Capítulo 6: La Biblioteca

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La clase de biología estaba resultando un completo coñazo. La profesora explicaba algo sobre las células, pero hacía tiempo que mi cerebro se había marchado a otra parte.

Cuando me desperté a la mañana no tuve más remedio que arreglar el desastre que había ocasionado en la fábrica mientras dormía. Al final había resultado ser una buena decisión dormir fuera de casa. Lo que no lograba comprender era por qué a Leo no le había afectado el fuego. Ya lo averiguaría.

Lo preocupante fue lo de la noche anterior. Ni tan siquiera me habían permitido hablar con el profesor Hook en la Escuela. ¿Sabría algo de mis extraños poderes? No tenía forma de averiguarlo.

Y de nuevo había soñado con esa chica. Ya era rutina. Soñar con la chica de hielo. ¿Estaríamos conectados? ¿Por qué?

Miles de preguntas azotaban mi mente y estaba tan abstraído en mis pensamientos que no me di cuenta de que la profesora me había hecho una pregunta. Fue Aiden quién me avisó.

Avergonzado, levanté la mirada y vi que todo el mundo me estaba observando. Los nervios me invadieron. Algo nada bueno.

Poco a poco comencé a sentir como perdía el control sobre mi cuerpo, una vez más. Y al mismo tiempo trataba de hablar para responderle a la profesora.

-¿De nuevo en las nubes señor Heek?-ella clavaba su mirada en mí y yo empecé a sudar.

-Yo...yo...-traté de responder pero las palabras no salieron de mi boca. Los nervios y la vergüenza me estaban destrozando. Y si a eso le sumamos lo del fuego...

Intercambié la mirada con Aiden y éste debió ver algo que no le gustó pues, haciendo gala de su increíble rapidez para pensar alternativas, levantó la mano sin dudarlo.

-Profe, parece que Alan no se encuentra bien.-la profesora me echó un detenido vistazo y asintió. Yo luchaba contra mi propio cuerpo tratando de controlarme y estaba sudando bastante, lo que le dio a Aiden la excusa perfecta.-¿Puedo acompañarle al baño?

-Está bien. No parece encontrarse bien.-ella nos dio permiso y Aiden hizo que me levantase de la silla y se pegó a mí rápidamente para susurrarme algo al oído.

-No abras los ojos.

Esas palabras me extrañaron enormemente, pero obedecí sin rechistar.

Una vez ya en el baño, lo aparté de un empujón.

-¡Aléjate de mí Aiden!-dijo hiperventilando con temor. Y me asusté aún más cuando vi mi propio reflejo en el espejo de los baños. Mis ojos... Mis ojos ya no eran verdes.

Por alguna razón que desconocía, mis ojos habían abandonado su característico color verde y se habían tornado amarillentos, brillantes, y con la pupila en una posición vertical similar a la de un cocodrilo.

-¡Alan tranquilízate!-dijo también un poco alterado-Tienes que calmarte.

Pero yo, lejos de calmarme, estaba perdiendo el control. La angustia y el miedo a hacerle daño a la gente por no ser capaz de controlar mis poderes estaban siendo los detonantes de mi descontrol.

Mi cuerpo no me respondía debidamente y sentí como perdía el control. Angustiado a más no poder, me agarré la cabeza con ambas manos justo antes de que las llamas volviesen a envolver mi cuerpo de arriba abajo convirtiéndome en una hoguera andante.

-¡Aiden vete!-exclamé enloquecido con los ojos llameantes. Él se echó un poco hacia atrás debido al enorme calor que emanaba mi cuerpo pero no se largó.

-¡Contrólate idiota! ¡Vas a causar un estropicio!

-¡NO PUEDO!-mientras le respondía entre gritos, una brutal y concentrada llamarada de fuego salió disparada de mi cuerpo y le dio de lleno a Aiden, atravesándole el abdomen y derribándole contra la pared.-¡NO!

Alan Heek y La Espada MortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora