La diablesa se giró en mi dirección, aún con el cuchillo de Laxis en la garganta, pero no pareció reconocerme. De todos modos, al girarse le vi el rostro con mayor claridad. Su corto pelo azul pálido con dos pequeños cuernos azulados destacaba con mayúsculas sobre sus dos ojos rozijos y su tez bastante pálida.
En ese instante otra sombra salió de la oscuridad, pero con mucha más calma y tranquilidad que la anterior.
-¿Qué demonios está pasando aquí?-la luz iluminó su rostro y también fui capaz de reconocerla después de tantos años. Una gran melena pelirroja le llegaba casi hasta la cintura, en la que portaba un cinturón con una calavera. Sus ojos, azules y claros como el océano, contrastaban con su piel blanca, pero algo morena y dos cuernos rojos de pequeño tamaño sobresalían de su cabeza. Era Sasha, la hermana mayor de Evelyn.
-Sasha...-musité yo maravillado. Me alegraba saber que ambas estaban en perfectas condiciones. Y no me imaginé que fuesen a ser tan guapas.
-¿Quienes sois vosotros? ¡Soltad a mi hermana!-dijo comenzando a enfadarse.
-Lo haremos, pero primero tenéis que saber que no hemos venido a haceros ningún daño.-dije haciendo un gesto de tranquilidad-¿No me reconoces?
Ella frunció el ceño y me observó más detenidamente. Para salir de dudas extendí mi mano derecha y creé una pequeña llama de fuego.
-¿Te refresca esto la memoria?-dije con una sonrisa.
Tardó unos segundos en reaccionar pero finalmente el rostro de Sasha se iluminó como un árbol de Navidad y la diablesa de 20 años no dudó en acercarse a mí y achucharme entre sus brazos.
-¡Alan! ¡Por el Ángel, cuanto tiempo! ¡No me lo puedo creer, estás bien!-decía mientras me estrujaba entre sus enormes brazos. Finalmente me soltó. Era un poco más alta que yo debido a que era mayor, y también más madura, pero seguía siendo igual que cuando la conocí siendo apenas un adolescente.-¿Cómo...? ¿Qué estás haciendo aquí?
Laxis soltó a Evelyn y la otra diablesa se lanzó a abrazarme no sin antes dedicarle una mirada de odio a la diablesa de ojos violetas.
-Necesitamos vuestra ayuda urgentemente.-exclamé mirando de reojo a Laxis. Ella afilaba una de sus dagas con indiferencia.-Hace tiempo os hice un favor liberándoos. Creo que es hora de que me lo devolváis.
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El rastro de energía demoníaca los guió hasta el cementerio. Aquel que Alan había visitado antes de entrar en los dominios subterráneos de Asmodeus y que se hallaba lejos del centro de la ciudad, por donde no solía pasar nadie. Habían tardado en llegar hasta ahí unas cuantas horas y ya era última hora de la tarde. Tan sólo tenían unas pocas horas para impedir el regreso de Lilith, pero ellos, realmente, no lo sabían.
El sendero del bosque por el que caminaban terminaba en un cementerio amplio y espacioso poco conocido con una gran capilla al fondo, ideal para pasar desapercibidos. A medida que se acercaban el aire se enrarecía y la temperatura aumentaba cada vez más haciendo realmente difícil el poder concentrarse, pero ellos eran guerreros experimentados y tenían muy claro su objetivo.
Cuando ya estaban cerca de la entrada un murmullo de voces los detuvo. Asustados, se escondieron tras un pequeño montículo y fue Zack el que echó una rápida ojeada para analizar el panorama.
-Cuento más de veinte en total. Diez soldados armados vigilan la entrada y el resto están desperdigados por todo el lugar sin contar a los demonios menores.-dijo volviendo a agacharse con una mirada de preocupación.
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Alan Heek y La Espada Mortal
Fantasy¿Qué pasaría si algún día descubrieses que eres capaz de controlar una poderosa magia que nunca antes nadie había podido controlar? Eso es lo que le sucede a Alan Heek, cuya percepción del sobrenatural mundo que le rodea cambiará por completo al dar...