La tensión era palpable en el ambiente. Los dos sobrenaturales, acompañados por Lisanna y Elena se dirigían hacia la casa del brujo Alexander Roll, tal y como ellos habían dicho que harían: a primera hora de la mañana y sin Alan. El enfado de Elena con los dos chicos aún era evidente pero poco en comparación con el chico de fuego, eso era otro cantar.
Aiden y Zack iban un par de metros por delante de ellas charlando animadamente mientras que las chicas se mantenían calladas, sin ganas de decir nada tras lo ocurrido. La mañana era fría y neblinosa, típica de invierno. Pese a ello, Elena llevaba un corto vestido únicamente como prenda de ropa, a ella las bajas temperaturas no le afectaban. De hecho, mientras caminaba, se dedicaba a crear distintas figuras con su magia de hielo que se desvanecían en el aire una y otra vez: podía ser lo que la chica rubia quisiera; desde un feroz león hasta un barco pirata pasando por un elegante e imponente dragón escupiendo fuego azul.
Negó con la cabeza y dejó de hacer cosas con las manos. Esa última figura le había recordado al chico, a ese al que le había echado la bronca hacía apenas un rato. Quizás se había pasado un poco, se dijo a si misma, al fin y al cabo él solo quería lo mejor para ellas y ella en aquel instante estaba en caliente. Verle besándose con aquella licántropa... Él estaba en su derecho, por supuesto que lo estaba, pero algo en ella se revolvió al verle hacer eso. Algo que la hizo enfadar mucho. Sin embargo, Elena seguía sin tener ni idea de lo que era, ese sentimiento de afecto que a veces le hacía enfadarse con él por tonterías.
Un poco agobiada, desvió la mirada hacia su hermana, la cual miraba al frente con una expresión seria y a la vez tranquila. Se había deshecho las dos trenzas y las había sustituido por un moño que le quedaba rematadamente bien y la hacía más adorable aún si cabía.
-¿Estás bien Elena?-su hermana la miró e identificó aquella mirada de preocupación de su hermana mayor que tan bien conocía.-Conozco esa mirada...¿En qué estás pensando?
La chica rubia dejó escapar un profundo suspiro.
-No lo sé, quizás he sido demasiado dura con él.-el agobio la invadió y se pasó una mano por la cabeza, cosa que siempre hacía cuando se ponía nerviosa.-Está muy sensible y a lo mejor le he hecho daño al decirle lo que le dije. Ahora me siento un poco mal.
La temperatura del ambiente descendió un poco pero Lisanna no se extrañó. No era la primera vez que pasaba cuando algo preocupaba a su hermana.
-Estará sensible pero es muy fuerte, como tú. No te preocupes, hiciste lo que tenías que hacer, él estará bien.-la pelirroja le otorgó una cálida y reconfortante mirada- Además, Alan no sería capaz de odiarte jamás.
La expresión de Elena se llenó de incredulidad y clavó sus exóticos ojos azules en su hermana.
-¿Por qué lo dices?
Lisanna esbozó una pícara sonrisa e iba a contestarle a su hermana pero Zack interrumpió la conversación.
-Ya hemos llegado.-al parecer, las dos chicas no se habían dado cuenta de que ya se hallaban frente al portal de un gran edificio. Incrédulas, desviaron sus miradas hacia el chico lobo.
-¿Es aquí?
Zack se encogió de hombros y miró a Elena, ignorando por completo a Lisanna.
-Creemos que si, según Aiden éste es el sitio correcto-el chico de pelo castaño con mechas blancas se dio la vuelta. Su amigo vampiro de pelo gris observaba la carta de fuego que el brujo le había devuelto esa misma mañana y le daba pequeños toquecitos con el dedo índice.
-Tiene que ser aquí, si esto no se equivoca.-Aiden se acercó hacia ellos con el ceño fruncido y la vista clavada en el papel.-Elena, ¿me acompañas a hacerle una visita a nuestro amigo brujo?
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Alan Heek y La Espada Mortal
Fantasy¿Qué pasaría si algún día descubrieses que eres capaz de controlar una poderosa magia que nunca antes nadie había podido controlar? Eso es lo que le sucede a Alan Heek, cuya percepción del sobrenatural mundo que le rodea cambiará por completo al dar...