Capítulo 36: Una decisión desesperada

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El cazador de demonios rubio al que ella había salvado se acercó cojeando hasta su posición.

-Gracias, me has salvado.-dijo él un poco avergonzado a lo que ella le restó importancia con un gesto de manos-Tú...no te ha matado.

Ella se incorporó con una mueca de dolor y se encogió de hombros.

-No entiendo por qué. Quizás he sido el detonante de alguno de sus recuerdos del pasado.-la ojiazul se rehízo su ropa de combate gracias a su magia de hielo y observó su dolorido brazo-Me he llevado un buen golpe en el brazo.

Pero Jack no la estaba escuchando. Estaba tratando de averiguar por qué a ella no la había matado y se había marchado. Recordó entonces las veces que había visto a Elena y a Alan juntos, la forma en la que la miraba, como le dedicaba disimuladas miradas cada vez que ella no se daba cuenta y sus inexplicables nervios iniciales cuando ella estaba cerca. Y por fin lo comprendió. En su cabeza todo encajó. Había averiguado el por qué, y no sólo eso, también sabía como traerlo de vuelta.

La respuesta estaba frente a él y tenía nombre.

-Eres tú.-dijo interrumpiendo lo que Elena estaba diciendo, aunque tampoco la estaba escuchando.-Por eso no te ha matado.

Ella frunció el ceño. No entendía nada.

-¿Qué estás diciendo? Explícate.

-No tenemos tiempo para explicaciones.-zanjó el chico ayudándola a ponerse en pie-¡Vamos! ¡Ya sé como traer a Alan de vuelta!



-¡Más rápido chicos o no llegaremos!-el profesor Hook alentaba al vampiro y al licántropo, quienes cargaban con la Espada y comenzaban a estar exhaustos. Llevaban un buen rato caminando y se encontraban casi al borde del puente que unía las dos partes en las que el río dividía a la ciudad ourensana. Era ya noche cerrada y no había casi nadie por la calle. El río tenía el caudal bastante alto y rugía con furia bajo el puente debido a los numerosos rápidos que poseía.

-¡Oye esto es complicado! ¡La Espada es muy poderosa!-protestó Aiden con una mueca de enfado. Zack se mantenía serio sin decir nada mientras sujetaba el objeto celestial y soportaba el dolor que le causaba esa fuerte energía recorriendo cada fibra de su ser. Lisanna caminaba tras ellos completamente callada. No dejaba de pensar en su hermana, en si estaría bien. Si le pasase algo jamás se lo perdonaría.

-La escuela está a menos de 1 km, debemos apurarnos. No sabemos cuanto tiempo tardarán en atacarnos.

Los chicos apuraron el ritmo y avanzaron un poco más rápido, pero cuando se hallaban sobre el centro del puente los dos subterráneos percibieron algo.

-¡Profesor Hook! ¡Alan...!-antes de que pudiesen acabar la frase Alan aterrizó frente a ellos destrozando el asfalto bajo sus garras. Los chicos lo observaron con asombro y temor. Su cuerpo estaba en llamas, llamas incandescentes que le otorgaban un color naranja rojizo.

-¡Dadme la Espada!-rugió estirando sus garras para que se la diesen.

Aiden y Zack retrocedieron y fue Lisanna la que corrió de nuevo hacia el que había sido su amigo.

-¡Qué le has hecho a mi hermana! ¿Dónde está? ¡Como le hayas hecho algo te mataré!-la pelirroja no era consciente de lo que decía, la dominaba la furia y el miedo. El chico clavó su penetrante mirada en la humana que lo había desafiado y con un movimiento que fue casi invisible la atrapó con sus garras y la atrajo hacia él.

-Si no me dais la Espada la mataré.-su voz sonó firme y Lisanna estaba absolutamente convencida de que no mentía. Las garras del chico se le estaban clavando en la piel del brazo y su cuerpo estaba extremadamente caliente. Le estaba quemando.

Alan Heek y La Espada MortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora