que es Louis.

— ¿qué quieres?—demando con arrogancia.

— Solo quería avisarte que me encuentro aquí esperándote—contesta.

— Hmm que bien.

Cuelgo de inmediato y cambio a música. Los minutos pasan y pasan hasta que llego y con tiempo de sobra. Estaciono y aseguro. Camino hasta la parte de adentro, me trae buenos recuerdos de hace tres meses cuando todo era normal y ninguno de los dos protagonizábamos escena de celos.

Empujo la puerta y en mi campo de visión aparece Louis sentando al lado de esa asquerosa ramera del diablo.

Aprieto los dientes y resoplo.

— ¡Sídney!—dice Louis, sonríe y luego mira a su secretaria. Lo único que quiero hacer es darle con un bate hasta que quede como Glenn Rhee de the walking dead.

— ¡Louis!—le contesto de igual forma—veo que estas aquí.

Sigo hasta el mostrador del fondo para registrarme y activar la cita. Doy mis datos y aparezco enseguida en el sistema.

— No pensé que tu ex tuviera el nombre de una ciudad... es algo chistoso—esas palabras llegan hasta mis oídos haciendo que la sangre me hierva.

Aprieto la mano izquierda y entierro mis uñas en la palma de la mano.

— Señorita Stoner puede pasar a la ecografía—dice la chica que me ha atendido.

— Gracias—digo y le brindo una sonrisa. Hay que ser amable, después de todo ella no tiene la culpa de que Louis sea un idiota.

Camino hasta el consultorio, y unos pasos apresurados se escuchan, giro la cabeza y ahí viene Louis.

— No vas a entrar—digo enseguida.

— ¡¿Qué?!—se sorprende.

— ¿eres sordo o qué? Hazte un lavado—gruño— no vas a entrar y ya, no así de sencillo.

— Tengo derecho, también es mi bebe... lo hice con mi leche—dice.

— Lo sé, pero no tienes derecho a restregarme a su nueva novia, es eso, no vas a entrar y punto.

— ¡estás loca!—grita—ella no es nada mío—refuta.

— No me importa—digo y alzo los hombros.

— Nadie te echa en cara de que eres una vagabunda que anda con una imitación barata de suizo que pues creo que tendrá como fetiche follarse a mujeres embarazadas como tú—dice entre diente.

Sonrió y le saco el dedo del medio.

— Jodete, que te den. Ve a hacer algo productivo con tu miserable vida.

— Te demandare, preparare, tendrás a un equipo de abogados de tras de ti, hasta quizás te puedas quitar la custodia—amenaza.

— ¿crees que te tengo miedo? ¿por qué tienes dinero o poder? No le tengo miedo ni a satanás y ahora te voy a tener miedo a ti, un riquillo que cree que puede manejar todo a su antojo.

El empieza a reír y yo frunzo el ceño.

— Eres igual o peor que tina, solo querías pasar un buen rato con un riquillo como yo, que te daba todo—dice— ¡claro que es así! Lo tengo todo a mi alcance, dinero mujeres, incluso te tuve a ti a mi alcance, déjame decirte mejoraste tu condición de vida conmigo, porque créeme, jamás te hubiera alcanzado la vida para darte todos los lujos que te diste conmigo, sin mí no eres nada.

Son tres los segundos que pasan para que mi puño impacte en la nariz de Louis y se escuche un crujido y luego un pequeño grito de dolor. Tengo las llaves del carro en mi manos mientras que él tiene la boca abierta quejándose yo aprovecho y se las meto ahí, luego le doy un empujón y cae en el piso.

— Muérete si quieres, yo soy Sídney Stoner, tengo todo lo que los hombres quieren, tengo todo a mi alcance, buen provecho ricachón y olvídate de que tienes un hijo—digo por último y sigo el camino hasta el consultorio.

Abro la puerta del consultorio y ahí está el mismo señor de la vez pasada, tomo asiento delante de él y me brinda una sonrisa.

— ¿qué tal han estado tus síntomas?—pregunta.

— Un poco calmados, no tuve nauseas, solo dormí demasiado y cólicos y algo de hambre—digo.

— Bueno eso es normal, no todas les da nauseas—dice—ahora pasemos para ver si es niño o niña, tengo entendido que hoy cumples el cuarto mes.

— Si... hoy, creo que estoy emocionada y todo eso.

— Bueno... pasa a la camilla y veremos.

Me levanto de la silla y camino hasta llegar a la camilla, me acuesto y miro hacia el techo... esto hubiera sido mejor si Louis estuviera aquí y dijera algún comentario loco acerca de tener un bebe... pero tiro todo a la basura con todo lo que me dijo. Sé que posiblemente yo no tendría el mismo dinero que él, pero no era como para que me lo restregara de las mil maneras, no hirió mis sentimientos o eso creo. O bueno las palabras ofenden dependiendo la persona de la que vengan... y en este caso venían de alguien que era importante para mí.

— Levanta tu vestido—pide el médico. Yo obedezco y levanto el vestido dejando ver el vientre que se encuentra un poco hinchado.

Deja caer un líquido de color rosado en mí y esta frio, luego pasa el aparato con el que hacen las ecografías, el monitor que está a un lado se enciende dejando ver una imagen algo borrosa... que yo no entiendo muy bien, pero él sí. Hace movimientos en mi vientre y hunde un poco sus manos hasta que logra ubicar al bebe.

— Míralo... ese es tu bebe—dice y señala en la pantalla— esa es la cabeza, sus brazos y acá abajo sus piernas... junto con un pequeño pene, es niño—informa.

Una gran sonrisa se forma en mi rostro, es niño...

Después de unas cuantas recomendaciones salgo, y camino hacia la parte de afuera, no está Louis ni su fea secretaria. Me despido amablemente de la recepcionista y salgo del lugar, pero para mí mala suerte, recostado en el auto se encuentra Louis.

— ¿qué quieres? ¿humillarme con tu dinero?—le cuestiono.

— Solo dime que es.

— No te diré, te dije que olvidaras que tenías un hijo ¿eres estúpido o caso? No te voy a decir.

Doy media vuelta y camino alejándome de él. Después de unos segundos se escucha el resonar de unos tacones, miro por sobre mi hombro y ahí está la secretaria horrenda esa que parece un umpa lumpa.

— Espera un momento—dice la chica.

— ¿este es tu asunto?—le interrogo.

— Sé que este no es mi maldito asunto, pero me voy a meter de todos modos.

— No seas metiche pedazo de enana, pedacito de mujer—resoplo.

— ¡no puedes tratar así a Louis!—regaña.

— Ve y busca oficio, algo que sea productivo en la vida, no puedes ir por ahí opinando cosas en la que tu asquerosa opinión no va a tener relevancia. Ahora largo antes de que termines igual o peor que él.

— Despreciable—susurra.

— Ve a ver si te llena de su leche, por creo que no te caería nada mal, ve y chúpasela, atragántate con ella para ver si así te tienen en consideración en ese asqueroso trabajo, enana entrometida chupa pollas—grito.

La chica se sobresalta y abre los ojos para luego retirarse. 

El novio de mamá [L.T.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora