Me encuentro en el consultorio, Louis está en la parte de afuera mientras que yo salgo. Tengo una bata puesta y el cabello hecho un tomate, siento como si fuera una adolecente de nuevo.
— Tienes mucho acné, me dijiste lo de los gases y dolores estomacales o cólicos—recuerda el doctor.
— Así es, créame que esto ha sido lo peor del mundo—digo.
Él se cruza de brazos y rasca su barbilla.
— ¿eres activa sexualmente? ¿y cuando fue tu último periodo?—interroga.
— Hmmm si, y fue hace doce o diez días—contesto.
— Tengo unas sospechas, pero necesito hacer primero unos exámenes para descartar cualquier enfermedad.
Toma una hoja de su memo y escribe algo, y luego me lo entrega.
— Es un examen de sangre, al lado en la puerta de color marrón te atenderán, y te darán los resultados enseguida—indica.
— Está bien.
Me levanto de la silla y camino hacia la puerta, la abro y salgo, ahí está Louis sentado en una banca mientras teclea algo en su celular. Después de unos segundos centra su atención en mí y sonríe.
— ¿listo?—pregunta.
— No, tienen que hacerme unos análisis de sangre—digo.
Doblo a la derecha y ahí está la puerta marrón, la empujo y hay una chica morena en una silla con un neceser en sus manos. Nunca me han gustado los análisis de sangre, los detesto.
— Tú debes ser la chica que el doctor remitió—dice—permíteme la orden.
Le entrego el papel y suspiro.
— Toma asiento, eso no dolerá nada—bromea.
— Eso espero.
Me siento y estiro el brazo, ella amarra un guante de látex un poco más arriba del doblez. Luego empieza a buscar la vena y golpea un par de veces hasta que se hace presente. Miro hacia otro lado y siento el pinchazo, suelto un gemido de dolor, después de unos segundos ella anuncia que termina, pone un algodón y me dice que debo tener el brazo doblado, yo me levanto y salgo prácticamente corriendo, abro la puerta y sigo hasta sentarme en las bancas.
— Odio las agujas—susurro.
— Pero si amas que entre en ti otra cosa—bromea.
— Eres un idiota, ojalá te sintieras como yo me siento—gruño.
— Ya niña mal, esto será temporal, te mandaran medicamentos y otras cosas más.
— Ojala... siento que estoy de muerte lenta.
— No seas exagerada.
Los minutos pasan y pasan, Louis hace llamadas y habla en francés... habla francés, esto es nuevo para mí, se expresa tan fluidamente, luego hace cuentas en su celular... quizás se vuelva loco de tanto ver números y más números. El doctor se asoma y me llama, le pido a Louis que me acompañe, sea lo que sea que tenga el merece saberlo. Entramos al consultorio y tomamos asiento, tengo nervios... puede ser cualquier cosa, o no sé, simplemente estoy nerviosa.
— Aquí están los resultados, no son malas noticias—dice.
— ¡solo dígalo! Siento que me estoy muriendo, diga si tengo que contratar un abogado para que reparta mis bienes o si tengo que ir a una notaría para que autentiquen mi testamento—digo rápidamente.
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El novio de mamá [L.T.]
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