Capítulo 7: Asmodeus

32 7 28
                                    

Tras casi una hora de preparativos por fin tenía todo listo para la invocación.

Sabía perfectamente cómo había que invocar a un demonio, lo había estudiado cuando todavía estaba en la Escuela. Bastaba con dibujar un pentagrama demoníaco en el suelo de alrededor de un metro de diámetro, colocar 6 velas encendidas a su alrededor y pronunciar las palabras adecuadas tres veces. Un lenguaje demoníaco. Y por último, nombrar cinco veces al demonio que quieres invocar. Muy fácil.

El pentagrama demoníaco permite al demonio salir de la dimensión demoníaca en la que se encuentra y materializarse en la Tierra, pero no le permite salir de el mismo al exterior, por eso no hay peligro alguno en invocar a un demonio. O eso creía.

Iba a realizar el ritual en el centro de la planta baja de la fábrica abandonada, así nadie se percataría de lo que sucedería allí.

-¿Listo Leo?-pregunté y mi compañero felino asintió.

Suspiré profundamente y me acerqué al pentagrama. La tenue luz de las velas le daba un aspecto siniestro al dibujo y durante un momento dudé y pensé si realmente estaba haciendo lo correcto y no había alguna otra manera de conocer a esa chica y averiguar por qué tenía mis poderes. No obstante, el deseo de obtener respuestas era más grande que mi miedo y, dando un paso al frente, cerré los ojos y pronuncié las palabras adecuadas seguidas del nombre del demonio Mayor: Asmodeus.

Al principio no ocurrió nada y durante un momento pensé que había hecho algo mal pero súbitamente, una sombra negra como la noche se formó en el centro del pentagrama y en pocos segundos apareció ante mí la figura de un chico joven de pelo negro. Parecía tener algunos años más que yo.

"Quizás he invocado al demonio equivocado" pensé, pero mis dudas se disiparon cuando el chico clavó sus ojos en los míos. Unos ojos rojos como la sangre. Era él. Era Asmodeus, pero en forma humana.

El poder que desprendía era abrumador, y eso que se encontraba atrapado en el pentagrama.

Asmodeus no dijo nada. Simplemente se limitó a observarme detenidamente en silencio. Tenía que hablar yo.

-Demonio Asmodeus-comencé con la voz un tanto temblorosa-, tengo algo que pedirle.

Él siguió observándome sin decir nada. Estaba esperando que continuara.

-Quiero conocer a la chica que se me aparece en mis sueños desde hace semanas. Es una orden.-sabía que ese demonio podía conceder un deseo a su invocador. No obstante, ¿pediría algo a cambio?

Al escuchar mi deseo el chico sonrió y sus demoníacos ojos rojos centellearon.

-Deseo concedido.

Al instante, su cuerpo comenzó a brillar de forma increíble y tuve que taparme los ojos para evitar quedarme ciego. Al mismo tiempo, un viento huracanado pareció salir de su cuerpo y tuve que hacer presión con los pies en el suelo para no salir volando.

El demonio trató de salir del pentagrama, pero chocó contra la barrera protectora que me separaba de él. El viento cesó y miré hacia atrás buscando a Leo. Suspiré aliviado al ver que había conseguido agarrarse al suelo con sus garras.

Cuando volví mi mirada al frente mi expresión facial se llenó de terror. La barrera protectora del pentagrama comenzó a resquebrajarse y el demonio Asmodeus sonrió con su forma humana. Finalmente se rompió en mil pedazos y el demonio salió de su interior. 

-No.-murmuré aterrorizado-No es posible.

Asmodeus observó a su alrededor y sonrió con maldad.

Alan Heek y La Espada MortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora