Mi mirada se clavó en el suelo para después dirigirse hacia mi amigo. Lo sabía, lo había descubierto. Sabía que yo no era un humano corriente como él.
Me quedé estático, sin saber bien que decir. En la biblioteca reinaba el silencio, tan solo roto ocasionalmente por algún que otro trueno y el sonido del repiqueteo de la lluvia.
-¿Y bien? ¿No vas a decir nada?
-Nunca he querido meterte en esto.-solté y me senté en la silla más cercana.-El Mundo de las Sombras es un lugar muy peligroso.
Él me imitó y también se sentó.
-¿El Mundo de las Sombras? ¿De qué estás hablando Alan?-sus dos ojos marrones me observaban con atención pero ya no vi ningún rastro de enfado en ellos.
-Como ya te habrá dicho Elena, en este mundo hay muchas cosas que los humanos normales no entenderíais porque la ciencia no puede explicar. Pero la cuestión es muy clara.-suspiré y cogí el invisibilizador-Todas las leyendas son ciertas, todo lo que has leído en ese libro es verdad.-señalé el libro que descansaba plácidamente sobre la mesa.
Le hice un gesto a Leo para que se acercase. Era invisible para Mark debido al invisibilizador, pero iba a dejar de serlo. Con mi mano derecha deslicé el palo metálico suavemente por la piel del felino. Mark observaba la escena con el ceño fruncido, pensando que estaba dibujando en el aire. Cuando terminé la runa brilló y mi amigo abrió los ojos como platos, incapaz de creerse lo que acababa de ver.
-Este de aquí es Leo, mi fiel compañero de lucha.-lo presenté ante el asombro de Mark-¿Leo? Saluda a mi amigo, aunque ya lo conozcas bien.
El felino se acercó al ojimarrón y le hizo un pequeño gesto con la cabeza. Al principio Mark se echó hacia atrás, un poco intimidado por el depredador, pero al ver que no iba a hacerle daño alguno estiró su mano derecha y lo acarició.
-Esto es completamente surrealista.-el comentario de mi amigo no me sorprendió y yo asentí.
-Lo sé, todo esto lo es, no le trates de buscar la lógica, es peor.
-¿Y tú...luchas con él a tu lado?
-Siempre, nunca me abandona.-le acaricié la cabeza a Leo mientras él ronroneaba.-Juntos hemos derrotado a muchos "malos".
Como activado por un resorte Mark saltó de su silla y cogió el gran libro en sus manos. Pasó sus páginas con rapidez y luego lo posó de nuevo en la mesa, señalando un párrafo en concreto.
-Aquí dice que los demonios existen. ¿Son esos los "malos" de los que hablas?
-En su mayoría si. Muchos demonios se ocultan en los altos mandos de los gobiernos del mundo. Pero eso no justifica el hecho de que también he matado a algunos humanos. He quebrantado normas de los cazadores de demonios.-mi mirada se tornó un poco dura y Mark lo percibió.
-¿Cazadores de demonios? ¿Y por qué lo hiciste?
Yo volví a mirarle, ésta vez a los ojos. Sentí la energía recorrer mi cuerpo y mis ojos brillaron. Él se asustó.
-Porque no soy del todo como ellos.-extendí el brazo y abrí la palma de la mano dejando escapar una llama de fuego de color anaranjado.-Soy parte demonio. Soy en parte lo que me dedico a cazar, lo que siempre he perseguido. Eso es lo que me aterra.
Él ya no estaba asustado. Observaba completamente asombrado el fuego que emanaba de mi mano.
-Eres como ella.-musitó en voz baja-Eres como Elena.
Yo negué con la cabeza.
-En eso te equivocas. Elena es bondad y amor, yo caos y destrucción.-apagué la llama cerrando la mano y me levanté-Y ahora por mi culpa todos estamos en peligro, incluido tú.
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Alan Heek y La Espada Mortal
Fantasi¿Qué pasaría si algún día descubrieses que eres capaz de controlar una poderosa magia que nunca antes nadie había podido controlar? Eso es lo que le sucede a Alan Heek, cuya percepción del sobrenatural mundo que le rodea cambiará por completo al dar...