Capítulo 20: El pasado se queda en el pasado

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(Flasback)

Las dos diablesas observaron a Alan divertidas.

-Somos las hermanas oscuras, aunque eso ya lo habrás leído en la placa-se acercaron lo suficiente a la luz para poder verlas mejor. Eran muy guapas pero también transmitían fuerza y temor. El joven supuso que la que le había dirigido la palabra era la mayor de las dos. Y no se equivocó; era un poco más alta que su hermana e incluso que él y llevaba su gran melena pelirroja recogida en una coleta. Cabe resaltar que su pelo no era exactamente igual que el de Lisanna. Ésta última lo tenía de color más oscuro y la diablesa que tenía frente al chico lo tenía de color claro, casi como si fuese teñido. Sus ojos eran grandes y de color verde amarillento, muy intimidantes. Llevaba puesto un extraño traje de cuero en el que abundaban los colores rojo y negro y que combinaba rematadamente bien con su cabello. Eso si, tendría un par de años más que él, no mucho más.

Su hermana pequeña tenía más o menos la edad de Alan pero era muy distinta; tenía el pelo mucho más corto-le llegaba por poco a los hombros-y era de un color blanco azulado, muy extraño. Sus ojos eran de menor tamaño que los de la otra diablesa pero también imponían respeto, el color rojizo de éstos dejaba muy clara su naturaleza de diablesa. Se podía observar que tenía una pequeña cicatriz en su muñeca izquierda y también portaba un traje de cuero pero este de color azul claro, similar a su pelo.

-Yo soy Sasha-se presentó la mayor-,ella es mi hermana pequeña Evelyn.

Alan las observó incrédulo. Se le acababan de presentar dos diablesas, y con modales. Nunca pensó que eso fuera a pasar.

-Yo me llamo Alan, Alan Heek. Soy un...

-Cazador de demonios, si, aquí todos lo sois-le interrumpió Sasha mirándose disimuladamente las uñas.

-¿Dónde...donde estamos?-preguntó el crío.

Ellas lo observaron con una mueca de sorpresa.

-¿No lo sabes? Es una prisión para demonios. Aquí están los más peligrosos, los estudian y tratan de comprenderlos. ¿Nunca te han contado sobre este lugar?-fue Evelyn la que habló en esta ocasión.

El chico miró de un lado a otro, observando toda la estancia con asombro.

-Pues no, he entrado por mi cuenta. Quería saber lo que había tras esa puerta-señaló una gran puerta de madera situada en el piso de arriba-¿Por qué os tienen aquí? 

-¿No...no te parecemos peligrosas?-Evelyn se acercó casi hasta el borde de la celda pero sin llegar a tocar los gruesos barrotes.

-¿Qué? ¡No! Yo...siempre he tenido una mala imagen de los demonios, desde pequeño me contaron que son seres malignos, que no sienten, que no aman, pero vosotras...Vosotras tenéis algo diferente-dijo con la más absoluta sinceridad. Las dos diablesas sonrieron con ternura, como dos adolescentes enamoradas.

Es imposible que sean malignas, se dijo Alan, y posó una de sus manos en los barrotes de la celda. Instantáneamente sintió como si le quemasen la piel y apartó la mano dando un pequeño chillido que ahogó con su otra mano para evitar que lo descubrieran.

-¡¡¿Qué demonios?!!-dijo asustado y confuso alternando la mirada de su mano a los barrotes que acababa de tocar.

Ambas hermanas intercambiaron miradas de incredulidad.

-Tú...tú no eres un cazador de demonios-musitó Sasha colocándose bien la coleta.

-¿Qué? ¡Claro que lo soy! Es por eso que estudio y entreno en este edificio.

Pero la diablesa mayor seguía negando con la cabeza. Su hermana la observaba con atención, pues aún no entendía por que su querida hermana mayor decía eso.

Alan Heek y La Espada MortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora