(Alan)
-¡Suéltala!-vociferé encolerizado. Lo sabía, lo había sabido desde el principio. Esa chica no era humana. Era una diablesa. ¿Cómo se me había podido pasar por alto?-Deja que se marche. Ella no tiene nada que ver con todo esto. ¿Quién eres tú?
La diablesa se giró por completo y me dedicó una sonrisa burlona.
-Mi nombre es Laxisus, pero puedes llamarme Laxis. Soy una diablesa de alto rango a las órdenes de Asmodeus. En cuanto a la chica...por supuesto que tiene que ver. Al fin y al cabo, también presenció el regreso de uno de los reyes Infernales, mi señor Asmodeus.-con sus garras agarró a Lisanna del cuello con fuerza. Mi amiga boqueó tratando de llevar aire a sus pulmones desesperadamente y tosió varias veces.-Voy a matar a esta humana. ¿Qué vas a hacer cazador de demonios? ¿Vas a llamar a mamá? ¡Ah no, espera! ¡Está muerta!
Apreté los dientes con furia, tratando de controlar mis emociones. No podía dejar que le hiciese nada a esa chica, no podía.
-No permitiré que le hagas daño.-dije atravesándola con la mirada.-¡Acabaré contigo!
Dando un pisotón en el suelo mis manos estallaron en llamas. Sentía la energía recorrer mi cuerpo, la protección que el fuego me proporcionaba. Era algo mágico. Cerré los ojos y suspiré profundamente. Este combate iba a ser bastante más complicado de lo que estaba acostumbrado.
La diablesa tiró a Lisanna al suelo con fuerza, dejándola desmadejada en el cemento como si fuera un muñeco de trapo.
-Adelante chico de fuego. Muéstrame de lo que eres capaz.
Dando un grito me abalancé sobre ella con el puño derecho ardiendo en alto y le di un fortísimo puñetazo en el rostro. Una violenta explosión de fuego sacudió parte del parque cuando mi puño en llamas entró en contacto con su piel. Varias ramas procedentes de los árboles que había por allá se hicieron pedazos como resultado de la explosión.
Cuando el humo se disipó pude ver que no le había hecho ni un solo rasguño a la diablesa. Estupefacto, me di cuenta de que no le había dado en el rostro, sino que había bloqueado mi ataque con su brazo. De esta manera, había reducido el poder del impacto y tan sólo había sido arrastrada un par de metros hacia atrás.
Enfurecido, le dediqué una mirada asesina. Ella tan sólo sonreía. Parecía estar pasándoselo en grande.
-Los rumores no mienten. Eres verdaderamente fuerte Alan.-soltó con una sonrisa de suficiencia que me hizo hervir la sangre.-Pero tendrás que esforzarte más si quieres vencerme, chico de fuego.
-¡Cállate!-grité con rabia.-¡Te venceré!
El fuego de mis manos comenzó a girar como un violento huracán, acorde con mis sentimientos de furia hacia esa diablesa. Aprovechando eso ataqué de nuevo, pero ella fue más rápida y logró esquivarme sin dificultad.
Confuso y enfurecido, con los ojos brillando de rabia, salté una vez más sobre ella, pero ésta volvió a esquivarme y me propinó una fuerte patada en el pecho.
Debido a la fuerza del impacto salí despedido un par de metros y choqué contra un árbol con un sonido seco, derramando algo de corteza en el proceso.
Antes de poder ponerme en pie sentí como me agarraba del cuello y colocaba mi rostro a escasos centímetros del suyo. Esa maldita arpía era condenadamente guapa, y ella lo sabía.
-¿Eso es todo lo que tienes chico de fuego?
Yo estaba mucho más furioso de lo normal. Había perdido por completo no sólo el control sobre mis poderes sino también sobre mi propio cuerpo. Mientras ella me agarraba yo trataba desesperadamente de zafarme de su agarre, como un perro rabioso.
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Alan Heek y La Espada Mortal
Fantasía¿Qué pasaría si algún día descubrieses que eres capaz de controlar una poderosa magia que nunca antes nadie había podido controlar? Eso es lo que le sucede a Alan Heek, cuya percepción del sobrenatural mundo que le rodea cambiará por completo al dar...