Cuando regresé junto a mis amigos me vi sometido a un interrogatorio de tercer grado como si fuesen el FBI. Lo más curioso es que fueron Aiden y Zack los más preocupados por mí. Mark, por su parte, no le dio tanta importancia al asunto.
-Parecéis mi madre.-había dicho yo riendo, pero mi sonrisa se borró al momento cuando vi las expresiones de Aiden y Zack. ¿Por qué se preocupaban tanto?
Poco después nos despedimos y todos se fueron a sus respectivas casas. Yo aún seguía dándole vueltas en la cabeza a la chica del sueño y a la pelirroja del callejón que, por alguna razón que todavía desconocía, había decidido huir de mí al ser vista. Debían de tener algún tipo de relación entre ellas o simplemente lo del sueño había sido algo casual.
No obstante, algo en mi interior me decía que no era así. En el sueño había sentido una especie de atracción por esa chica, más allá de lo físico. Era algo superior, algo difícil de explicar. Y lo que había dicho...
"Chico de fuego". Esas palabras se quedaron grabadas en mi mente. Tenía que averiguar cuál era su significado.
Con esos pensamientos carcomiéndome por dentro me dirigí hacia mi casa. Vivía en un pequeño piso situado a las afueras de la ciudad en una urbanización que había sido construida hacía unos 10 años. Compartía piso con Sara, mi madre. Bueno, mejor dicho, mi madrastra. Sabía perfectamente que esa mujer no era mi madre pues había sido testigo de como el profesor Hook-mi antiguo maestro de lucha en la escuela de cazadores de demonios-le borraba parte de su memoria gracias a la ayuda de un brujo para que pensase que yo era su hijo 6 años atrás.
Y no penséis que somos egoístas. En realidad, el profesor Hook escogió cuidadosamente una humana sin familia y casi sin amigos para realizar el conjuro y colocarme a mí en su vida de forma que no pareciese muy sospechoso. ¿Y la razón?
Por alguna extraña razón no tenía recuerdos de mi infancia, como si hubiesen sido borrados al completo. Lo único que recordaba era que el propio profesor Hook me había encontrado magullado, cansado y al borde de la deshidratación entre los escombros de la gran batalla sucedida en Madrid 11 años atrás. Se descubrió que mi madre era la gran Isabel Heek-una de las mejores cazademonios-la cual apareció muerta en combate en extrañas circunstancias. Y en cuanto a mi padre... Bueno, de él si que no se sabía nada.
Fui acogido en la escuela de cazadores de demonios. Los demonios, por así decirlo, son criaturas provenientes de mundos oscuros que amenazan constantemente a la raza humana y nuestro deber es acabar con ellos. Pasé un par de años allí, entrenándome, mejorándome, hasta que fui expulsado cuando tenía 12 años.
La razón es muy simple. Dejé escapar a dos diablesas de la prisión que hay bajo tierra en la escuela. Dejé escapar al enemigo y traicioné a todos los cazadores. Y lo peor era que no me arrepentía. Y nunca lo haría. Yo estaba completamente seguro de que las dos chicas demonio a las que había liberado no eran nuestro enemigo, aunque, evidentemente, nadie me creyó.
Cuando fui expulsado todavía era muy joven para valerme por mí mismo y es por eso que el profesor Hook decidió convertir a una humana en "mi madre". Mi relación con Sara no era ni muy buena ni muy mala. Como yo sabía perfectamente que no era mi madre no me mostraba muy cariñoso con ella y ella tan sólo se limitaba a cuidarme. Como trabajaba toda la tarde y parte de la noche la mayor parte del tiempo estaba solo en compañía de mi amigo Leo. Y no me disgustaba en absoluto. Era muy independiente de aquellas.
Por la noche solía patrullar la ciudad a hacer no sólo mi trabajo como cazademonios sino también como una especie de justiciero. Cuando no había criatura sobrenatural maligna a la que abatir me encargaba de los criminales de la ciudad-que no eran pocos precisamente-y me lo pasaba en grande frustrando sus planes y deteniéndolos por mi cuenta. Realmente no eran rivales para mí pues yo, al ser un cazademonios, era mucho más ágil, rápido y fuerte que un humano normal, pero me entretenía luchando contra ellos y salvando a gente. Era lo único que se me daba bien.
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Alan Heek y La Espada Mortal
Fantasy¿Qué pasaría si algún día descubrieses que eres capaz de controlar una poderosa magia que nunca antes nadie había podido controlar? Eso es lo que le sucede a Alan Heek, cuya percepción del sobrenatural mundo que le rodea cambiará por completo al dar...