Capítulo 29: Kharnax

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Mark descansaba tumbado encima de su cama leyendo un libro sobre mitos y leyendas con un poco de música de fondo. Lo había tomado prestado de la biblioteca. Se había obsesionado con El Mundo de las Sombras, a todos los humanos les pasaba cuando se enteraban de su existencia. La curiosidad del ser humano por cosas desconocidas e increíbles es infinita.

Él no lo sabía, pero mientras leía ese libro, fuera, en la calle, Leo vigilaba sentado la entrada del edificio con las orejas levantadas y la boca entreabierta con su hocico olfateando el aire, tratando de captar el olor de posibles enemigos.

El chico de 18 años le había estado dando muchas vueltas en la cabeza a lo que le había dicho su amigo Alan el día anterior y tras muchos pensamientos había llegado a la conclusión de que el cazador de demonios no había tenido otra opción que mentirle para protegerlo. Eso le conmovió y su enfado con él desapareció. Al menos, en parte.

<<Con todo lo mal que te he tratado últimamente te entendería si no me perdonas>>, pensó Mark con una mirada nostálgica y se levantó dejando el libro encima de la cama para coger un pequeño marco que albergaba una foto en el portal de su casa de los dos juntos y sonrientes de hacía tres años. Realmente era una foto cutre, pero él la conservaba como su posesión más preciada, para recordarle siempre quién era su amigo más increíble.

Cogió la foto con ambas manos y dejó escapar un suspiro.

Mientras tanto, en la calle, Leo captó algo en al aire, algo inusual que no estaba acostumbrado a captar: magia demoníaca. En cuestión de segundos frente a él tuvo lugar una pequeña explosión y se formó un agujero en el aire: un portal dimensional. Por el borde del portal saltaban chispas naranjas una y otra vez y éste giraba sobre sí mismo. En un abrir y cerrar de ojos un enorme demonio de ojos naranjas portador de un hacha salió del portal y éste se cerró con un sonido seco. Kharnax había llegado.

Leo se puso en pie como un rayo y soltó un rugido que podría haber amedrentado perfectamente a un elefante. Su moteado pelo se erizó, haciendo que el felino pareciese más grande de lo que realmente era y sus garras retráctiles se extendieron como si fuesen las garras del mismísimo lobezno.

En su forma original Kharnax medía más de 2 metros de alto. Pese a que Leo tenía casi el mismo tamaño, era mucho más bajo por lo que tenía que levantar la mirada para mirarle fijamente a los ojos, a esos terribles y enfurecidos ojos demoníacos.

-Vaya. Parece que hoy no tienes a tu amigo, gatito.-Kharnax sonrió dejando ver sus afilados dientes y agarró su arma con fuerza. Sus garras negras se clavaron con firmeza en la empuñadura del hacha y avanzó hacia la entrada del portal del edificio de Mark dando grandes zancadas.

Leo volvió a rugir, un rugido de advertencia, y se colocó en posición de ataque listo para saltar sobre su enemigo. Kharnax ni se inmutó, no le tenía miedo a casi nada, y menos le iba a tener a un animal normal. Pero Leo no era un animal normal.

Dando un salto increíble el leopardo llegó a la altura del demonio y le asestó un brutal zarpazo en la cara con todas sus garras extendidas. El portador del hacha rugió de dolor, tambaleándose y se llevó la mano libre a su rostro, al lugar donde había recibido el golpe: sangre negra de demonio-icor demoníaco-brotaba de la herida con la marca de las tres garras principales de la pata de Leo. Y es que los felinos poseían una fuerza bestial en sus extremidades delanteras, siendo un leopardo o un jaguar capaz de partirle el cráneo a un perro de un solo zarpazo.

-Maldito bicho.-gruñó el demonio y alzó su hacha en el aire dispuesto a acabar con la vida de Leo pero él, con un movimiento que fue casi invisible, logró esquivar la mortífera arma y se impulsó sobre sus patas traseras para saltar de nuevo hacia Kharnax y adherirse a uno de sus brazos, arañándolo y tratando de encontrar un lugar para atravesar su dura piel gris con sus caninos pero cuidando no clavarse algunas de las púas que sobresalían de la piel.

Alan Heek y La Espada MortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora