Capítulo 11: Al acecho

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-¿Y bien? ¿Dónde está el elemental del fuego?-bramó Asmodeus al ver entrar a Laxis en la sala donde él descansaba.

Ella agachó la cabeza antes de contestarle, sabiendo perfectamente que se iba a enfadar. Y no convenía enfadarle.

-Lo siento mi señor Asmodeus. El elemental del fuego es más fuerte de lo que pensaba. No he sido capaz de traerlo.-la diablesa apretó la mandíbula ante lo que le esperaba,

-¡¡¡¿Te ha derrotado?!!!-rugió el Demonio Mayor levantándose de su gran trono. A los pies de éste descansaba un demonio Hydra, el cual gruñó molesto al escuchar jaleo a su alrededor. Sin preámbulos, Asmodeus agarró a Laxis del cuello y la alzó en el aire con sus garras.-¿Has sido vencida por esa escoria? ¿Nadie ha conseguido derrotarte en todo este tiempo y tiene que venir un mocoso a hacerlo? ¡Resultas patética!

Los demonios que se hallaban alrededor, escoltando la entrada, o algunos simplemente apoyados en las numerosas columnas que allí había, observaron la escena con temor.

-Mi señor...-boqueó la diablesa tratando de llevar aire a sus pulmones. El gran demonio se dio cuenta y aflojó su presa, pero no la soltó.-El chico es más fuerte de lo que pensábamos.

Asmodeus gruñó y la soltó. Laxis cayó al suelo y se llevó las manos al cuello para después lanzarle una profunda mirada de odio al demonio cuando éste se giró, camino de su trono.

-Ya sabes lo que te espera, Laxis.-dijo él sonriendo.

Pero ella no había terminado de informarle.

-Él no es el único elemental.-soltó de golpe la diablesa de ojos violetas, captando toda la atención de la sala.-Hay otro con él. Una chica rubia. La elemental del hielo.

El Demonio Mayor se mostró impresionado con la declaración de Laxis. Tras meditarlo durante unos segundos, chasqueó los dedos y bramó el nombre de otro demonio.

-¡Jhakar!

En cuestión de segundos apareció en la gran sala un demonio de tamaño medio, quizás un poco más grande que Laxis, con dos cuernos negros en la cabeza (uno de los cuales estaba partido por la mitad). Su cuerpo era de un color rojo oscuro y poseía garras en sus extremidades, así como dos alas un tanto desiguales.

-Ya que has fracasado con el elemental del fuego tendrás la oportunidad de resarcirte con la del hielo. Alan era preferible, pero, al fin y al cabo, es un elemental a quien necesitamos para obtener esa espada.-su penetrante mirada se clavó en la figura de la diablesa y del demonio al que había llamado.-Pero si fracasáis, tendréis vuestro merecido castigo. No me hagáis tener que enviar a Kharnax.

A lo lejos, en una esquina, apoyado contra la dura pared de color escarlata, un gran demonio descansaba plácidamente sujetando un hacha. Ese era Kharnax. El más fuerte de los lugartenientes de Asmodeus.

-No le defraudaremos mi señor.-musitó la atractiva diablesa mirando con fastidio a su nuevo compañero.

Laxis se encaminó hacia la salida. El demonio Jhakar, seguido de dos demonios menores alados, se encargó de seguirla.


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(5 horas antes...)

(Alan)

Después de comer me despedí de Lisanna y cada uno se fue a sus respectivas casas. Acordamos quedar a la tarde con los demás. A eso de las seis en el centro comercial. Después de todo lo que había pasado no nos vendría nada mal un poco de relajación.

Alan Heek y La Espada MortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora