A la mañana siguiente me desperté sobresaltado y empapado en sudor frío. Había soñado algo de lo más extraño, algo con lo que llevaba soñando durante muchos meses.
Cuando la noche anterior me tumbé en la cama y cerré los ojos esperaba encontrarme con un sueño de luchas épicas a muerte como ya era habitual en mí. Pero no. Aquella noche en mi sueño apareció una chica.
La chica tenía más o menos mi estatura y edad, sus ojos eran de un color azul océano y su pelo rubio estaba recogido en una coleta que le caía sobre su hombro izquierdo. Llevaba puesto un vestido de color blanco grisáceo y de sus manos salía hielo. Parecía que era capaz de controlar la magia del hielo. Nunca antes había visto a nadie capaz de hacer eso.
Y lo mejor de todo. Era increíblemente guapa.
-Chico de fuego.-esas fueron las únicas tres palabras que me dirigió y , como consecuencia, me desperté al instante bañado en sudor frío. ¿Quién demonios era esa chica? ¿Y por qué me había llamado así?
Con esos pensamientos rondándome por la cabeza me levanté de la cama y me preparé el desayuno. Mi compañero felino también se despertó al oírme y me siguió hacia la cocina. Todavía era pronto. No eran ni las nueve de la mañana pero ya que me había levantado no iba a volver a acostarme. Además, a media mañana había quedado con mis amigos para pasar el rato. Me serviría para despejarme y quitarme de mi cabeza los pensamientos sobre esa chica rubia de ojos azules de mi sueño, al igual que los de la chica del callejón que aseguraba buscar a alguien importante.
Quedaba mucha mañana por delante.
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-¡¡¡ALA!!!!A la mierda el café. Desde luego yo no gano para disgustos- solté visiblemente enfadado tras ver como se derramaba prácticamente todo mi café por el sucio suelo de la calle. Había tropezado con una baldosa defectuosa y el maravilloso y calentito café que transportaba mi mano derecha se precipitó hacia el vacío como si no le convenciera la idea de acabar en mi estómago.
-Vaya torpe estás hecho Alan.- dijo el chico de pelo castaño y ojos marrones que iba a mi izquierda con una ligera sonrisa pícara.
-Cállate Mark, ni que tú fueras aquí un atleta profesional. Te recuerdo que el miércoles atropellaste a una niña de 5 años mientras caminabas a tu "ritmo normal". Tendremos que decirle a la policía que ponga más radares por esta zona.- dije yo soltando una buena carcajada.
Mark puso los ojos en blanco mientras hacía un gesto de desaprobación con la cabeza.
-¡Tío que no la vi! Era un maldito gnomo de jardín y yo Godzilla. Como verás la diferencia de tamaño era descomunal.- se excusó el ojimarrón antes de darle un pequeño sorbo a su café con leche- ¡¡¡Caray!!! ¡Esto está como un horno!
Yo le miré de reojo y casi me río al ver su reacción.
-A ver, déjame probar.-sin más preámbulos le arrebaté su vaso de plástico de café y le di un pequeño sorbo. No noté nada de calor.
-¡Pero si esto está frío!.-le devolví el vaso ante su mirada atónita. Él no despegaba sus ojos de mí.
-Tus termoreceptores deben estar atrofiados o algo porque esto está hirviendo.-Mark negó con la cabeza visiblemente sorprendido y, tras soplarle un par de veces, dio un tímido sorbo.
-En fin, vamos a dejarlo ahí.-suspiré mientras cerraba los ojos para relajarme-Voy a matar a Zack. Siempre llega tarde.
-En eso tienes razón.-puntualizó Mark justo antes de sacar su móvil del bolsillo-Por cierto, voy a mandarle un mensaje a Aiden también para que venga pitando.
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Alan Heek y La Espada Mortal
Fantasy¿Qué pasaría si algún día descubrieses que eres capaz de controlar una poderosa magia que nunca antes nadie había podido controlar? Eso es lo que le sucede a Alan Heek, cuya percepción del sobrenatural mundo que le rodea cambiará por completo al dar...