(Flashback)
9 años atrás...
Alan le habría prometido a esas diablesas que volvería, que les ayudaría a salir de esa extraña prisión en la que residían. No entendía el por qué, pero sentía una curiosa sensación por todo su cuerpo que le decía que esas dos diablesas no eran malvadas, que no eran el enemigo que él llevaba persiguiendo toda su vida.
Al día siguiente se aseguró de que todo el mundo estuviese en cama para poner en marcha su maquiavélico plan de huida de las diablesas. El plan era muy sencillo. Tan sólo consistía en liberarlas y salir sin que nadie las viera, noqueando a algún cazador de demonios si era necesario.
Cuidando que nadie le viera se deslizó sigilosamente desde la puerta de su habitación, la cual residía en el primer piso, y bajó las escaleras de caracol como si fuera un puma, atento a cualquier posible sonido y con los músculos totalmente tensos. Estaba muy nervioso. Si lo pillaban con suerte solo lo echarían de la Escuela, pero podría ser condenado por ayudar al enemigo a escapar. Sin embargo, él se guiaba por su instinto, un instinto que le decía que ellas, a pesar de ser demonios, no eran el verdadero enemigo.
Una vez en la planta baja vigiló que no hubiera nadie en el pasillo y divisó la puerta que conducía al piso inferior, donde se alojaban Evelyn y Sasha. Aquella terrorífica prisión a la que él no le encontraba ningún sentido. Como una centella llegó hasta la puerta y la abrió conteniendo un suspiro justo antes de volver a cerrarla lo más sigilosamente posible.
El lugar apenas estaba iluminado por tenues lámparas situadas en lo más alto del techo. Unas escaleras metálicas descendían a distintos niveles de la prisión y terminaban al fondo en un suelo de mármol. Sasha y Evelyn se encontraban en el nivel más bajo, por lo que el chico tuvo que descender todas las escaleras siendo blanco de las decenas de miradas demoníacas procedentes de prácticamente todas las celdas y que lo observaban con un profundo odio.
Alan se dirigió hacia su celda y susurró sus nombres nada más llegar abajo. Al principio no ocurrió nada, pero al cabo de unos segundos se oyó una voz femenina en una de las numerosas celdas y las dos diablesas se acercaron a los barrotes para que él pudiese verlas.
-Has venido...-susurró la mayor bastante sorprendida.
-Os dije que iba a ayudaros.-dijo Alan-Y eso es justo lo que voy a hacer.
Él sabía que no podía tocar los barrotes de la celda, pues se quemaría, pero si sabía como deshacerse de ellos sin resultar herido.
-¡Apartaos!-desenfundó una de sus katanas y lanzó un fugaz espadazo contra los barrotes. Las katanas son conocidas por tener un filo extremadamente cortante capaz de cortar casi cualquier cosa, y esos barrotes, no fueron una excepción. Con un sonido seco y tintineante los barrotes de la celda cedieron y cayeron montando un jaleo de mil demonios. Algo con lo que Alan no contaba.
-Vaya...será mejor que nos demos prisa.
-¿Éste era tu magnífico plan?-Sasha protestó mientras ella y su hermana salían de la celda esquivando los restos de los barrotes con agilidad.
El chico de 12 años suspiró profundamente y guardó la katana.
-No hay tiempo para explicaciones, debéis iros.-dijo sin más y comenzó a caminar hacia las escaleras. Las dos diablesas asintieron y le siguieron, pero al cabo de pocos segundos una atronadora y aguda alarma empezó a sonar en toda la estancia y Alan dedujo que también en la escuela entera.
"En menudo lío me voy a meter" Esas palabras taladraban su mente una y otra vez mientras él y las diablesas subían corriendo escaleras arriba. Sin pensárselo ni un segundo abrió la puerta de par en par aún con la ensordecedora alarma sonando y el trío llegó a la planta baja.
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Alan Heek y La Espada Mortal
Fantasy¿Qué pasaría si algún día descubrieses que eres capaz de controlar una poderosa magia que nunca antes nadie había podido controlar? Eso es lo que le sucede a Alan Heek, cuya percepción del sobrenatural mundo que le rodea cambiará por completo al dar...