-Alan, tenemos que hablar.
Esas fueron las palabras que me dirigieron tanto Aiden como Zack cuando nos despedimos. A pesar de que al día siguiente había clase decidimos quedar a la noche ya que ellos parecían querer contarme algo.
-A la noche te avisamos. No faltes.-la seriedad con la que me dijeron eso hizo que frunciese el ceño. ¿Qué demonios era tan importante para no querer decírmelo al momento? ¿Y a qué venía esa seriedad? Nunca los había visto así.
Tras despedirme de Lisanna, Elena y Mark me dirigí hacia casa. Había sio una tarde maravillosa. De hecho, nos habíamos sacado una foto todos juntos haciendo el tonto frente a la puesta de sol. Sonreí por dentro al recordarlo. Ya no me sentía tan solo.
Cuando llegué a casa mi madre (madrasta, debería decir) ya había llegado y estaba en el salón viendo la tele.
-¿Dónde te habías metido?-exclamó sin apartar la vista del televisor.
-Por ahí, con unos amigos.-dije despojándome de mi sudadera.
Ella se giró hacia mí.
-¿Eran esos chicos otra vez?-dijo y yo asentí.-Deberías expandir tu círculo de amistades. Siempre estás con los mismos.
-¿Dónde está Leo?-dije cambiando de tema.
Sara hizo un gesto hacia atrás con la cabeza.
-Antes estaba en la cocina. Tienes que hacer que ese chucho espabile. Se le ve muy parado.
"Si tú supieras..."
-Lo haré, mamá.-no pude evitar reír por dentro. Se pensaba que era un perro debido al conjuro del profesor Hook.
Al llegar a la cocina y encender la luz me encontré al leopardo sentado en el medio de la estancia con las orejas levantadas y mirando detenidamente por la ventana.
-¡Compañero!-dije acariciándole la cabeza con una de mis manos.-¿Todo bien?
Leo asintió con la cabeza. No obstante, estaba raro, inquieto.
Tras encogerme de hombros abrí la nevera y me calenté unos espaguetis, sobras del día anterior. Después de llenarme la tripa a base de bien fui a mi habitación y me tiré en la cama a escuchar música. Tenía que relajarme un poco.
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Las dos hermanas se encontraban cenando tranquilamente en la mesa del comedor mientras veían algo por la tele.
-¿Qué tal la tarde Elena?-preguntó Lisanna antes de beber de su vaso de agua.-¿Qué te parecieron los chicos?
La chica rubia platinada sonrió levemente.
-Son buenas personas. Hiciste bien en hacerme ir con ellos anoche.-sonrió la hermana mayor recordando el buen rato pasado a la tarde.-Por cierto. He visto que te llevas especialmente bien con Alan.
Lisanna levantó la vista del plato, ligeramente ruborizada, encontrándose con la divertida mirada de su hermana mayor.
-No es lo que piensas.-contestó haciendo una mueca.-Me cae bien, eso es todo. Es muy simpático.
Elena terminó de comer y dejó el plato en el fregadero. Miró de nuevo a la pelirroja. Su mirada se había ensombrecido un poco, y Lisanna se dio cuenta enseguida. Conocía a su hermana mejor que nadie.
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Alan Heek y La Espada Mortal
Fantasy¿Qué pasaría si algún día descubrieses que eres capaz de controlar una poderosa magia que nunca antes nadie había podido controlar? Eso es lo que le sucede a Alan Heek, cuya percepción del sobrenatural mundo que le rodea cambiará por completo al dar...